Sophia

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Estaba metiendo todo al carrito, almohadas de colores, frazadas, sábanas. Peluches de monstruos divertidos, algunos decorativos y una lámpara en forma de un osito blanca con un pequeño corazón azul entre sus manos, era muy tierno. Me acerqué al área de juguete metiendo algunos cubos de construcción, un juego de té y un maletín pequeño de doctora. Ella solía jugar con las cosas de Ángela cuando está se despistaba.

La cabeza me dolía y llevaba unos pendes de sol debido a la luz excesiva en el supermercado. Terminé de empacar y pagar todo y lo guardé en mi camioneta. Ya no trataba de ocultar mi beneficio económico, aveces algunos lujos causaban placer. La llamada de mi abogado me distrajo de cerrar la cajuela.

-¿Ya está listo?

-Si, está todo perfectamente listo. La carta firmada y el testimonio que dio la señorita Ángela hizo el proceso aún más sencillo. Puede pasar por los documentos cuando quiera y después podría ir por ella.

-Perfecto, estaré haya en un momento. Gracias por todo, la transferencia está hecha.-hice el último click.

-Acabó de recibirla, es usted muy generosa. La espero entonces.

Conduje a su firma de abogados, era la más grande de todo Reino Unido, la más poderosa. Baje arreglando mi gabardina café y acomode la bufanda en mi cuello. La luz del sol me lastimó y baje los lentes, malditas consecuencias de beber toda la noche. Entre sin esperar a que me anunciaran, era algo que hacía, siempre. Aquel hombre trajeado volteó con una sonrisa triunfante.

-Aquí está todo, la niña ahora es legalmente, hija suya.-asentí sin expresión- Trabajadoras sociales estarán en contacto con usted, aunque saben que no es necesario debido a la buena calidad de vida que está dispuesta a ofrecerle a la niña.

-Ese es el propósito.

-Su apellido será cambiado después de unos meses, si usted y la pequeña no tienen problemas de adaptación. Deberá cumplir algunos requerimientos, pero nada del otro mundo.

-Lo tengo en cuenta.

-Perfecto, está es la lista de lo que necesita cubrir, seguro médico, algunos cuidados pediátricos, psicólogo, todo lo que necesita un niño de su edad.-asentí- entonces sería todo, aquí tiene.-extendió un folder de documentos.

-Gracias, como siempre, buen trabajo.

Salí de ahí con algo de alegría, me da ponía feliz el hecho de pensar en que haría al fin algo bueno. Quería esto. Puso la camioneta en marcha, no pasó mucho tiempo después, tal vez conduje más rápido de lo debido, pero ya estaba fuera de aquel lugar. Mi estómago sentía molestia, como si algo revoloteara dentro de mi.

Baje ansiosa, nerviosa. Guarde mis manos en las bolsas de la gabardina por el frío, entre y Ángela estaba a unos metros de la entrada con una enorme sonrisa, sabía que ella iba a amar esto.

-Ven aquí, maldita.-me acerque arrastrando los pies y me abrazo fuertemente-Gracias por esto, se que te hará bien a ti y a ella. Te amo tanto.

-Lo se, yo a ti. ¿Dónde está?-era claro mi nerviosismo, ella rio chillonamente.

-Esta arriba. Dice que es una broma y está jugando con aquel juguete que trajiste. No quiere hacer su maleta.

-Yo la haré por ella, vuelvo ahora.

Asintió y me aleje, por primera vez en mucho tiempo sentía que estaba alegre de algo que pasara en mi vida. Saque la pequeña flor guardada en la bolsa interna de mi gabardina, estaba intacta. Un lirio azul, amaba estos. Abrí la puerta de la habitación y ella estaba de espaldas con un peluche antiguo, desgastado. Entre con cuidado pero fue rápida y arrojó una almohada a mi que detuve fácilmente. Yo le enseñe eso.

Bad romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora