CAPITULO LXVI

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¿Que se suponía que le dijera? Cada vez sonaba más estúpido en mi cabeza, no era ni mi intención que todo saliera de esta manera, yo la amo solamente a ella.
Cruzo a un lado de mi para irse y la tomé del brazo.

- no te vayas - le dije bajo, tanto como para no llamar la atención - por favor, quédate... esto no es lo que parece.

- No, no es lo que parece. - cogió aire en los pulmones y cerró los ojos negando - aquí la única estúpida soy yo y la que se equivoca en todo soy yo. Debí de quedarme en casa, así no te arruinaba los planes, perdón... Todavía me disculpaba por ser idiota

- No, es que... déjame explicarte. - le tome de la mano fuerte

- pues hazlo, que mi corazón quiere escucharte

Sonaría muy descarado si le dijera que ella me besó. Por qué eso no era lo que parecía. Ahora lo otro que tenía en mi cabeza, era que ella pensaba que le mentía y eso no era así.

La miré a los ojos. Vacío era lo que encontraba. Me dio un beso en la mejilla y con eso dio marcha para irse, lo peor de todo era que yo estaba dejando que se fuera, eso era lo peor que había hecho.

- Hablamos después... - se soltó de mi mano y siguió su camino en sentido contrario a donde yo estaba.

- ¡Carajo! - maldeci enojada.

La vi desaparecer entre la calle y la gente. Así que entre más que enfurecida a la oficina y la busque con la mirada.

- Hola, buenos días licenciada - ni siquiera le contesté a mi asistente. Fui a mi escritorio dejé mis cosas y puse con mucho cuidado lo que Paulina me había llevado. Y salí de nuevo de la oficina.

Fui a su despacho y abrí la puerta de golpe. Cerré con seguro y la miré, que sabía que podía matarla. Sabia que en cualquier momento explotaría. Es que debí de dejar claras muchas cosas cuando... FUI IDIOTA, es asa la palabra

- María José... - dijo apenada - no sé lo que pasó, más bien, lo que me pasó... - trataba de explicarse.

- mi esposa se acaba de ir, muy molesta. - le dije de primera instancia. - no quiero que te acerques más a mí. Ni a ella, ni a nada cerca mío. Te lo prohíbo.

Me di la vuelta molesta, tomé el cerrojo y cerré la puerta al salir. Estaba molesta, si pero ya no quería llamar más la atención. Me hervía la sangre. Es que fui idiota yo solo no supe cómo reaccionar cuando vi a Paulina como una pantera cruzar la calle, llena de furia. Estaba con la mirada asesina, miró a esta chica con mucho asco y yo ya tenía años sin ver a Paulina celosa. Ahora me costará un cojon y medio que crea que no hay nada.

¿Que le digo?
"Amor, ¿recuerdas la vez que te dije que había follado con alguien más? Pues fíjate que es la que me ha comido la boca hace un rato"
¡A A A A A H!

No me podía llevar más la mierda. Salí disparada de la oficina. Cuando bajé del ascensor vi a Rafael.

- Majo, ¿a dónde vas?

- a ver a mi mujer... - le dije deteniéndome, agitada de haber caminado mucho.

- ¿a Pau? Pero creí que estarían alejadas por lo de que...

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora