Capítulo 3

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MUSTAFA

Ahí estaba la mujer con la que había soñado siempre, estaba sonriéndome, esto era algo que siempre había querido, que ella me sonriera mientras entra a mis apocentos para ser mía, ella no hizo una reverencia cuando entró y yo no le dije nada, no necesito una reverencia de su parte, ella es toda mi vida, mi felicidad y mi primer amor, Hurrem me tenía a sus pies y ella lo sabía.

- Mustafa - me saludó cuando estuve cerca de ella.

- Hurrem - dije mirándola de manera embobada, ella se veía hermosa con ese vestido color rojo, su cuerpo era el más hermoso que había visto y ahora sería mía y no tenía ningún arrepentimiento, ni si quiera deseaba que mi padre se hubiera salvado por qué si él se salvaba yo hubiera tenido que esperar más por Hurrem y estoy seguro que podría aver llegado a la locura si esperaba más.

Me acerque a ella y la besé, ella aceptó mi beso con la misma intensidad que la mía, me sentí completo, Hurrem era lo único que me faltaba, no me importaba el sultanato, solo la quería y necesitaba a ella a nadie más, solo a ella, a esa mujer de cabellos naranjas, a la que alguna vez fue la esposa de mi padre y la que ahora sería mi esposa, estaba dispuesto a romper todas las reglas si con eso la tenía a mi lado, no importa que digan, no me harán cambiar de opinión, Hurrem sería mía, en este momento y sería mira para siempre, hasta el día en el muera, incluso ahí quisiera llevármela conmigo, soy tan egoísta, que incluso muerto no quiero dejarla.

Comencé a quitar su vestido y ella comenzó a quitar mis ropas, yo sabía que ella no era una mujer virgen, ella era una mujer con experiencia, pero solo pensar en eso me exitaba más, baje mis besos a su cuello y ella jadeo por el movimiento repentino.

- Mustafa - murmuró en un jadeo y fue lo más hermoso que había escuchado en toda mi vida.

Siempre había soñado con esto, ella gimiendo mi nombre, mientras la tengo entre mis brazos, incluso la había imaginado con un vientre abultado por llevar a mi hijo, la primera vez que pensé en ella de esa manera me molesté conmigo mismo por pensar en tonterías, pero con el tiempo lo que sentía fue incontrolable, no podía dejar de pensar en ella en su hermoso cuerpo, en su rostro, en toda ella, su cuerpo no me decepcionaba para nada, había tenido 5 hijos, de los cuales solo 4 están vivos, pero ella tenía un cuerpo precioso.

Sus pecho firmes y de un tamaño promedio, eran perfectos para mis manos y mi boca, sus curvas eran hermosas e hipnotizantes, sus piernas eran firmes, como si hubiera hecho entrenamientos, pero no era eso, ella era complemente natural y su cuerpo podía volverme loco en un solo segundo, no podía esperar más para estar entre sus piernas.

Después de un tiempo yo ya estaba dentro de ella y era el paraíso, estaba húmeda y apretada, era perfecta, para mí era más que perfecta y ahora era mía, en el momento en el que entró en mis apocentos ella era mía y siempre lo será, ella es mía, mi mujer y sería mi esposa, me encargaría de eso.

- Mustafa - gimió con fuerza cuando tuvo su orgasmo, sus paredes apretaron mi miembro con fuerza y me hizo gruñir.

- Tendrás a mis hijos ¿No es así Hurrem? - ella parecía perdida por el orgasmos que le había dado - ¿No es así? - le pregunté mientras apretaba los dientes para no llenarla de mi, aún no, quería que me dijera que si cargaría con mis hijos.

- Si, te daré todos los hijos que quieras - lloriqueo cuando comencé a moverme de nuevo dentro de ella, aún no se había recuperado de su orgasmo, pero yo necesitaba mi liberación.

- Si, tendrás muchos de mis hijos, serán tuyos y míos y los cuidarás ¿Verdad? - le pregunté de nuevo mientras me movía con fuerza y ella aún lloriqueaba haciendo que mi pecho se hinche de orgullo por su lloriqueo de placer.

- Sisisi, todo lo que quieras, pero por favor - rogó por su segundo orgasmo y yo se lo daría.

Cuando sentí que sus paredes atraparon mi miembro de nuevo está vez no luche por no venirme, me vine con toda la fuerza que pude, esperando a que llegara a la más profundo de ella para poder tener un hijo, quería muchos hijos con ella, solo con ella.

- Tendrás muchos de mis hijos en tu vientre, eso te lo prometo - le dije mientras le daba un beso en la frente.

Ella estaba cansada así que la acomodé en la cama, la arrope y me heche junto a ella pasando mi brazo por su cintura, acaricie su vientre.

- Si aqui estarán nuestros hijos - murmuré bajo - ahora eres complemente mía y será mejor que te acostumbres por qué no tengo ninguna intención de dejarte ir - dije mientras la observaba.

Ella se veía tan hermosa incluso dormida, ella podría simplemente quedarse quieta, pero para mí sería hermosa, no importa lo que pase, ella será mía y será mi esposa, no sé cuántas veces lo pienso durante el día, pero solo pensar en ella como mi esposa, hace que mi corazón lata con fuerza, me daría orgullo que Hurrem diga que soy su esposo y que ella es mi esposa, ese pensamiento siempre me pone de buen humor por qué ahora se que puedo hacerla mi esposa cuando quiera y yo no tenía ganas de esperar mucho, ya había esperado lo suficiente, si es posible la haría mi esposa mañana mismo, pero se que tengo que esperar un poco, solo un poco más y yo podría decir con orgullo que esta mujer que está acostada a mi lado es mi esposa, mi única esposa y la única mujer que ocupa mi corazón, Hurrem era eso para mí y mucho más, ella lo era todo y sin ella yo moriría.

Algo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora