Adicción

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-Listo, la enana esta en su cama tomando su siestas y tú cerrarás los ojos.-reprimí una risa-¿Qué te causa tanta gracia?

-Que ahora estés alegre y hace unos momentos llorabas y me tachaste de infiel.-Natasha me dio una mirada de reproche-Con mi propia madre. Que asquerosa eres.

-Oh, ya. Tengo que compensar eso con tu madre. Que vergüenza.-tomo una venda para cubrirme los ojos-Pero yo no sabía que tú madre estaba con vida, ni que era ella. Por un momento creí que ella era tu pareja y que no me habías disculpado por lo imbécil que yo fui.-su agarre en mi cintura se apretó un poco conforme avanzábamos-Ademas, tu madre se ve muy joven y muy...

-No se te ocurra decirlo, Romanoff. Juro que te cortare las tetas si dices que mi madre está buena.-replique molesta.

-Bien, no lo diré. Pero no puedes hacerme nada si lo pienso.-le di un codazo fuerte en su abdomen haciendo que soltara el aire con fuerza-Mierda, si que te volviste fuerte. A la derecha-sus palabras salieron con dificultad.

-Hice muchas cosas cuando me fui.

-De eso me entero ahora. Quitare la venda y no habrás los ojos hasta que te lo diga.-asentí y de inmediato quito eso de mis ojos-Espera aquí, ya vuelvo.-plantó un beso en mis labios.

-¿Natasha?-no recibí respuesta alguna-Natalia, esto no me gusta, bueno, en otras ocaciones un poco.-escuche su risa-Anda, déjame abrir los ojos.

-Bien, puedes abrirlos.-susurró en mi oído tomándome desprevenida.

Enfrente había una caja de chocolates que era mis favoritos de la infancia, ella sabía porque yo le había dicho. Un enorme ramo de flores azules y blancas, unas botella de vino blanco, unos platos servidos con comida chatarra, que amaba. Unas películas de comedia a un lado, en específico las que miramos cuando estuvimos solo ella y yo aquel mes huyendo del gobierno. A un lado había una carta que me acerqué a tomar, era de Sophia.

El dibujo nos especificaba a Natasha a la derecha, Sophia en medio tomando su mano y yo abrazada a Natasha. Había un sol con rostro feliz y según la anatomía de los dibujos, yo llevaba un vientre medianamente abultado, reí por lo intensa que puede llegar a ser ella.

-La enana dice que quiere que nos casemos y tengamos un hijo.-acarició mi rostro.

-¿Quieres eso? Sophia aveces dice muchas cosas, quiere el mundo entero. Hace dos semanas me pidió un búho y al día siguiente quería un tiranosaurio, le gustan sus bracitos pequeños.-Natasha rio sobre mis labios, tomó mi cintura con firmeza.

-El dinosaurio tampoco es mala idea, teniendo en cuenta mi estilo de vida, una mascota de esas sería de mucha ayuda.-me abrace a su cuello-Quisiera cumplirle el sueño a ella de que tenga una familia.

-O sea, ¿te casarías conmigo por mero compromiso?-golpee su brazo.

-Así remediaría lo de tú madre hace un rato.-bromeó haciéndonos reír-Te amo, Kathe. Te amo tanto que no necesito que nos casemos para pasar mi vida contigo, ese es solo un papel.

-Me gusta la idea de ese papel.-ella rio roncamente.

-El papel será entonces, cuando ambas estemos estables. Aún tenemos que hablar.-la vi confundida.

-¿De qué? Nat, no te engaño con nadie, espero te quede claro.

-No, ello no. Katherine...

Natasha me soltó sentándose en una de las almohadas del suelo, su rostro cambió, estaba preocupada. Me palmeó sus piernas para que me sentara encima de ella, hice lo que pidió sin objeción alguna. Ella me abrazo fuerte a ella, algo dentro de mi se sentía asfixiada hace días y solo en este momento, me sentía reconfortada.

Bad romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora