CAPITULO IV

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Paulina ha caído entre mis brazos desmayada. Estoy en shock. No, no, no. No ahora.

– ¡Mi amor! – digo bajando la un poco por qué siento que me gana el peso de su cuerpo. ¡Joder!

– ¡Maria Jose! – dice Elena y empiezo a ver qué las enfermeras se acercan a dónde estamos preocupadas por Paulina tanto como yo lo estoy.

Tratan de acostarla en el piso y yo no puedo reaccionar ante lo que está pasando ¿Que es esto?.
La están examinando cuando llega una mujer con una camilla y un equipo de oxígeno que me preocupa todavía más. El camillero trata de levantarla con total cuidado mientras yo sigo en el piso y Elena trata de hacerme levantar; suben a Paulina a la camilla y la acomodan, asegurándose de que no se va a caer y se conduce al fondo del pasillo en cuanto han confirmado esto. Julian va tras ellos y yo me quedo con Elena aún sin poder creer esto.

– Maria Jose, vamos a dónde está Paulina, para ver si está mejor – me dice tomándome del brazo y tirando de mi. Lo único que puedo hacer es seguirla y tratar de calmarme.

Vamos hacia allá y Julián está afuera del cuarto donde metieron a Paulina, tras la ventana puedo ver qué le han puesto la mascarilla de oxígeno, ¿Estará bien?. Le empiezan a quitar el saco y la corbata que trae. Y la examinan mucho mejor.

– ¿Ella estaba bien cuando estaba con ustedes? – digo con la voz un poco cortada, por qué no pude sostenerla. Esa imagen de ella cayendo y yo sin reaccionar se repite en mi cabeza.

– No estaba tan bien, no creímos que le pasara esto. –
Dice Julián preocupado mientras mira por la ventana.

Elena se sienta y se toma la cara en desesperación, con ambas manos ella las corre para atrás y resopla cansada.

– Es que es por qué no tomo sus pastillas; ya le ha pasado antes. En el funeral de mi madre cuando se perdió y luego bueno todo lo que pasó. – dice ya recostando su cabeza en la pared.

– ¡Pero no le pasó así!... Espero este bien. No... – digo cubriendo mi boca con una mano mientras cruzo la otra – soportaría perderla... Y tampoco quiero que le pase nada. Es mi deber protegerla –

El doctor que la atendió sale con unas hojas y las enfermeras verifican el suero que le tienen puesto y la otra le inyecta algo directo al normogotero.

– Me imagino que ustedes son los familiares de la señora – dice el tipo por alguna razón se me hace conocido.

– ¿Que haces aquí Freddy? – dice Elena un poco enojada y Julián se acerca con ella para cuestionarlo

– Ya le había dicho a su hermana que aparte de mi trabajo de DJ también soy medico – dice explicando lo obvio y haciendo que lo recuerde.

– claro, tu eres el de la marihuana – le digo en tono de recuerdo.

– No digamos eso en público y menos aquí señora – yo solo me volteo por qué no puedo creer que estemos hablando de esto en vez de mi esposa.

– ¿Bueno, que le pasa a mi esposa? – digo ya desesperada.

– Ella ya está bien, solo ha tenido una pequeña fase...– ¿A qué coño se refiere con eso? – dejen les explico... – dice cuando ve mi rostro – por los signos que vimos tenía una fase pequeña de deshidratación, suena gracioso pero se ha desmayado por qué está cansada y el cuerpo no aguanto. Posiblemente no haya comido o esté comiendo bien ya saben que los medicamentos que toma exigen que coma por lo menos un poco más. No exige mayor valoración pero la estaremos viendo. También le daremos de alta en una hora, cuando ya haya despertado ¿Esta bien? – dice consultandome.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora