LA MANERA EN LA QUE TODO SE ROMPIÓ

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– Paulina... – dice alguien al fondo, lo escucho gritar, tan claro... – ¡Pau!

Me voy despertando, aturdida, hasta que lo vuelvo a oír.

– Pau... Porfavor – dice

Me pongo de pie lo más rápido y voy a la habitación de Alejo, el está tirado en el piso, está vomitando sangre y la hay en el piso. Tiene manchada la camisa de la pijama que tiene.

– Llama un médico – dice sonriendo y tratando de controlar su diafragma.

Corro a por el móvil y llamo a emergencias. Regreso a la habitación y voy a por el.

– vámonos, te llevo en coche, vamos – le ayudo a levantarse, y caminando lo más rápido por el pasillo a las escaleras el suelta un poco más.

Las lágrimas me salen de la cara.

Lo subo al coche y conduzco lo más rápido a un hospital cercano, a emergencias. Cuando lo paso y lo llevan por la camilla toma mi mano y sonríe.

Estoy desesperada ¿que le pasó?

Después de una hora sentada llorando en la sala de espera por la desesperación llega alguien y me dice que está delicado, pero que se pondrá bien. Me hacen pasar a verlo y camino por el corredor espantada. Lucia no ha podido llegar por el tráfico y siento estar sola. Lo veo a través del vidrio del ventanal.

La señorita me hace pasar, está muy pálido y me duele verlo allí.

– Querida, no llores – me dice, me limpio las lágrimas...

– seguro esto es mi culpa, no se...

– No tienes la culpa de nada – el me extiende los brazos y yo me recuesto donde el.

El se quedó dormido después de un rato y en cuanto me llamo Lucia salí al corredor para localizar al apoyo que necesito de verdad. Pero no contesta. En la sala de estar Lucia me recibe con los brazos abiertos y solo puedo sollozar.

He estado todo el día aqui, Lucia me ha traído un cambio de ropa y ha tirado la mía que tenía sangre. Mientras esperamos más indicaciones ella va por un café e intento de nuevo llamarle, pero no lo contesta. Me tomo de ambas manos la cabeza.

Cuando llega Lucia se sienta a un lado mío y me abraza. Me ofrece el café y yo le sonrió.

– Gracias – le digo sorbiendo

– No hay de que.

– Que noche más de mierda...

– ¿Que paso?

– no lo sé, cuando me desperté estaba en el suelo, vomitando sangre yo... No supe que más hacer

– hiciste lo correcto, gracias a eso no paso a mayores.

– Dios... – siento que todo esto es más pesado que yo, no se cómo manejarlo, intento, pero no parece resultar.

– lo que tienes que hacer es, estar tranquila. Ir a casa, bañarte y descansar. Yo me quedo y cualquier cosa te aviso.

– No, solo me iré a bañar y a cambiar. Regreso de volada – me pongo de pie metiendo mis llaves al bolsillo del suéter.

– Pau – dice tomando mi mano – ve a casa a descansar, no estás bien...

– Aguantaré, lo sé.

Camino lo más rápido y con eso llegó a casa, rápido. Me han preguntado que hacer con ese desastre y les he pedido que lo limpien. Me cambio rápido y salgo de casa con algunas pertenencias de el para ir al hospital, donde seguramente se quedará una temporada. Hay llamadas de la oficina, de todos menos de María Jose. Menos de quién espero llame para tan siquiera oír su voz por qué siento que si no la escucho me pierdo. Aunque le pregunté a Rafael si estaba bien y el me dijo que estaba normal en la oficina.

LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora