Despedida

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El lugar era realmente angosto e incomodo, en verdad no sabía cómo habíamos llegado hasta aquí, más bien. Sabía perfectamente porqué.

-Nat, rápido que...¡ah!-eche mi cabeza hacia atrás.

Debía aceptar que ambas parecíamos dos adolescentes hormonales ahora mismo. Estábamos en un pequeño cuarto de almacenamiento de los vestidores, ¿cómo habíamos llegado aquí? No tenía idea, ¿por qué? Porque ambas no soportamos más los jugueteos en el desayuno y necesitábamos de alguna forma, sacarnos las ganas.

-Si, así. ¡Ah! Justo ahí...-sus ojos conectaron con los míos haciendo la escena más caliente-Mierda, ¡si!

Continuó moviendo su lengua de arriba hacia abajo en mi nervio, succionándolo en ocasiones y luego introdujo dos dedos dentro de mi, su boca aún dándole atención a mi nervio. Sentía sus dedos curvearse y tocar justo en el punto que me hacía temblar.

-No bagás mucho ruido, nena. No queremos que nos encuentren.-asentí frenéticamente mordiendo mi labio para no hacer ruido-No sabes lo mucho que me encanta tenerte así.

-Por favor...hazme venir de una vez.-supliqué apretando mis pechos y ella sonrío de lado aún entrando y saliendo de mi-¡ahh! Mierda. Que buena eres.

-Lo sé.

No bastó de muchos minutos más y yo estaba soltando mi orgasmo en su boca mientras con una mano sostenía mi cintura y con la otra cubría mi boca con fuerza para que mi gemido no saliera de mi. Estaba sudorosa y mis piernas temblaban, los espasmos empezaron a ser cada vez más débiles mientras ella se levantaba del suelo con una sonrisa victoriosa.

-Eres la cosa más deliciosa del mundo.-la tome del cuello jalándola hacia mis labios.

Mi propio sabor invadió mi boca, ella me tomó de la cintura pegándome a ella, colé mis manos por su abdomen acariciando lo definido que era. Acarició mi espalda desnuda y cada parte de mi piel que le aparecía. Acabábamos de tener sexo intenso y ella estaba siendo ahora tan cariñosa con caricias tontas y delicadas, solo así podíamos ser ambas.

-Clint necesita ayuda en algo, me pidió que fuera con él.-susurro mientras aún yo estaba aferrada a ella-Pero si no quieres, puedo quedarme.-deje un beso en uno de sus pechos y me separe.

-¿Una misión?

-Si. En Suiza.

-¿Suiza? Creí que Suiza era de los países más seguros y estables del mundo.

-No siempre.-comencé a cerrar su caliza de botones-¿quieres que vaya?

-No me molesta si quieres ir, Nat. Fue tuya la decisión dejar de ser una vengadora, ¿recuerdas? Pero en lo que a mi concierne, no me molesta ver a mi prometida salvando el mundo en algunas ocasiones.

-Prometo no tardar y cuidarme. ¿Si?-termine con su camisa y levante el rostro para encararla-Me iré hoy, en la noche. Primero me aseguraré que traigan mi vestido aquí y luego podré irme tranquila.

-Más te vale, Romanoff. Te voy q echar de menos.-di un saltito para quedar en el suelo y subir mis bragas y jeans-Aunque lo de hoy hará que pueda conciliar el sueño un par de noches sin problema.

-¿Hablaste con tu madre? Ha estado como loca tratando de pasar tiempo contigo, aún no puede creer que no elijas tu vestido.

-Lo elegiré en estos días, exagera demasiado.

-Quiere pasar tiempo contigo.

-Se nota mucho.-coloque mi brassiere y la blusa-Me gusta que esté siendo feliz y dejará de esconderse, ya sabes, pero esta siendo intensa últimamente. Creo que vivir con Tony tiene algo que ver.

Bad romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora