CAPITULO XXIII

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He estado corriendo desde que salí de la casa donde me tenían cautiva, quiero despertar de este pesado sueño en el que he estado durante dias, pensando en que me encontrarán, pensando en que en cualquier momento Maria Jose me va a encontrar o va a despertarme en la cama. El llanto se empieza a apoderar de mi, el frío es insoportable y también el dolor en la pierna por la patada que me ha dado Kim. Esta loca y tenía que salir de allí. No quiero pensar en que voy a morir, ni en los días en los que le haré falta a Bruno, no voy a pensar de esa manera. Sigo corriendo a la nada, sin siquiera pensar en los peligros que puedo estar enfrentando al correr, mi solo sentido de la supervivencia está en mi. Han sido días de suma angustia y depresión, por no saber nada de mi hijo y de María Jose. Ni siquiera se si me están buscando, por qué me siento tan irrelevante para que lo hagan. Habiendo tantos y tantas personas desaparecidas.

Escucho al fondo ruido en los árboles y tengo miedo, mucho miedo... Que mierda voy a hacer si me encuentran o si no puedo escapar.

Sigo caminando muy rápido y lo más que me permiten los pies descalzos.

Me detengo por qué escucho el ruido de agua caer y es el fin del camino, no puedo seguir más, no puedo si quiera pensar en seguir, ¿a dónde?. Permanezco dando vueltas como león enjaulado, el dolor en el pecho me está matando y me pongo en cuclillas para llorar y respirar. Vamos Paulina.

– ¡joder alejo es ella! – los escucho muy cerca, ¡mierda!– ten cuidado, que no puede pasarle nada. – han tomado cercanía de mi y me tienen rodeada.

– Paulina, ven... Porfavor – le dice Alejo

– alejate de mi, por favor o me voy a tirar. – le digo amenazándolo y acercándome a la orilla.

– aléjate de la maldita orilla Paulina – Kim me apunta con un arma, carajo.– está muy alto, hay muchas rocas. No vivirás para contarlo

– baja el arma, o me voy a tirar. Te lo advierto. –
Escucho como le quita el seguro de la pistola y me apunta con firmeza.

– intenta tirarte, terminarás muerta. Tienes dos opciones... – alejo se acerca y yo me pego más a la orilla.

– ¡que putas te alejes de mi!

– no hagas una tontería mi amor – el levanta los brazos y se aleja. Vigilo de ambos lados por Kim y por alejo, mientras llegan otros dos tipos. – ¡no se acerquen!

Empiezo a llorar desconsoladamente, que carajo voy a hacer ahora, estoy jodida. No puede ser que esto sea verdad porfavor, no. Me duele el pecho y a la cabeza se me vienen Bruno, mi hijo... Que voy a hacer sin el, que va a hacer sin mi, Bruno.
Maria Jose y mi familia, solo hay dos salidas y en ninguna de ellas salgo viva para ir con ellos. Me cubro la boca. Jadeo por el llanto que estoy teniendo, desconsolado y como si nunca hubiera llorado.

– Paulina, por favor... Ayudame a ayudarte.

– ¡ni te me acerques cabron! – me acerco mucho más a la orilla volteando de vez en cuando para tratar de mirar la cantidad que me matará.

– no estás lista para esto Paulina, tienes la opción de seguir viviendo.

– ¡que vas a saber tu!

– ¡lo suficiente! ¡Lo suficiente para saber que tienes que vivir por Bruno, por Maria Jose! – me dice Alejo.

– ya me has matado estúpido, si me entrego moriré y si me tiro moriré. ¿No te das cuenta? ¿Cuál es tu siguiente plan? ¡No me puedes tener toda la vida allí!
¡Te está manipulando! ¡Me matará y estarás jodido! – jadeo en el llanto

– suficiente, no la escuches... ¡Recuerda el plan! – dice Kim y alejo trata de acercarse.

– Paulina, porfavor... Puedo ver la manera. Dame la mano...

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora