CAPITULO LXVIII

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Estaba en la sala de espera llena de sangre. Llorando y desconsolada. Asustada. El corazón me iba a todo lo que daba con tanta gente, con tanto de todo. Ernesto estaba aún lado mío y estaba en shock. He de reconocer que no hubiera podido hacer nada, estaba en ese bucle. Ellos reaccionaron de manera rápida yo, me perdí al ver todo. Mi cabeza repetía una y otra vez como le disparó, estaba en mi cabeza sin cesar. Ella estaba aún en mis brazos, veía aún como no podía respirar y...

Elena llegó con Diego y Bruno y en cuanto me vieron corrieron a abrazarme.

- ¿dónde está? - dijo Elena. A quien tenía abrazada, llorando un poco aún.

- esta en el quirófano, no me han dicho nada desde hace una hora - me limpié la nariz, mis manos estaban llenas de sangre.

- Diego ¿llevas a María José a lavarse las manos?

- si - dijo el hombre canoso. Estaba perdida en todo lo que había pasado, tanta sangre, la imagen de Alejo en mi cabeza cuando vi que se disparó. - majo - dijo viéndome - ¿dónde podemos encontrar a la tal kim?

- Trabaja en el mismo despacho que yo. En mi móvil esta el contacto.

- voy a poner una denuncia. Tenemos que ir.

- no me quiero mover de aquí. Si a ella le pasa algo y no estoy, no sé...

- Esta Ernesto, tenemos que dar con ella antes de que se fugue.

Me temblaba el mentón de llanto. De ganas de no saber nada. Le asenti, valiente. Pero por ser valientes estábamos aquí, pagando las consecuencias de actos innegables. ¿Este era el precio? ¿Una preocupación enorme y culpabilidad?

Dejó que me lavara las manos y la cara que estaba hecha un desastre por haber llorado. Inclusive el cabello estaba manchado, mi ropa. Me limpié con mucho dolor. No sabía que había pasado. A dos balazos desde ese momento. Todo pasó tan rápido. Me sentía mareada de todo y para ser sinceras yo me había quedado en ese lugar, presionando su herida para que no se desangrara.

Salimos a la sala de espera y Bruno vino a abrazarme. Estaba muy asustado.

- Voy a ir a hacer algo y regreso lo más rápido que pueda. - le besé el cabello - si algo pasa, háblame al móvil. Yo voy rápido y vengo.

- ya hemos llamado a la policía. Márquez está pidiendo verte en el cabaret... - dijo Elena, asenti.

- Mamá - dijo Bruno. - ¿dónde había estado?

- Bruno, es una larga historia que, no tiene mucho caso contarte ahora... tengo que irme.

Lo dejé con su abuelo y con Elena. Lucia venía apenas en la entrada.

- ¿dónde está paulina? - dijo alterada

- en el quirófano, será mejor que cuando regrese no te encuentre aquí - le dije mirándole a los ojos - sabias todo, sabias todo lo que iba a pasar, eras su cómplice, ¿cómo puedes seguir haciéndole daño?

- María José, vamos - dijo Diego.

- Yo jamás le hubiera hecho daño - dijo dolida, cuando ya nos habíamos alejado un poco.

- eso no fue lo que yo vi.

En el fondo, pensaba que era mi culpa, la que debía de estar en esa cama de hospital seria yo, estaba apunto de dispararme a mi. Sus palabras me retumban en la cabeza no quiero escucharlo.

"Fuiste mia" y un "te amo" que terminaron con todo.

Por lo que faltaba de camino, sentía perder la vista, estaba en el trance y no estaba viendo nada que no fuera todo lo que había pasado. Me dolía la cabeza, me retumbaba sus palabras. No me sentía lo suficientemente fuerte para seguir, no sé cómo estaba de pie.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora