CAPÍTULO XXV

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Voy abriendo los ojos ligeramente, el ruido y el frío me han despertado. Está todo muy blanco y azul a mi alrededor, mientras veo que una persona entra, no puedo moverme.

– Hola, buenos días... ¿Cómo te sientes? – me pregunta tranquila acariciando mi cabeza.

– no... No se... ¿Quién es usted?

– soy tu enfermera en turno, me llamo Marilín. – saca un extraño objeto y lo pega a mi pecho. Poco a poco puedo sentir la movilidad y levanto mi mano.  Dónde estoy. Que hago aquí, hay mucha gente extraña. – ¿puedes decirme tu nombre?

En ese momento en el que me hace la pregunta no se que responder, ¿mi nombre?

– vamos linda, tu nombre.

– no se, no se mi nombre – mi corazón empieza a acelerarse y respiró un poco más rápido. – no se cómo me llamo.

– tranquila, es normal... Dentro de poco podrás responder a todas las preguntas. Tu familia vendrá en un rato y ellos podrán ayudarte con eso. Llamare a los doctores para que te inspeccionen, no te levantes.

– ajá. – volteo mi vista a otro lado, confundida. Me duele la cabeza y las muchas preguntas surgen a mi. No se quién soy,  no se que hago aquí. Dijo que mi familia vendrá... No puedo recordar nada. Me duele el cuerpo y también me duele la cabeza.

– señora Aguirre, buenos días. – anuncia un sujeto de cabello blanco y gafas – ¿como se siente hoy? – me pregunta mientras saca un artefacto de luz posicionandolo en mi ojo. Lo que me hace querer cerrarlo. Aunque el lo hace de nuevo hasta que cedo.

– me siento confundida – le digo sincera – no... no se cómo me llamo.

– es normal, ha sufrido una fuerte caída. Le explicó – dice el tomando asiento. Pero en lo que lo hace un sujeto entra a la habitación tiene barba y es alto.

– ¿que pasa? – suelta preocupado.

– señor, espere afuera Porfavor. – la mujer que esta le conduce a la salida del cuarto y por la ventana puedo verle mientras el sujeto me toma de la mano, haciendo que yo preste atención a el.

– es normal que no recuerdes nada Paulina. No te debes de preocupar. Has sufrido un trauma por lo que puede que tus recuerdos no los veas claros. Pero estoy seguro de que tus familiares te ayudarán y nosotros te proporcionaremos toda la ayuda que requieras. Pronto podrás irte a casa.

– creo que está bien... 

En cuanto ellos salen dejan pasar al sujeto que vi hace unos minutos. A grandes rasgos me ha dicho que es mi prometido y que vivimos en Estados Unidos.

Que me he caído y todo esto está confuso. Cuando el me ayuda a llamar a una enfermera por el dolor de cabeza intenso que me ha dado.

He estado pensando todo lo que va de la tarde. El se ha quedado aquí a mi lado acariciando mi mano de vez en cuando. Mientras me cuenta la vida que tenemos en Estados Unidos. No se que creer por qué no recuerdo nada. Pero el es mi prometido, se supone que debo de confiar en el apesar de que se me haga un desconocidos. Una mujer alta de cabello rizado ha entrado a mi habitación y se ha quedado mirando. No tengo idea de quién es pero le miro fijo.

– ¿Paulina? – dice extrañada

– eso dice todo el mundo – suspiro

– ¿no recuerdas nada?

– no...

– ¿ni a mí? – creo que va empezar a llorar o algo, por lo que me espanto. Mientras que alejo va a ella y le toma del brazo.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora