Celos

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Sophia estaba en su consulta pediátrica, tenia que cumplir con los requerimientos para seguir teniéndola conmigo. Natasha estaba sentada mientras movía su pierna de manera excesiva, estaba nerviosa.

-Tranquila, es algo de rutina. Debo traerla al menos una vez por mes.-Natasha asintió aún preocupada-¿Qué tienes?

-Nada, nada. Solo que uno nunca sabe con Sophia.

-Si, pero ella no hará nada.-Natasha evito mi mirada-¿qué hicieron?-Sophia llegó a mi sentándose sobre mis piernas.

-Se encuentra en Perfecto estado. Es muy sana y está en su peso adecuado. Me preocupa muy poco que su tamaño sea un poco más bajo, pero es completamente normal. Puede que sea genética.-asentí a todo mientras Sophia jugaba con mis dedos-Te recetare una crema para la hinchazón del prueba. No es alérgica a muchas cosas, solo procura no darle mariscos y tampoco que sea expuesta a los ácaros. De ahí en fuera, esta perfecta te recetaré igual algunos medicamentos en caso de que su alergia se vea expuesta.

-Se lo agradecería mucho.

-Doctola.

-Dime, cielo.-la rubia escribía su receta mientras Sophia bajo de mis piernas. Algo tramaba.

-Es que. Hace unos momentos Natasha le dijo a mami que si seguía asío de nin...ninfomata o algo así, la llevaría con un doctor.

-Es hora de irnos enana.-Natasha tomo a Sophia y salió corriendo.

-Wow, niños.-me sonroje instantáneamente. Maldita Natasha.-Podría reconmendarle un médico para ello, a mi me ayudó mucho.

¿Qué? Ojalá la tierra me trague ahora mismo.

-No, yo. Me disculpo, ella es muy intensa.

-Ya veo.-rio y extendió la receta-Será todo lo que necesitaras para tu pequeña. Agregué el número del doctor.

-Si si. Gracias-deje el dinero sobre su escritorio.

-Y debajo va el mío.

Escuche decir antes de salir de ahí. No volvería con esta pediatra jamás, estaba más que segura. Pero como esto era culpa de Natasha, la usaría para molestarla. Cambie mi rostro sonrojado por uno más atrevido, necisataba que se creyera todo. Natasha hablaba a susurros con Sophia mientras ella rodaba los ojos fastidiada.

-Espero estén contentas de dejarme en vergüenza allá dentro.-ellas giraron evitando mi mirada-Hay que ir por estas medicinas.

-Sophia lo dijo sin pensar lo lamento.-Tomo la receta-¿Para qué tantas cosas?

-Vitaminas, cosas para niños.

-¿Y el número del Doctor? Dijo que Sophia estaba bien.

-Es para mi ninfomania. Aunque ella mencionó que si creías que estaba enferma, me serviría más el número de ella. Ya sabes, te ayudará cuando te sientas cansada.- levantó el rostro de inmediato-¿Qué?

-¿Por qué carajos hizo eso?

-Porque mi hija dijo que tú me tachabas de una enferma.-Sophia jugaba en su tableta a lo lejos.

-Ella...esa maldita.-estaba roja del coraje-Juro que esa me va a escuchar. ¿No ve que yo iba contigo? No necesitas el maldito teléfono de ella, porque me tienes a mi. Tú eres mía.-se dio la vuelta alejándose.

-¿Qué haces?-la seguí.

-Le enseñaré que no necesitas su número. Es una ofrecida.

-Para.

-No.

Tomo mi mano jalándome fuertemente con ella. Mis réplicas le importaron poco, maldita broma, se me salió de control.

Bad romance Donde viven las historias. Descúbrelo ahora