Hay mucho movimiento a mi alrededor, estoy corriendo mucho en un callejón que no parece seder ante mi progreso. Sigo corriendo, lo más rápido que puedo, una mujer me persigue es castaña y tiene como mi altura. Me detengo en un callejón completamente solo, ella enciende la morocierra que tiene y con la que me quiere hacer daño, respiro tan rápido que no tengo tiempo de pensar, tal vez si me escondo aquí no me hará daño. La escucho cerca de aquí, mientras se ríe a carcajadas. Cierro los ojos con tanta fuerza que siento que me voy a morir. Tengo tantas ganas de salir corriendo de nuevo pero por el miedo no me responden las piernas.
– Me las vas a pagar – grita mientras me sostiene del cuello apareciendo frente a mi y hunde la morocierra en mi. Me desangro tanto que lloro por el dolor que siento.
Me tiro al piso desangrando me aún, y aparece Maria Jose de lejos, tiene la cara golpeada. Trato de arrastrarme hasta ella pero fracaso en el intento, ella me jala de las piernas.– Porfavor – lloró amargamente mientras Maria Jose se desmaya. Tengo tanta desesperación.
Me levanto como puedo para soltarme y voy a María para ver cómo está. Cuando la alcanzó la sujeto ante mi, no es su cara; no es María Jose es un cuerpo en putrefacción. Horrendo... Y volteo a ver a la persona que ya me ha hecho daño una vez acercarse a mi... Lamiendo mi sangre...
La alarma suena tan fuerte que puedo levantarme disparada, con el corazón agitado y desenfrenado. Me siento un poco y tomo mi pecho mientras coloco mi cara en mis rodillas... Que horrible, lo sentí tan horrible, tan real.
Maria Jose apaga la alarma y me ve extrañada.
–Paulina, ¿estás bien? – solo fue un sueño, pero me alegro tanto de que ella esté aquí conmigo que pueda verla bien sin ningún daño.
– si, solo tuve pesadillas. –ella hace un puchero y se acerca a besarme, a abrazarme. Ni llorando se mueren las penas y el dolor no morirá.
Esa sensación la tendré siempre, de miedo de ansiedad, jamás podré afrontarlo soy una cobarde. Me desahogo a llorar en su hombro mientras la abrazo fuerte, muy fuerte tanto que siento que desgarra mi pecho. Ella me sostiene aún más extrañada por lo que pasa, llorar siempre es liberador, pero yo no puedo deshacerme de esto. De este sentimiento que desde que murió mi mamá, a estado allí. Lloro tan fuerte que me sujeto a ella con fuerza.
Bruno entra a la habitación extrañado por los grito del llanto que estoy teniendo. Miro todo lo que está pasando sin poder reaccionar.– Bruno, abre la regadera, está teniendo una crisis. Vamos abrela – dice sujetandome para cargarme hacia el baño. Bruno hace lo que le dice y sigo llorando. Abren la regadera de la tina de baño. Y Maria Jose se mete conmigo. – vamos Paulina, tu puedes. – nos cae el agua en el cuerpo y cierro los ojos, está fría y me hace reaccionar. Pero sin poder parar de llorar. Cada vez dejo con menos fuerza a María José. – ya está bonita – me dice mientras acaricia mi cabello. – ya pasó... Shhh... – volteo a ver a Bruno que está parado en la puerta con unas lágrimas en los ojos. Jamás les quise hacer daño.
– mamá... – dice el en un sollozo.
– Bruno ayudame, cierra la regadera. Trae una toalla o algo para secar a tu mamá.
Estoy llorando más quedito. No puedo comprender que me pasa. Solo se que no lo puedo detener.
Me ayudan a secarme y ponerme una bata. Maria Jose me carga hacia la cama y comprendo que estoy perdida en mi llanto.
– Bruno... – llamo a mi hijo por qué quiero que se acerque a mi. El lo hace y se sube en la cama, para verme fijo – perdoname... – el me caricia la cara y siento como de nuevo tengo lágrimas en los ojos. Se acuesta a un lado mío y me abraza, sujetandome muy fuerte. Y besa mi cabeza. Maria Jose está en la base de la cama mirando.
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LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR
RomanceMe decían que es de tontos caer tres veces en la misma piedra, pero es que era una piedra sobre la que merecía caerse, resbalarse y hacerse herida. Parece que después de la boda de Paulina y Maria Jose todo está yendo bien. Hasta que...