Disclaimer: Los Vengadores son de Disney y de Marvel, solo la historia y los personajes que no reconzocan, son míos.
NOTA: Segunda parte del shot anterior, "Permítame señora".
11 años. Natasha Romanoff no podía creer que habían pasado tantos años desde que perdió a sus padres. Seguramente, si la vieran ahora se sorprenderían de ver en lo que se había convertido. Era una abogada medianamente reconocida, estaba casada con Steve Rogers y ambos criaban a su hija con bastante ayuda de los señores Rogers; los padres de Steve adoraban a su nuera y nieta, quienes también se esmeraban en cuidar a la familia que tenían.
—Mi amor—Steve besó la frente de Natasha entrando a a oficina—¿Legna ha llegado?
La pelirroja frunció el ceño, confundida por aquella pregunta.
—Pensé que tu madre iría por ella a la escuela.
Steve se encogió de hombros, quitándole un poco de importancia. Con mucho esfuerzo, los dos habían montado su despacho en el centro de Manhattan, cerca de la escuela pública donde estudiaba su hija quien crecía sana y fuerte, para alegría de su padre.
—Debí haberme confundido de día—dijo Steve—Porque mi padre tenía una cita medica.
Natasha se levantó de su asiento, abrazando a su maridaron fuerza. Aunque Steve seguía siendo un hombre débil y enfermizo, la vitalidad de su hija parecía ser su mejor remedio para mejorar. Desgraciadamente, los efectos del gas mostaza en el coronel Rogers le hacían más daño que el bien que podía darle su nieta, así que no dejaba de haber enfermos en casa.
—¿Me buscaban?—dijo una vocecita cantarina.
Los dos padres sonrieron ampliamente al escuchar a Legna. La pequeña tenía su cabello largo, rojo y suelto, con los vivaces ojos azules de su padre resaltando en medio de una cara llena de pecas.
—¡Ángel mío!–exclamó Natasha.
Atrás quedaron los miedos de los dos adolescentes que sostenían a un bebé por primera vez; habían aprendido a educar a Legna, pero también a amarla con todas sus fuerzas. No había sido fácil, pero valía la pena. Steve esperó pacientemente, con los brazos cruzados, hasta que los dos amores de su vida terminaron de saludarse.
—¿Para tu papá no hay beso, angelito?—preguntó con un puchero falso.
—¡Hola papi!—dijo la niña—¡Hice una pintura en clase! ¿Quieres verla?
Mientras Steve examinaba los dibujos de su hija, su mente estaba en otro mundo y Natasha podía notarlo. No era difícil para ella entender a su marido; se conocían mejor que nadie; eran los mejores amigos del mundo, aunque James se ofendiera por esto.
—Es hora de comer—anunció Natasha—Vamos a casa, seguro tus abuelos nos están esperando.
Legna asintió con la cabeza, emocionada. Steve tomó a Natasha de la mano, besándola con cariño antes de avanzar por la casa. Su hija iba delante de ellos, corriendo y jugando con el bolso escolar al hombro.
—¡Cuidado con esos libros, angelito!—dijo el hombre, riendo—¡Van a quedar tirados en los charcos!
Natasha negó con la cabeza ante la forma en que su hija se comportaba, divertida. No quería que Legna dejara de ser una niña nunca; que tuviese ese brillo en la mirada como lo había tenido Yelena antes de morir.
—¡Ito! ¡Ita! ¡Estoy en casa!—anunció Legna–¿Dónde están?
—¡En la cocina!
Legna corrió a los brazos de Joseph Rogers, que se encontraba revisando unos papeles con el entrecejo fruncido. Natasha se tensó al sentir aquella preocupación, viendo a Sarah a los ojos que le hizo una seña hacia la niña.
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El soldado y la espía // ONE SHOTS ROMANOGERS.
RomanceSerie de One shots de Steve Rogers y Natasha Romanoff (Romanogers) que están basados en canciones.