Capítulo 42

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Mustafa

Por fin hoy se iría Kaan, obviamente que Hurrem no me obedecio y siguió hablando con el, pero al menos evitó hacerlo mientras yo no estaba, supongo que se dió cuenta que lo que me dijo la última vez me afectó, me aterraba el hecho de que ella me odiara y ya no me quisiera cerca de ella, creo que eso era lo único a lo que yo le temía, a su rechazo.

- Fue un gusto estar aquí contigo y la sultana Hurrem - se despidió Kaan, siempre la llamaba "sultana Hurrem" en todo este tiempo nunca había dicho "Tu esposa" pero yo me había encargado de que no olvidara que Hurrem es mi esposa

- Igualmente Kaan, agradezco que hallas mantenido entretenida a mi esposa mientras estuviste aquí - respondí frío y le di a entender que él no era más que un entretenimiento para Hurrem.

- Sultana, espero volver a verla - me ignoró y se dirigió a hurrem, ella le sonrio.

- Igualmente - le dijo

- Si el sultán mustafa hace algo para molestarla ya sabe que es totalmente bienvenida a mi palacio - le dijo con una sonrisa - me aseguraré de que su estadía sea cómoda si es que llega a ir.

Hurrem se acercó a mí y tomo mi brazo con un poco de fuerza, ella quiso transmitirme tranquilidad, pero yo solo pensaba en golpear a Kaan, decirle eso a una mujer casada fue muy descarado de su parte y estoy seguro de que todos lo pensarían.

- Te lo agradezco, me gusta encargarme de mis problemas sola, pero si alguna vez es muy grave tomaré en cuenta tu oferta - dijo Hurrem y un escalofrío me recorrió cuando dijo que si es capaz de irse.

Esa fue una amenaza indirecta, quiso decirme que si alguna vez pasaba los límites y ella se enojaba, ya tendría a dónde ir.

- Será un gusto, espero verla pronto - le dijo e intento coger su mano de nuevo, pero nuevamente se lo impedi.

- Creo haberle dicho que no me gustaba que tocaran a mi esposa - le dije frío y con una clara advertencia en mi voz.

- Claro, lo había olvidado - me dijo con una sonrisa y subió al carruje e inmediatamente comenzó a alejarse, suspiré con alivio.

- ¿Ya estás contento? - me preguntó Hurrem burlona.

- Claro, al fin se fue, comenzaba a perder la paciencia, un día más y hubiera mandado a ejecutarlo - le dije serio.

- No juegues con eso mustafa, él no es una persona cualquiera es un gobernador - me volvió a regañar.

- La mujer que encerré en lo calabozos aquella vez también era una princesa - le recordé.

- Es diferente, ella no era alguien tan importante, ni oponente.

- Pero era una princesa

- Mustafa - me llamo y dirigí mi mirada a sus ojos - deberías aprender a controlarte, tampoco puedes mandar a cualquier persona a ejecutar o a encerrar

- Mientras no se metan contigo, ni intenten alejarte de mi, no tengo por qué hacerlo - dije mirándola intensamente, me acerque a ella, pase mi brazo derecho alrededor de su cintura y le di un beso, ella aceptó gustosa - Eres mía, mi esposa, madre de mis hijos y mi sultana, no lo olvides Hurrem.

- Nunca lo olvido me lo recuerdas siempre - me dijo mientras acariciaba mi mejilla con mucha delicadeza, me apoye en su mano con la intensión de sentir mejor su caricia.

- Te amo - murmuré mientras le doy un beso en la palma de su mano, ella sonrió.

- Yo también - me dijo mientras me sonría como la primera vez.

Hurrem era lo que yo más amaba en todo el mundo, nunca me atreví a imaginar una vida sin Hurrem, la sola idea de perdela me ponía muy mal, demasiado, si ella alguna vez me faltara lo más seguro era que yo muriera, suena exagerado, pero yo sentía y podría jurar que sin Hurrem no podía vivir.

- ¿Por qué lloras? - me preguntó, cuando dijo eso recién me di cuenta que una lágrima se había escapado de mis ojos - ¿Te sientes mal? - me preguntó preocupada, esto era lo que siempre había querido, que ella sé preocupara por mi como alguna vez se preocupó por mi padre, quería toda su atención para mí y ahora la tenía, no podría vivir sin esa atención que ella me da, es la única que puede transmitirme tanta tranquilidad con tan solo una mirada o una sonrisa.

- Nunca me dejes - le dije despacio y ella sonrió.

- Nunca lo haré, siempre estaré contigo mustafa, soy tu esposa y me quedaré para siempre a tu lado - me dijo con una sonrisa.

- Si alguna vez me faltaras, no podría seguir - le dije sincerandome con ella.

- Si alguna vez te llegó a faltar, tienes que seguir por nuestros hijos, es lo que harás, pero no podrás deshacerte de mi con tanta falicidad mustafa, así que ni si quiera pienses en una vida sin mi - me dijo sonriendo.

- Nunca pensaría en una vida sin ti, no me atrevo - le dije y ella volvió a sonreírme con amor, esa sonrisa que a mí tanto me gustaba.

La abracé con mucha fuerza y oculte mi rostro en su cuello, ella olía muy bien, siempre lo hacía, me gustaba sentirla cerca de mi, era una necesidad, me hacía sentir seguro por qué con sentirla tan cerca de mi podría asegurar que esto no era un sueño, que Hurrem en verdad estaba conmigo, teniamos hijos, estábamos casado y sobre todo ella me amaba, era lo único que me importa y lo que yo siempre quise de ella.

Su amor.

Algo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora