LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR

CAPÍTULO XLV

Esta mañana es diferente, digo... Mis días nunca han sido normales desde que me desperté en la cama de un hospital sin memoria. Con un pasado completamente en blanco y sin la libertad de tener a dónde pertenecer. Puede ser que por alguna razón las cosas así sucedieron, teníamos que habernos encontrado para hacernos dar la cara a la realidad, por qué no hay nada más. Siempre le menciono a Lucia que no creo en las coincidencias. Que no creo en ninguna de las tonterías a los que otros llaman suerte o vuelvo a repetir, causalidad, pero aquí estamos. En la cama de una mujer que dice me conoce perfectamente. ¿Y que me conoce? Demonios. Me ha dado más orgasmos en una noche de los que pude contar. Una rubia que me ha confesado que mi familia está bien, que viven en México, que tengo un hijo, que dice que tengo hermanos. No niego que esas noticias han caído como balde de agua fría por mi espalda y no cualquier agua fría; una que contiene hielo, hielo de ese que quema. Tantas cosas en las que tuve que haber pensado y de no haber venido aquí no sabría lo que me ocultaba. En el fondo ella también me iba a mentir, por qué al final ocultar información también es mentir. A corto o largo plazo lo es... No puedes simplemente decir que no. ¿Que esto te hace un mentiroso? Definiendo en mi interior esa delgada línea que ha separado a muchas personas de mi cercanía. A Alejandro Salvat por ejemplo. Me mintió y está en un lugar llamado "nada". En el fondo siempre quise mandarlo allí pero, es tan difícil separar las cosas. Tan complicado.

Nunca he tenido tanto dilema en mandar a alguien a freír espárragos. Siempre ha sido tan fácil, jamás rindiendo cuentas a nadie. Siendo libre a mi manera aunque por detrás tuviera todas las culpas de un pasado nulo, donde solo era mi propia prisionera. No tenía que dañar a nadie, puesto que no tenía a nadie. Jamás había tenido esa punzada en el pecho que me dice una y otra vez que me detenga. Quisiera detenerme. Quisiera dejarme llevar como hoy.

Me doy la vuelta para quedar frente a ella. Dios, es que hasta dormida se ve hermosa. No tiene ninguna imperfección, creo que hasta el sol se moriría de envidia de verle, es tan bonita. Le observo por un largo rato, como eleva su cuerpo al respirar. Ni siquiera se mueve. Me da paz, me da tranquilidad. Me siento confundida, jamás había compartido la cama con alguien que me hiciera sentir calma. No sabía que era esto hasta que ella se quedó dormida, no sabía que era la tranquilidad hasta que puso esa boca traviesa color rosa sobre la mía.

A veces tampoco soporto tanta tranquilidad, es que es increíble tanta paz que mi mente necesita sacarlo. Necesita arruinarlo. No he dormido desde un largo rato, exactamente tres horas. Me he dado vueltas y vueltas. Sin dar tregua.

Dale tiempo al tiempo, Paulina.

No quiero saber cómo me aleje de mi familia, el por qué está mujer señala permanente la idea de que le pertenezco, tanto como me lo confirma mi cuerpo. ¿Y si después de todo...? No. Pero es que unos minutos bastaron para que pareciera que si. Que me gusta, que me atrae, eso ni negarlo. Tardísimo es para decir que no. Me encuentro con una de sus batas en su cama y sin bragas, por Dios Paulina.

¿Y si te das una chanza? Digo, nada más para vivir esto... Madrid es joven; o ¿era la noche?

Si planeas vivir esto, sabes que acabará. Tendrás que regresar a la realidad para trabajar, vivir mi vida en Estados Unidos, tormentosos papeleos para el divorcio. Sufrir la pelea rotunda y resignada de Alejandro y mia.

Pero ¿Quieres vivirlo? Sabes a lo que te a tienes involucrándote con ella. Sabes que el que juega con fuego se quema y lo más importante, no solo te quemas tú, quemas a alguien más que ha hecho lo que tenía que hacer. Te mintió. Si, pero no es como que uno vaya por la vida gritándote de buenas a primeras a quien sea que sea que tiene familia y si está viva. Más si le has gritado que la odias. Pensando que has muerto. ¿Por qué coño moririas? ¿Por qué carajo, te alejarías de tu familia?