CAPÍTULO LXVII

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Habían pasado ya tres días desde que Maria Jose partió a México y me dejó... Aunque ella dice que cree que es verdad lo que dije sobre elegirle una espinita dice que no es cierto.

Vamos, es tonto siquiera pensar en que sobre esos ojos no había toques de desilusión posados y que sobretodo no estábamos rompiendo algo. Pero yo siempre tengo la culpa

– No alejo, ya te he dicho que la quimioterapia de esteroides es necesario. Que te lo dijo el médico – dejo mi bolso sobre mi buró. Hay flores en la mesita cerca de mi escritorio.

– Pau, no me pasará nada si no los consumo, es mucho medicamento para mí.

– te ayudará por si pillas alguna infección o algo, ayudame a ayudarte.

Leo la tarjeta y ni bien empecé a leer el texto y ya estaba aburrida. Alejo, ¿cuando aprenderá?

– Pau, cariño... Estaré bien.

– eres un adulto, no necesito estar atrás tuyo para que hagas las cosas.

Discutimos un rato por teléfono, en esto se han pasado estos días en los que llegó a la oficina y me pongo a trabajar con el único propósito de alejarme. Llegó a casa cansada y aunque ayer llegué temprano para cenar y alejo estaba allí me puso de mal humor. Asi empezó todo.  El me robo un beso y yo me quite de allí sin decirle nada. Me presiguio hasta la habitación y nos gritamos un par de cosas. Nada grave a comparación de otras veces en las que peleábamos, está vez debía medirme y no herirlo. No con esa ventaja. Me sentía ruin por el hecho de estar discutiendo con el, no por el hecho de que necesite mi lástima, si no por que no quiero hacerle daño.

He hablado con María Jose por mensajes de textos monosílabos que ella me escribe donde me explica que Bruno salió del hospital, apesar de no ser grave su abuelo prefirió que se quedara más tiempo allí para descartar cualquier daño, el iba manejando y fue el más dañado. En cuanto aterrizó Maria Jose no dijo nada, estuve casi todo el día esperando una respuesta, yo también estaba mortificadisima por Bruno, lo estaría por cualquiera de ellos; Maria Jose sin embargo, no me dio el voto de confianza y decidió pensar que no me importaba tanto, asumiendo como siempre entre nosotras que todo estaba bien y que una tiene que mirar más que otra o que cada quien tiene que estar separada de la otra para poder manejar las cosas.
Si piensa de ante mano que no voy a investigar esta en todo el error, ella merodeo mucho sin mi consentimiento a tal grado de decirle todo. ¿Y que obtuve? Nada

Nunca debí de reclamarle nada, no debí de haberla llevado con Lucia. Es solo que, queria que Maria Jose la conociera y así tener una parte de mi integrada. Pero fue muy egoísta de mi parte. Lucia por otro lado se ha portado hermética también y aunque no sé si soy yo la que lo está tomando así tampoco le he preguntado. Es mejor dejar las cosas que se rompieron por la paz.

Hoy, Alejo ha decidido ponerme los pelos de punta al llamar al abogado y otros tantos para hacer el testamento, está necio con esa idea. Yo la tengo clara, el no va a morir, si al principio pensé que está enfermedad lo estaba matando ahora parece mejorar con el tratamiento. No es que le desee la muerte, pero a veces me gusta pensar que dentro de poco no voy a tener que cargar con el. Está mal, pero me hace sentir tranquila tener ese pequeño círculo de luz que me dice que pronto me marcharé de aquí.

El día que la dejé en el aeropuerto pensé que demostrarle sería una de las mejores cosas que podía hacer, que podía demostrarle a María Jose que tenía controlado todo, pero de nuevo, ella eligió cruzar la barrera a ninguna parte para regresar a casa a cuidar de quienes le necesitan. En el fondo, creo que está bien, pero no deja de ponerme triste que piense que no le elijo y sobretodo, que piense que al final cada quien va estar por su lado en una guerra que posiblemente ella gane. No tendría a dónde huir si ella se pusiese en ese papel, el papel de rivales nunca nos viene bien.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora