CAPITULO XLIX

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Creo estar corriendo por un corredor. Lo que al principio parecía un simple sueño agradable se ha convertido en una desesperante pesadilla, corro sin fin. De un momento a otro puedo sentir en mi distracción como están  mojadas mis manos, joder. Están bañadas en sangre, sangre que me empieza a dar asco, la sacudo pero es inútil por qué el piso también tiene y me cae del techo también, haciendo que manche mi ropa que era blanca. Me empieza a dar asco, mucho asco.

– ¿Vez lo que haz hecho? – me dice una voz conocida detrás mío.

– ¿Eh? – le digo confundida, volteo curiosa y es María Jose, está perforada por el abdomen llena de sangre, mientras llora desconsolada y trata de hacer que se detenga el brote de sangre.

– Mira lo que me hiciste... – ella cae al suelo aparentemente inconciente.

– Maria Jose, mírame... – le suplico. Una mujer de cabello corto y ojos azules se asoma. ¿Mamá?

– no te quedes sola Paulina, no te quedes sola... – repite en un susurro.

De alguna manera empiezo a llorar, desconsolada por ver a María Jose allí sin poder ayudar y por estar viendo a mi mamá diciéndome palabras que ya había odio antes pero no recuerdo donde.

Un ruido hace que me levanté disparada de la cama, con la respiración acelerada, el corazón a todo lo que da y mi cabeza hecha una bola de sentimientos horribles. Ella está acostada tranquila sin siquiera moverse. Mi celular en la mesita de noche está sonando por una llamada entrante. Apenas veo el reloj que está allí mismo y son las 04:33 de la madrugada. Mierda...

Veo la pantalla y es Alejo. Así que hago perder la llamada, me pongo de pie lento para salir del cuarto y poder atender, debe de ser importante para que llame a esta hora. Así que una vez en el balcón le llamo de vuelta.

– Pau, cariño. – como detesto que me diga de esa manera, lo odio.

– buenas noches. ¿Que quieres? – le digo cortante mientras miro la calle vacía y me da un aire frío. – es muy tarde aquí Alejo, no sé si sabes.

– Perdoname pero, no te llamaría si no fuera una emergencia.

– ¿Pasó algo? ¿Todo está bien?

– no, bueno si... Pero no te alarmes. ¿Quería saber cuándo regresas? para poder decirte esto de frente.

– no puedes decírmelo ahora, que tan importante puede ser – me hago el cabello atrás.

– muy importante. En verdad importante.

– joder, pues regreso el lunes, por la mañana sale mi vuelo. – le digo frotando mis ojos. – ¿es todo lo que necesitas saber?

– Si, si... Nos veremos pronto entonces. Descansa.

Le cuelgo sin decir más, es obvio que no me interesa nada de el, ni de lo que tenga que decirme a menos que sea por trabajo, pero sé que no es por eso.

Regreso a la cama y Maria Jose sigue dormida. Se ve hermosa aún con el poco maquillaje que tiene, siempre tan espectacular.

He despertado a las siete de la mañana, suficiente para que pueda ir por cosas al hotel y hacer la maleta. Me he levantado a hacer el desayuno a María Jose, tal vez en un pasado fui una buena esposa y por qué no aprovechar lo que he ido aprendiendo. Le hago unos hot-cakes con huevo y tocineta. No sé que acostumbre a comer, pero espero le agrade.

Voy a la habitación para ver si ya se despertó y me encuentro con que no lo ha hecho. Traería el desayuno pero no tiene bandeja o algo para que lo traiga, así que opté por un vaso de jugo en lo que ella despierta.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora