Promesa

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Un mes, un mes llevábamos en Noruega, ella me entrenaba todas las mañanas. Era complicado seguirle el ritmo y eso que ni siquiera entrenábamos como ella lo hacía, sin embargo, era muy agotador.

Despertar a las 5 de la mañana para salir a correr, ejercicio, entrenamiento cuerpo a cuerpo y por último, me ayudaba a canalizar lo que yo podía hacer. Ella era buena en esto, era claro que si trabajo le gustaba tanto, solo eso explicaría que todo lo que ella me enseñaba, era bien aprendido por mi.

¿Mis poderes? Son fenomenales, sigo teniéndoles miedo, me tengo miedo, pero ahora se que es lo que puedo hacer. Controlo el fuego, si, sorpréndete, aunque no solo era aquello. Un día Natasha comprobó algo lanzando una bala a mi cabeza. Excesivo, pero no se equivocó. Los metales son lo mío. Por eso pude mover aquella nave antes de que Yelena muriera quemada, por eso mi cuerpo entra en calor cuando me veo en peligro o algún daño que yo sienta fuerte.

¿Cómo sobrevivimos un mes en Noruega? Natasha tiene fondos infinitos, aparte de que. Hay una cuenta muy antigua, era para casos de emergencia que yo había creado bajo un nombre falso, si, lo hice. Con eso sobrevivimos y comemos. Ahora estamos camino a Ohio, si.

-Andando.-Natasha me extendió el casco una vez subió a aquella BMW.

-Estar contigo es una adrenalina constante, Nat.-lo tome y subí aferrándome a ella.

-Lo tomaré como un halago, pequeña.

Arranco y comenzamos el camino. Ella vestía completamente de negro con aquel chaleco que Yelena le había regalado. Lucia increíblemente sexy con su nuevo cambio de cabello, rubio y corto. Es que todo lo queda bien. A mi me hizo hacerme un castaño claro, rebajar el cabello y cuando salíamos, me colocaba pupilentes de color azul, muy naturales, pero molestos. Ella bajo la velocidad en cuanto llegamos a un barrio con niños jugando por doquier, era lindo, tranquilo y armonioso.

-Llegamos, princesa.-apago la moto y me extendió la mano para que pudiese bajar.-Sigue igual q ir lo recordaba.-quito su casco y la imité.

-¿Dónde estamos?-pregunte curiosa

-Aquella casa de por allá. Es donde mi familia y yo solíamos vivir cuando era pequeña, antes de que me llevaran a las habitación roja, de nuevo.-suspiro y me abrace a ella-Recuerdo que era así, todo era muy sereno y Yelena y yo salíamos a jugar siempre.

-¿Querías eso, cierto?-asintió dándome una caricia en mi espalda.

-Siempre lo quise.-nos separamos y ella veía a una pequeña niña.

Ella apuntó y simuló disparar con unos paralizadores como los de Natasha. Ella estaba disfrazada de una pequeña viuda negra. Sonreí ampliamente de lo increíble que era mi novia, porque sí, era mi novia. Natasha le respondió igual y aquella niña salió corriendo alegremente.

-¿Viste eso?-dijo feliz.

-Claro que lo hice, amor.-dejé un beso en su mejilla-Mi novia es increíble.

-Se siente tan bien.-Tomo mi cintura pegándome a ella-Sabes que estaré ahí, no dejare a tu padre hacer alguna idiotez.

-Lo se, Nat.-jugaba con sus cabellos-Te amo.

-Yo a ti, nena.-Unió nuestros labios.-andando.

Subimos de regreso a la moto, nos tocaba ver el transporte que su amigo había conseguido para nosotros, espero sea mejor que el primer carro que nos consiguió, parecía de los años 50, y no es por quejarme por el modelo, era porque se apagaba continuamente.

El viaje fue, entretenido. Todo un mes haciendo el amor con Natasha en todos los rincones me habían convertido en una gran ninfomana. Acariciaba con doble intención su abdomen tonificado por encima de su ropa, la sentía tensarse continuamente. Probablemente esto me genere problemas cuando lleguemos a tierra.

Bad romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora