CAPÍTULO LXVII

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Martes en la noche:

- Paulina - dijo María José por teléfono - buena noches

- hola María José, pero ¿por qué tanta formalidad?

- bueno, es que... solo hablaba para darte buenas noticias.

- ¿en serio?- suspire - dime

- Quedamos con Elena que el domingo podríamos hacer una pequeña presentación, que podiamos llevarte con tu familia para que los conozcas.

-¿ ya les has dicho? - dije dejando de secar mi cabello con la toalla - ¿cuando?

- no importa - suspiró, un gran paso - pero esa es la sorpresa

- wow, el domingo... es muy poco tiempo, yo...

-¿quieres que lo posponga?

- no, es que ante tus ganas de postergarlo creí que los vería en dos meses, por allí... lamento la poca fe.

- si, bueno... lo quieres rápido, lo tienes rápido.

- bien... supongo que, hasta el domingo, mi amor...

- hasta el domingo, cariño.

Todos hacemos cosas de las que no estamos orgullosos, yo por ejemplo, si pudiera hacer una lista seria extensa pero tampoco me arrepentiría, una de las cosas que no me siento tan orgullosa fue de dejar a María José ir. Pero era la única manera en la que yo podía pensar un poco mejor las cosas. La amo, de verdad, con la intensidad de mil soles, la amo. Es un poco ridículo de mi parte (y sin sentirme tan vulnerable) reconocer en mi que estoy enamorada, me da miedo esa sensación, porque parece que en cuanto empiezo a sentir cosas muy fuertes por la gente pasan cosas malas. Ejemplo, esa mañana iba dispuesta a decirle que: gracias por haber aparecido en mi vida, gracias por haber rescatado mi corazón porque en un punto pensé que lo perdía por amargura y dolor de mi propio inconsuelo, que gracias por hacer mis días menos pesados y gracias por haber aparecido, que gracias a ella y a la vida a Dios o lo que fuera tengo de nuevo a mi familia todavía un poco más cerca. Y que siento que tuve otra oportunidad de vivir.

Yo, después de lo que pasó con María José sentia que me había quedado sola, me había quedado... sola en México, lo mismo pasó con lucia. Quería que se quedara, era mi hermana de poco conocerla y cuando me dijo que solo me sacaba información. Fue duro para mí darme cuenta y actualmente darme cuenta de que solo cuento conmigo. Me da ganas de hacer una coraza o recuperar la que tenía para que nadie entre ni me lastime. Me da miedo querer tanto que pueda explotar y también me puedan lastimar cuando me fallen. ¡Ya se! La gente no es perfecta pero, yo soy capaz de todo por proteger a mi familia y a quienes amo del filo de la espada. ¿Ellos no? Eran las tres y media de día miércoles. Y estaba en la terraza tomando un poco de té mientras leía unas cosas de la oficina. Poco a poco la semana se fue haciendo más desgastante que a veces me costaba mucho mantenerme callada, tanto en la mente como en palabra. Tenia que estar hablando conmigo misma porqué, si no mi mente me atacaba diciendo que éramos las culpables de lo que había pasado con ella y que si, que fui muy imbecil para dejarle ir, para dejar ir a la única que estuvo conmigo todo lo que pudo, pero muy en mis adentros creí también en mi mentira de que solo fui una carga para ella.

¿Por qué me proyectaba de esa manera?

El móvil sonaba con un número que no conocía. Lo vi en la llamada, una, dos veces... a la tercera tuve el valor suficiente para poder contestar.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora