CAPITULO XLVIX

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El dolor de una pérdida no será mitigado por el de una llegada, aunque existan lazos de sangre....

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Quién dijese lo que dijese yo ya tenía claro lo que tenía que hacer, desde que llegó este tipo llamado Diego, Alejo no ha estado tranquilo. Despierta en las noches llorando, ahora he tenido que dormir con el para así no salir corriendo a su dormitorio, con la esperanza de que no se haya matado. Tres malditos dias en los que no he podido dormir, no he podido comer, ni estar en mi casa. Veo en la oficina a este hombre de cabello canoso, todos los días ha ido a verme, sin embargo le he negado hasta la entrada. Tuve que hacerlo, no me da confianza.

La última vez que hablé con María Jose fue está mañana, ella me habló por teléfono para decirme sobre Bruno y le agradezco. Había estado muy preocupada por el, pero al parecer el está bien. Con Lucia he hablado muy a la periferia y nada parece acomodado en mi vida, lo único sólido que tengo es María Jose y ni tan sólido por qué está en México haciendo y estando con no sé quién. Parecía muy sonriente y feliz en una ocasión que le llame y aparentemente se topo con una persona, una mujer, reía muy plácida. ¿Estaré sintiendo celos de la nada?

"Bueno, Paulina, detente un poco; tu muy bien sabes que Maria Jose por ahora puede hacer lo que le venga en gana y parezca"

Bueno Paulina, no te ralles tanto con eso. Ella es tuya.

Supuestamente...

Ella se había portado diferente desde que se fue, desde que le dije. Pensé que eso nos ayudaría, pero no sé que creer. La confianza es un vínculo muy parecido a la templanza, sientes perderla del todo pero los años que le acompañan practicando te recuerdan que todo estará bien y saldrá cuando se necesite. No puedo perder lo que no tengo y ninguna está aclarandose del todo. Así que, con eso estoy desayunando a un lado de alejo. Esta más pálido, ojeroso, decaído; Lo miro, pero el parece perdido del todo.

- ¿irás a la oficina el día de hoy?

- como todos los días... - le digo, para después tomar la taza de café - no quiero que estés allí nada más contemplando el plato, come algo.

- no tengo hambre... - dice frustrado.

- Alejo... - el niega y se pone de pie, ahora ya usa bastón. Supongo que, no puedes obligar a una persona lo suficientemente grande a que haga las cosas.

El y yo ya estábamos jodidos desde el día uno.

Lucia ha pasado por mi, está afuera esperándome en la camioneta. Algo me oculta esta mujer, desde las poses de sus pies y cuerpo hasta las miradas y sonrisas poco sinceras. Esto es así, si no es alejo mintiendo es Maria Jose o Lucia. Todos en este lado de mi historia ocultan cosas. No los juzgo, deben de tener razones poderosas para mentirme. Como yo las tengo para no ser sincera del todo una vez veo la incertidumbre en sus ojos y la poca claridad de sus palabras.

Le saludo con la mano de lejos, y sonrió ampliamente, si pudiera simplemente poner pausa a esto, ya, le hubiera puesto "stop" porque, sonríe plena y la mañana es fresca, con el sol radiante, parecen decirme que esta bien, yo me siento bien conmigo, camino alargando las piernas sobre el pavimento mientras los tacones resuenan y veo todo en cámara lenta para apreciarlo mejor. Pero esto solo dura un segundo.

- ¿Que es lo que tenía antes que ahora no?

Dice el sujeto canoso de enfrente mío. Tiene unos lentes a medio mirar...

- lo perdí todo... - mis lagrimas salen.

Solo he estado viviendo un mal sueño.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora