Disclaimer: Los Vengadores no me pertenecen. Solo la historia es parte de mi imaginación.
Cuando despertó, lo único que Yelena sentía era confusión. Lo último que recordaba era haber estado sentada en el sofá de la casa de Melina y Alexei, viendo un programa de talentos y tomando chocolate caliente. Se habían mantenido en esa casa de seguridad los últimos años, después de la inesperada visita de Natalia, que era una fugitiva en 117 países. Yelena y Natalia eran las únicas que sobrevivieron a la Sala Roja y no olvidaban. No olvidaban los sonidos, los olores, los gritos, el dolor; pero sobre todo no se olvidaban la una a la otra. Natalia Alianova Romanova había llegado a ese lugar con cinco años y Yelena Belova con tres, cuando Natalia ya había estado en ese infierno durante un año. Natalia era una estudiante modelo y obedecía a todas las instrucciones de Madame B e Iván Petrovich, excepto cuando alguien le hacia daño a Yelena. La chica pelirroja era capaz de matar a cualquiera que se metiera con la pequeña rubia y pronto las dos habían entrado a la protección del Guardián Rojo, ni más ni menos.
— ¿Qué haces aquí Yelena? — siseó Natalia, mientras trataba de curarse una herida provocada en su última misión. La herida era profunda y la chica comenzaba a tener algo de fiebre, tenía apenas 12 años.
— ¿Qué te pasó? — preguntó la rubia.
— Misión fallida — fue lo único que dijo Natalia ante de soltar un quejido de dolor y cerrar los ojos.
Al verla de esa manera, Yelena salió a buscar ayuda a la única persona en la que podía confiar, Alexei Shostakov. Corrió por las cerradas habitaciones de la Sala Roja hasta llegar a la que le pertenecía al Guardián y aporreó la puerta con desesperación, para encontrarse con la sorpresa de qué Melina Kostov le abrió la puerta. Ella era una Viuda Negra de una generación anterior y casi nunca la veían, era como un mito en aquel lugar, tenía apenas 21 años y siempre se encontraba en misiones de alto riesgo, pues se negaba a entrenar a niñas como ella.
— Papa — susurró la niña, sin poder contener las lágrimas.
— ¿Qué pasa Yelena? — preguntó el Alexei, alzándola en brazos sin poder contenerse.
— Es... es Natalia — sollozaba — La hirieron y le duele mucho.
Sin decir nada, el Guardián Rojo caminó hacia las habitaciones de las niñas, encontrando a Natalia retorciéndose de dolor, con la herida abierta en el brazo. Era bastante obvio que estaba infectada y que la niña no podría soportarlo si no recibía la atención médica correcta. Alexei Shostakov sabía que tenía que hacer algo, era su deber como humano y por todo el amor que sentía por esa niña. Natalia y Yelena le recordaba a su hijo muerto en la guerra, por causa del ejercito soviético y no se atrevería a dejarla a la deriva. No perdería a nadie más. Dejando a Yelena en el piso, tomó a Natalia en brazos y la llevó a su habitación, con Melina siguiendo sus pasos. No podían hacer nada por ella en ese lugar, sobre todo si Madame B la había dejado para cuidarse sola.
Pasaron dos días y Natalia no volvía, ni tampoco Alexei y Yelena tenía mucho miedo, tanto que no le importo ser castigada en varias ocasiones por sollozar o por preguntar por ellos. No sabía qué hacer allí dentro, sola. En una de las tantas noches en las que no podía dormir, sintió una mano delicada acariciar sus cabellos.
— ¿Mama?
— Soy yo, soy Melina — dijo la voz.
— Mama — aseguró la pequeña — ¿Dónde están Papa y Natalia?
— Tali está bien — dijo la mujer en un susurro — Ellos vendrán pronto. Duerme Lena, descansa.
Pocos días después, Natalia y Alexei volvieron a la Sala Roja. El brazo de la chica estaba curado, solo había una cicatriz, pero su rostro era una cosa diferente. Ella, al igual que el Guardián Rojo habían sido brutalmente torturados. Alexei no podía abrir el ojo derecho y la niña tenía prácticamente destrozado el labio, sin embargo al encontrarse con Yelena, Natalia le agradeció el haberse salvado la vida. Desde ese día los cuatro soviéticos se volvieron una sola unidad: cómo una familia aunque tuvieran que pretender que no lo eran.

ESTÁS LEYENDO
El soldado y la espía // ONE SHOTS ROMANOGERS.
RomanceSerie de One shots de Steve Rogers y Natasha Romanoff (Romanogers) que están basados en canciones.