LA CASA DE LAS FLORES: UNA HISTORIA PARTICULAR

CAPITULO LV

Amante a la antigua - Roberto Carlos 🌼

15 horas antes

Se estaba yendo, por la puerta de nuestra habitación hecha una lágrima, llorando casi que queriendo romper su alma, mientras yo me cubría con la sabana de la fría cama que quedaba por qué se estaba marchando. Estoy llena de coraje, ¿Cómo se atreve? A no afrontarlo, ¿En esto se va a basar todo?

Me levanto con lágrimas en los ojos, que amargo está siendo el momento.

- ¿a dónde vas? - le digo tratando de llevarme la sabana a rastras y alcanzarle mientras se introduce en la habitación de su despacho. - te estoy hablando, Maria Jose.

- ¡¿Que?! - me grita con los ojos llenos de lágrimas, se detiene justo al pie de la puerta colocando su blusa. - ¿No me puedes dar ese espacio?

- No, no te lo puedo dar. ¿Que no te das cuenta?

- No, no me estoy dando cuenta - dice con ironía.

- basta, déjame ayudar.

- No, parece que la que no se da cuenta eres tú. - me señala.

Quedo pasmada, en ningún momento había vivido de manera acusatoria a María Jose y está faceta duele, por qué parece tener odio y verdaderamente no entiendo.

- Me doy cuenta de todo - le susurro.

- ve a cambiarte por favor, ve a cambiarte - repite cerrando los ojos y volteada a otro lado. Recargada en la puerta.

- No, me dejaste en la cama - le digo con las lágrimas- Me está doliendo...

- No puede dolerte, no como a mí - suspira soltando más lágrimas - no por que, no eres la que te perdió por un año espantoso lleno de miseria, de soledad, no puede dolerte por qué no eres la que sufrió la perdida pensando mil cosas horribles. No puede.

- Me molesta que hables por mi - le digo tratando de acercarme, aunque fallo por qué ella alza los brazos negando - no se trata de quien sufre más o quién es la que termina primero...

- vete a cambiar, joder - dice en voz baja - por favor...

- ¿O que? - le digo acercándome otro paso - ¿O que?- le repito ante la ausencia de respuesta.

- basta, Paulina... Lo estás haciendo más difícil.

- es que la difícil eres tú, no soy yo. Te quiero ayudar quiero que nos vayamos bien y que... Pueda estar feliz cuando me vaya, quiero que hayamos cogido y no se sienta mal. - le digo sintiéndome apenada y también triste - eso es lo que quiero, que estemos bien.

- estamos bien... - susurra - no lo parece pero lo estamos.

- ¿Quien mierda te entiende?

Ella ríe, bastante irónica, es que parece que después de todo le da igual.

- ¿¡Quién mierda me entiende!? - dice enojada. - ¡sal de mi despacho, ya!

- ¿Que te pasa?

- ya estoy enojada, vete. - me señala la puerta es que ni siquiera me ha dejado ver por ella.

No le digo nada por qué tengo un nudo en la garganta y salgo de la habitación, está quemando como hierro ardiente pero una parte de mi si quiere irse, quiere salir corriendo de una vez e ir a casa.

Ella me jala del brazo y me abraza

- por Dios ¿A dónde vas? - dice mientras me abraza acariciando mi cabello está llorando, escucho incluso su corazón muy agitado, sus respiraciones alebrestadas corriendo. - no te vayas - dice sollozando.