CAPITULO LXXI

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Estaba pegada a la puerta del baño, ya no escuchaba nada y a nadie más que mi propia respiración claro, ahora estaba en el baño de una casa que supuestamente era mía, pero yo del todo no estaba aquí. Tenia la sensación de haber dejado el cuerpo en aquel avión que me trajo aquí y del todo no saber como estaba reaccionando. Yo no sé que estoy haciendo. He venido a México, pero con un alma totalmente muerta.

Ellos a quienes llamamos dioses estaban muertos y yo ya lo veía entre muchas otras cosas, es decir: Tenia en pedestales a la gente que me había ayudado, yo a alejo lo tenía por el mejor esposo y quien tratara de dañarlo lo mataría, defendería a mi familia al costo que fuera, todos hablaban de lo hermoso y lo divinos que éramos, la unidad que teníamos era envidiable. El me falló y cayó de aquel pedestal.
Lucia no se quedó atrás, ella también me falló y lo peor de todo era que su mentira había durado muchísimo y no me había dado cuenta. Le había contado hasta el más mínimo secreto (ahora ya no tan secreto) que idiota me vi.

Que estupida me vi, confiando en gente que ni un gramo de mi merecía.

Pero de esto estamos hechos... de decepción, de lamento y tal vez, solo tal vez de un poco de resentimiento.
Siento de nuevo el nudo en la garganta, las lágrimas incontrolables. Yo pensé que esto no me iba a doler, pero estuve en un trance.

Dos días atrás...

pau, ¿qué haces?– me dice alejo sentado en el sofá

– firmo unos documentos antes de irme – el esta viéndome pero con el coraje que tengo no es posible que yo lo mire también

¿a dónde irás? ¿Por qué no me habías dicho? – me levanto de mi asiento dispuesta a ignorarlo y salgo de allí. La habitación será más tranquila.

El se asoma por mi puerta y tiene cara de molesto, cierro el portátil y volteo a verle

¿se te ofrece algo?

que me des una explicación, eso es lo que se me ofrece.

dejaste de tener muchos poderes sobre mi desde hace tiempo...

Paulina, ya hemos hablado de esto, ¡no hagas que regresemos a lo mismo de siempre!

yo no fui quien regresó a lo mismo de siempre contratando gente para espiarme y manipularme y para enterarse de todo lo que hago...

–¿de que hablas? – estoy más que enojada

– no te hagas estupido– le apunto que bien sabes de que hablo, toda tu puta farsa, todo lo que haces para "protegerme" deja de molestarme y si no quieres que haga algo más peligroso, ¡A L E J A T E!– le miro severa y salgo de mi propia habitación yendo a mi despacho.

Todo el mundo pensando que éramos indestructibles, que nada nos pasaría y lo buscamos arruinar, mi vida perfecta. Odio cuando eso pasa, algo sale mal y entonces hay que cambiar el plan las veces que sean necesarias. Me siento en el baño y mis lágrimas salen. Yo pensaba que las cosas serían diferentes.

– ¡Paulina!– dice ella entrando deprisa al baño

– ¡María jose!– me pongo de pie y me lanzo a sus brazos a llorarle, a llorar lo que no he llorado con nadie, por que me he quedado sola, me quedé sola...

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora