CAPITULO LVI

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Recuerdos

- ¡Maria Jose! - me grita una voz que conozco a la perfección...

- Paulina pero... - le digo asombrada por verla, no me la creo ¿Que hace aquí? El poco tiempo para pensar es torpemente corto y siento las pulsaciones acelerarse, así como ella agitada por haber corrido esa distancia, siento ese miedo de nuevo. Se acerca poco a poco, temerosa así como yo.

- ¿y si... Intentas disciplinar a Bruno en vez de Madrid aquí? - dice agitada y nerviosa por la posición de sus manos, tomadas entre sí.

- pero ¿y la fiesta? - es un evento muy importante para su madre y para ella, se sabrá lo del heredero de la florería, tanto ha trabajado por ello, estaba sumamente afectada está mañana por eso, lloraba.

- ¡ay la fiesta a quien le importa! - dice minimizando el echo lo que me sorprende - no se suban a ese avión porfavor - dice en un tono que nunca antes había escuchado mirando a Bruno...

Me le quedó viendo, no me la creo, ella está aquí. Para decirnos que no nos vayamos a Madrid. Aunque claramente no sé si es verdad o que es lo que busca, tal vez estoy haciendo esto de una manera cuando puede fácilmente venir por Bruno por qué al final decidió que quiere quedarse con el.

- ¿lo intentamos? - dice mirándome a los ojos, esto es cosa de Paulina la que hace todo por qué las cosas suceden como ella quiere, es capaz de decir lo que sea con tal de que Bruno no se vaya.

- ay, Paulina ya... - digo cansada - ya intenté vivir aquí cuando nos separamos, y no fue fácil - le digo sincera - aquí es difícil encontrar trabajo no es fácil para mí...

- no no no, yo no te estoy diciendo que intentes vivir en México de nuevo, te estoy diciendo... - dice con ese tono pausado lleno de dificultad en cada palabra lo que me deja mirandole - que si lo intentamos juntas, de nuevo...

- ¿Qué? - no me creo lo que estoy oyendo, probablemente esté ya sentada en la sala de espera de pasajeros y esto solo es un invento de mi imaginación

Ella saca una leve risita.

- ¿Enserio? - le pregunto confundida

- somos una familia, disfuncional, rara... - enumera - Pero somos una familia...

- ay, no se... Si al menos fueras lesbiana - en un acto sin siquiera proveerle tiempo de pensar, me toma con fuerza de la cara atrayendome a ella y nos besamos... Un beso lleno de necesidad, que anhelo mucho con lo que soy... Fueron los mejores segundos, eso ni negarlo, aferrarme a ella a esa cintura, como ella de mi en medio del paso que estaba.

Verle a los ojos al separarme ese cabello oscuro y esos ojos esperando algo, mientras casi que sin querer soltarle. Me acaricia el cabello y va bajando sus manos lentamente, hasta que tenemos que separarnos. Debo de estar soñando, joder.

- ¿Te quedas?

Muchas emociones para tan poco tiempo, no reacciono.

- no lo sé... - le digo sin siquiera analizar lo que acaba de suceder, negando más para mí y así como ella tengo esa cara de desilusión, de miedo... Por qué se cómo puede ser todo y no quiero.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora