In My Daughter's Eyes

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Disclaimer: Ni los Vengadores, ni la canción me pertencen. Solo la historia y los personajes que no reconozcan son mios.

NOTA: ESTE ES UN HOMENAJE A NATASHA ROMANOFF A UN AÑO DE SU MUERTE.

In my daughter's eyes, I can see the future: a reflection of who I am and what will be and though she'll grow and someday leave, maybe raise a family. When I'm gone I hope you'll see, how happy she made me for I'll be there...In my daughter's eyes.

La relación entre la Viuda Negra y el Capitán América comenzó de la peor manera posible: por depresión. Cuando regresaron del espacio exterior con el fracaso de la batalla contra Thanos aún fresco en sus almas, solo pudieron ceder a sus deseos carnales con la esperanza de olvidar todo lo que había pasado. Natasha no tenía otro lugar en donde vivir que no fuera la base de los Vengadores, así que se dirigió a aquel lugar con la esperanza de borrar todas sus memorias en una buena botella de vodka. Para su desgracia, el resto de los Vengadores tuvieron la misma idea que ella, así que le toco convivir con el dolor y la ira de los otros. Días como aquel era cuando Natasha Romanoff debía ser el temple que sostenía la precaria salud mental de sus compañeros, pues ninguno sabía muy bien como lidiar con esa clase de situaciones; eran personas diseñadas para ganar y a ella le enseñaron a perder, haciéndola pensar que no merecía nada bueno en la vida, que no era lo suficientemente importante para ganar.

Así fue como Natasha fungió como su paño de lágrimas, dejando que el resto de sus compañeros lloraran y lamieran sus heridas, hasta el día que estuvieron listos para irse y ella se quedó sola de nuevo, como siempre lo había estado. En cuanto escuchó como la pesada puerta metálica que sellaba el complejo, se rompió y se echó a llorar, tomando la primera cosa de cristal que encontró, un reconocimiento a los Vengadores, y estampándolo contra la pared. Caminó, temblorosa, hasta el anaquel donde escondía su vodka favorito, el que le habían regalado Yelena y Melina cuando se despidió de ellas en Rusia. La primera familia que había conocido también se había hecho cenizas por el chasquido y ella no pudo evitarlo. Ni todos los entrenamientos, ni todas las torturas, ni todo lo que la KGB le había dicho era suficiente para enfrentarse a Thanos. Dió un gran sorbo a la botella y se dejó caer al suelo, abrazando sus rodillas con sus brazos. Quería que todo eso fuera una pesadilla y que pudiera despertarse en la cama de la pequeña habitación que compartía con Yelena en casa de Alexei y Melina. Incluso estaba deseando que volviera todo el desastre de la Guerra Civil para volver a tener a todos sus compañeros Vengadores con ella. ¡INCLUSO EXTRAÑABA A NICK FURY, CARAJO! Seguía sollozando hasta que una voz la interrumpió.

— ¿Nat? — Steve Rogers había regresado a la base de los Vengadores pues había olvidado su chaqueta y llovía demasiado afuera como para permitirse manejar su motocicleta hasta el centro de Brooklyn sin ella. Se detuvo en seco al ver a Natasha sentada en el suelo de la cocina, con la cabeza entre los brazos, llorando desconsoladamente.

— ¿Steve? — La Viuda Negra se levantó al escucharlo hablar y se limpió las lágrimas con premura, pues no quería que la viera así de destrozada — ¿necesitas algo?

— Oh, Natasha... — Steve avanzó hacia ella y la tomó delicadamente de los brazos, pero la mujer se alejó de él, negando fuertemente con la cabeza.

— Estoy bien Steve... ¿qué te trajo de vuelta?

— Venía por mi chaqueta.

— ¿Te ayudo a buscarla?

— No estás bien Natasha — aseguró el Capitán América, tomándola con firmeza del mentón y forzándola a que lo viera. Ante aquel contacto entre miradas, Natasha Romanoff se rompió en los brazos de Steve Rogers.

El soldado y la espía // ONE SHOTS ROMANOGERS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora