Capítulo 4

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Mi madre estaba gritando como loca en mis apocentos, pero no la escuchaba, seguía perdido en la noche anterior con Hurrem y en nuestra mañana juntos, había sido tan perfecto mucho más que en mis sueños, todo con ella era perfecto, no me arrepentía de nada.

- No puedes hacer esto mustafa, ella podría ser tu madre, era la mujer de tu padre, no puedes casarte con ella, ya hiciste suficiente al traerla a tus apocentos, por ala, ni si quiera quiero imaginar nada, mustafa ¿Me oyes? MUSTAFA - gritó y yo salí de mi ensoñación.

- Cuida tu tono de voz madre sultana, ya lo hablamos ayer, no harás nada al respecto, ella ya es mía, ya te lo dije y me casare con ella, no me importa lo que digan, el que se oponga será ejecutado - le dije serio mientras me paraba para enfrentarla.

- No puedes hacerlo mustafa, puedo asegurar que nadie aprobará esto, era la mujer de tu padre, su esposa, nadie estará de acuerdo- me dijo molesta.

- Mi padre está muerto y Hurrem es una mujer libre, puedo hacer lo que quiera - le dije.

- Es la madre de tus hermanos mustafa ¿Has enloquecido? - me preguntó

- Quizás si, pero es demasiado tarde para enderezarse, he pasado demasiado tiempo pensando en Hurrem como para renunciar a ella ahora que por fin la tengo, así que guarda silencio y retirate a tus apocentos.

- Esa bruja te ha hechizado, igual que lo hizo con tu padre, vas a matarme cualquiera de estos días - me gritó antes de irse

¿Hechizado? Si de verdad hizo eso, no me importaría, estoy bien así, solo necesito a hurrem conmigo, lo demás no importa, todo estará bien mientras ella esté conmigo.

- Mustafa ¿Me llamaste? - me preguntó Hurrem mientras entraba a mis apocentos.

- Hurrem - la saludé acercándome a ella - te vez muy hermosa - le dije mientras le daba un beso en la frente - te llame por que quería saber cómo seguian mis hermanos.

- Ellos están mejorando, aún no despiertan, pero los doctores dijieron que ya estaban fuera de peligro, gracias por no ejecutarlos mustafa - me agradeció y yo la besé.

- No tienes que agradecerme nada, haría todo por ti Hurrem - le dije mirándole a esos ojos verdes que me vuelven loco - ¿Necesitas algo? - le pregunté

- No, estoy bien con todo, voy a retirarme, Mihrimah y yo queríamos ir al jardín, pero como me llamaste vine para aquí, pero ahora voy a ir con ella a dar un paseo  - me dijo con una sonrisa.

- Está bien, puedes irte - le dije y nos despedimos con un beso.

¿Esto podía ser más perfecto? Lo dudaba, Hurrem era todo lo que yo quería y ahora la tenía para mí, solo faltaban nuestros hijos y todo estaría perfectamente bien, me imaginaba a una pequeña de cabellos rojizos con su sonrisa y sus hermosos ojos, esa niña sin duda sería la más hermosa y perfecta de todas.

Estaba revisando algunas cosas cuando me anuncian que mi madre está afuera esperándome, les digo que la dejen pasar.

- Hijo mío, vine por qué quiero almorzar contigo mientras almorzamos - me ofreció - ya pedí la comida - me molestaba que se tomará atribuciones que no le correspondían, pero lo dejaré pasar esta vez.

- Claro, dime - le dije

- Si no hay maneras de hacerte cambiar de opinión respecto a hurrem quiero que por lo menos sigas la tradición de tener concubinas y favoritas, tienes que tener mucho hijos mustafa, herederos para el trono - la mire mal.

- No aceptaré a otra mujer en mis apocentos que no sea Hurrem - no mentía, no me imaginaba tocando a otra mujer que no fuera hurrem

Ella iba hablar de nuevo, pero el aga nos informa que traen la comida y yo lo doy la autorización para que lo traigan, luego de que lo acomodan, comenzamos a comer y mi madre vuelve hablar.

- Mustafa, eso es una tradición del harem, incluso tu padre quien estuve enamorado de Hurrem tuvo otras concubinas ¿No lo recuerdas? - me preguntó.

¿Recordarlo? Claro que lo recuerdo, mi padre aceptaba algunas concubinas, veía a hurrem triste cada vez que le decían que otra mujer entro a sus apocentos, no quería que Hurrem estuviera triste por eso misma razón dije que yo sería distinto a mi padre, no haría llorar a hurrem, nunca me atrevería, no soy lo suficientemente fuerte como para ver su rostro triste.

- Mi padre lo hizo, lo recuerdo bien, pero yo no lo haré madre - le dije tajante.

- Mustafa tienes que reco..... - la interrumpí.

- No voy a reconsiderar nada madre, ya dije lo que tenía que decir.

Ella no dijo nada más y solo se dedicó a comer, cuando terminó se despidió y se fue a sus apocentos.

Mi madre estaba siendo un problema, aunque Hurrem dijo que no me quería, estaba segura de que no era así, ella me quería aunque sea un poco, pero lo hace por eso se que dejar entrar a otra mujer en mis apocentos la lastimaria y yo no soy capaz de hacer eso, aparte Mihrimah vendría a reclamarme y ella es muy parecida a hurrem, son idénticas, no se quedaría tranquila y no quería problemas con la única persona que había aceptado nuestra relación, esperaba que mis hermanos despierten para poder informarles de los cambios, aunque Hurrem quizás lo haga primero, pedía que ellos también lo aceptaron y no fueran un problema en mi relación con Hurrem, ellos se irían del palacio asi que no sería un problema, solo tenían que aceptar que su madre ahora era mi mujer y ya, no era tan difícil.

Algo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora