CAPITULO LXI

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Me había despertado diferente, siempre pensé que las cosas marcharian diferente, una parte de mi faltaba. Tal vez era esa güera de ojos verdes que me había encantado en Madrid. Parecía serpiente hipnotizada por una flauta y no estaba arrepentida de eso; por el contrario estaba agradecida de ese desliz que me había hecho darme cuenta que puedo creer en alguien y que ese alguien me puede hablar con la verdad por qué me quiere. Había descubierto parte de mis raíces en México y sobretodo, me había enamorado a primera vista. Esas manos, esos labios, ese cabello y esa manera de hacer las cosas.

Algo hice bien y de eso no hay duda, al menos pude estar a salvo un tiempo. Lucia me ha marcado hoy en la mañana para venir a buscarme y así ir a la oficina, fingimos que las cosas van bien, prefiero que sea de esa manera, que pereza manejar todo con incomodidad. Pero al final le he dicho que Alejo tiene que ir a la quimioterapia lo llevaría primero y luego iría a la oficina.

Y así como he dicho hemos ido, he estado a su lado mientras su palidez hacia presencia. Que arrepentimiento y que desgracia. Pero por fin estaría mejor, solo era cuestión de tiempo.

El chófer me llevo al trabajo y le hable por el móvil a María Jose para saber si ya había visto el regalo, sencillamente pareció que la sorpresa no le agrado tanto como a mí o no salió como yo esperaba. Que ganas de haber estado allí, entregarlo y llegar de sorpresa para rodearla del cuello con los brazos y besar sus labios hasta que ese labial rojo ya no existiera. Pero las cosas tienen que ser de diferente manera y por alguna razón que yo misma elegi estoy aquí, a un país de distancia solucionando los problemas que por alguna razón decidieron hacerse presentes.

Lucia está enfrente mío tomando café con sus lentes de sol mientras yo tecleo en mi teléfono que decirle a María Jose, por qué no me ha enviado mensajes desde la última llamada que nos hicimos. ¿Se habrá molestado?

- ¿que es lo que tanto haces? - me voltea a ver sobre los lentes

- trato de enviarle un mensaje a María Jose pero no sé que decirle...

- ¿ves que si estás enchochada con esa güera? Y luego dices que no. ¿Quien te viera?

- me gusta mucho, eso no lo niego. Pero tengo cosas más importantes que hacer, se sabe y lo sabemos. Así que no hay más del tema

- ay bueno ya, lo que sea...

Lucia hoy no está casi de buen humor, puede ser que ha tenido mucho papeleo en la oficina. Eso es lo de menos, yo solo no puedo dejar de pensar en ella, no he podido concentrarme en nada más que en ella y en qué me gustaría que las cosas fuesen diferentes por qué le echó de menos. Quizá muy en el fondo siempre fuimos algo muy cercano después de nuestra separación, pero solo son preguntas que jamás me podré responder por qué al paso que vamos mi mente jamás me dará para más.

- ¿que dices si vamos a cenar algo hoy eh? - le digo a Lucia para después beber mi café.

- si quieres, la verdad no estoy de ánimos pero vamos.

- ¿que sucedió ahora?

- nada, solo no estoy de ánimos.

- está bien, está bien - alzó mis manos rindiéndome

En la oficina todo está muy tranquilo, casi no he tenido juntas y eso que después de una semana de haberme ido esperaba que todo el mundo llegará con pendientes de mas.

El teléfono de mi despacho suena y solo volteo los ojos

- si - le digo a mi secretaria

- señora Aguirre, el señor Salvat está aquí afuera ¿se lo hago pasar?

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora