CAPITULO XVI

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Siento que no tengo mucho tiempo, un gran mar de emociones está cruzando sobre mi y no se cómo gestionarlo, se abalanza sobre mi, ya no se que hacer. He visto de nuevo a José María y aunque me niegue, puedo decir que lo odio. No sé que sucedió ni donde estoy. Solo se que estoy adolorida, me duele la cara y no quiero abrir los ojos, por qué temo encontrarme con la peor escena, tal vez la de mi funeral. Espero no sea como el de mi mamá, por qué si no... Iría pura gente hipócrita y una hija loca entrando en crisis.

– Bruno, está reaccionando... Llama al médico.

Escucho la voz de mi papá a lo lejos, intento abrir los ojos, lo hago muy lentamente, ya sabes el proceso Paulina, despacio. Con calma, estarás a salvo.

Cuando los abro, hay imágenes de mi papá y de un lugar muy luminoso, es molesto y no me ayuda para querer abrir los ojos. El doctor entra y se dirige a mi para analizarme, aunque no estoy muy segura de que pasa, se que estoy a salvo.

– ¿mamá? ¿Estás bien?

– Será mejor que salgan mientras la examino. ¿Si?

Ellos se retiran de la habitación y yo me quedo con el médico. Mientras hace las revisiones como, ponerme luz en los ojos para ver qué estoy ubicada, mi pulso, mi cara, que cuando la toca siento un dolor, otra vez ese dolor. Que me recuerda a la Paulina débil.

– estás bien Paulina, necesito que me hables. ¿Puedes hacerlo? – intenta hablarme despacio como si no entendiera lo que dice.

– estoy bien, ¿Que paso?

– estás en un hospital... Te explicaré en cuanto puedas tomar los medicamentos. – el me extiende unas pastillas y me alcanza un vaso de agua.

– ok, ¿para que son?

– una es para el dolor y la otra es tu calmante. Una ansiolítico, te ayudará con lo que pasó.

– recuerdo muy poco, eh... ¿Puede hacer que pase mi familia?

– me imagino, después de una escena así es normal, no recordar lo que pasó anoche...

– ¿anoche? – le digo interrumpiendole – ¿como que anoche?

Mi papá y Bruno entran a la habitación junto con una enfermera que verifica el suero que me tienen conectado a una mano.

Mierda, todo esto pasó por qué no pude defenderme y por qué Jose María apareció.

– mamá, ¿te sientes mejor?

– si Brunito, estoy mejor. – de tanto nerviosismo que siento no me había percatado de que la cara me duele al hablar. Así que me la palpó para ver si es muy grande.

– no lo hagas hija... Estarás bien. En un rato podremos ir a casa y... No sabes. Maria Jose ha estado llamando todo el tiempo. No le hemos dicho nada para no preocuparla. – mi papá se nota tranquilo.

– Paulina – dice el médico interrumpiendo nuestra plática. – es necesario que te hagas unos análisis, por rutina. el caso es que no puedes irte aún a casa, además de que tenemos que esperar a tu psicólogo y ver cómo te podemos ayudar, es la segunda vez que caes en un hospital por una crisis así que será necesario esperar. Me retiro y ahora viene otra enfermera para ayudarte.

– muchas gracias doctor – le responde mi papá tomándome de la mano.

Intento sentarme en la camilla y Bruno me ayuda. Se ve cansado y me imagino que por qué ha estado aquí durante mucho tiempo.

– Brunito, ¿no has dormido nada verdad?

– un poquito má, es que no despertabas y pensé lo peor. Cuando te vi tirada en el suelo, sometida a ese torpe tipo que de seguro solo quería robar la casa, temi lo peor mamá. – se acerca a abrazarme, tratando de contener las lágrimas.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora