CAPITULO II

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Salimos del hotel en el que estábamos. Las calles estaban llenas de personas y tomadas de la mano caminábamos hacia la esquina para esperar a Julián que traía mi coche. Solo lo esperamos unos minutos como cinco al máximo, ella miraba para el lado contrario muy sumergida en sus pensamientos, creí que me diría algo sin embargo no lo hizo.

- ¿Que pasa? -le digo sin mas, esperando a que la respuesta fuera convincente para no hacer más preguntas.

- Extraño Madrid ¿Sabes?, La gente, las calles, en fin todo. Solo que está vez no sé si podré regresar - agacha la cabeza riendo en ironía - por puri ya sabes. - dice muy seria a esto último.

- Bueno pero no tienes que preocuparte por eso princesa, no ahora, tal vez podamos viajar todos juntos cuando todo esto se arregle. ¿No quieres ir a verla después, juntas? - eso me salió sin pensarlo, ¿Estoy loca? ¿Acaso quiero que Purificación me mate? Estaba en shock por lo que acababa de decir.

Se volteó sorprendida de lo que dije - Tal vez después- dice con una sonrisa.

Julian llegó y se detuvo delante de nosotras estacionando todo mal, solo pongo mis ojos en blanco.

- No que bárbaro, si quieres déjalo en medio de la calle, Julián - Maria Jose comenza a reir y yo también. Vaya que las risas eran lindas, y yo sentía esa paz que hace mucho tiempo no sentía. Julian bajo del auto y yo me fui a saludarlo. Lo abrace y Maria Jose hizo lo mismo.

Mientras me daba las llaves del coche abrazo a María Jose.

- ¿Cómo están? ¿Se divirtieron a noche? - dijo de manera sugerente antes de entrar al auto en la parte de atrás. Me quedé roja, sentía mis mejillas ardiendo y cuando volteé a ver a María Jose tenía la misma expresión que yo.

- ¡Julian! - dije a modo de regaño dirigiéndome a la parte del conductor.

- Es solo una broma, además Paulina ya te hacía falta coger, admítelo. - el estaba sentado en la parte de atrás y cuando dijo eso sentí morir de la vergüenza, se cruzó de brazos y Maria Jose solo reía mientras tomaba su lugar en el copiloto.

- Ay, Julián. Que cosas salen de tu boca. ¿Que tiene que ver qué regañe a la más tonta con que me haga falta coger? - le digo con ese tono mío de sarcasmo pasivo - agresivo.

- Julián, mejor dime dónde está el dichoso apartamento para que podamos ir - dice María Jose entre risitas

- Ay ya, le envié a Paulina la dirección por WhatsApp para que la puedan ver, no es muy lejos y bueno mientras me cuentan que pasó, con la loca. - dijo soltandolo de golpe.

- ¿Que loca? - pregunto Maria Jose abrochando se el cinturón de seguridad al igual que yo.

- ¿De que hablas, Julián? - dije mientras ponía a andar el coche.

- ¡Ah! Bueno, Paulina. Antes hay que ir a la casa grande, por qué tienes que hablar con los dueños antes. Por lo de anoche.

- ¿Que cosa? - para que quiera Julián que fuéramos allí, si ya no éramos los dueños. Una pareja compro la propiedad y eso fue hace tres días, antes de la boda .

- ¿Pero Julián que pasa? - dijo ya Maria Jose impaciente.

Julian la miro un poco nervioso, lo sé por qué siempre mira hacía los costados cuando miente o cuando está nervioso.

- Cuando lleguemos lo van a ver, Maria Jose. Es importante vamos primero a la casa, allí está Elena y nada más te está esperando a ti, Paulina. - dijo preocupado.

Nos encaminamos directo a la casa, no pasaron muchos minutos, apesar de que el tráfico estaba tranquilo. Julian y Maria Jose conversaban de la boda y decían cosas de las que no me acordaba, como que me había bebido la botella de vino directo de la boquilla antes de caer super ebria, y que estuvimos bailando a todo lo que daba, y para ser sincero los recuerdos de la noche venían a mi cabeza de poco en poco. Gracias al cielo, bueno no tanto ya que ahora mi imagen habría quedado por los suelos por el ridículo que hice, aún así no estaba arrepentida. Todo valió la pena.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora