Capítulo 7

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MUSTAFA

No habían encontrado a hurrem.

No importa por cuando tiempo la buscaron, no estaba en el palacio, pero no podía estar fuera tampoco, sabía eso, pero ¿Dónde estaría? Estaba seguro que Mihrimah lo sabría, por eso estaba llendo a verla, tenía que pedirle que me diga donde esta Hurrem, la necesitaba, necesito ver su hermosa sonrisa y su hermoso rostro.

- Atención - grito un aga cuando estaba pasando por le harem - el sultán mustafa está aquí.

Pase directo sin mirar a nadie, pero aquella mujer con la que había pasado la noche estaba ahí, la vi y volví a la tortura de imaginar el rostro de Hurrem llorando, era una de las peores torturas, quizás me lo merecía, fui a los apocentos de Mihrimah, me habían dicho que no había salido en todo el día, supuse que no tenía motivos ya que Hurrem no estaba aqui, les pedí que no me anunciaran y entre a la habitación, lo que ví me sorprendió.

Hurrem estaba aquí, comiendo tranquilamente con Mihrimah, cuando me vieron se sorprendieron, pero rápidamente se recompusieron.

- Hurrem - la nombre y rápidamente fui a abrazarla.

Se removió en mis brazos incómoda y sentí su rechazo, me dolió.

- Su majestad, suélteme por favor - me pidió y sentí una punzada en mi pecho por su tono neutro, no tenía nada de afecto, pero la solté.

- ¿Que haces aquí? - me preguntó Mihrimah 

- Vine a preguntar si sabías algo de Hurrem, pero al parecer se ocultaba aquí - dije serio.

- No me ocultaba de nadie, solo quería pasar un día con mi hija ¿No se me permite eso? Su majestad - sus palabras eran frías, no había nada de afecto en ellas ni si quiera un poco, no había nada.

- No, puedes hacer lo que quieras, este es tu palacio también así que puedes ver a Mihrimah si quieres, pero te agradecería que me avisarás, estaba preocupado - le dije con voz suave.

- Entiendo su majestad, la próxima vez le avisaré - me dijo con el mismo tono neutro.

Me dolía que me desconociera y que ya no me llamara por mi nombre, pero también sentía que lo merecía por meter a mis apocentos a otra mujer que no era ella, pero yo no lo había hecho a propósito.

- ¿Podemos hablar? - le pregunté.

- Usted da las órdenes, yo solo las obedezco - dijo mientras se paraba para salir de los apocentos.

- Mustafa - me llamo Mihrimah antes de que salga - si es verdad lo que me dijiste será mejor que se lo expliques bien, mi madre está muy resentida, no creo que pueda perdonarte esto, a ella le dolió - cuando terminó de decir eso asentí y me retire de sus apocentos.

Yo lo sabía, sabía que a ella le dolía, podía ver qué sus ojos estaban hinchados y la única explicación que encontré para eso es que ella halla llorado, odiaba el simple hecho de pensar que ella había derramado lágrimas durante tanto tiempo como para que sus ojos se hincharan de tal manera.

Ella se dirigió a mis apocentos y yo iba detrás de ella, cuando cerré la puerta ella rápidamente volteo a verme.

- ¿Que se le ofrece su majestad? - me preguntó.

- ¿Por qué me llamas así? - le pregunté mientras me acercaba a ella e intentaba cariñar su mejilla, pero ella retrocedió rechazando mi caricia.

- No se de qué habla su majestad, solo estoy siendo educada, vine hasta aquí por que quería solicitarle permiso para irme al palacio viejo, después de todo ya no tengo nada que hacer aquí, Mihrimah tambien quiere ir conmigo así que también vine a comentarle eso - me dijo sería.

No la interrumpí en ningun momento, ella estaba enfadada y yo lo sabía, pero aún así no dejaría que se valla.

- No dejare que te vallas Hurrem - le dije serio, pero ella no se inmutó.

- Majestad, aunque no me dé permiso, me iré, son las tradiciones - me explicó.

- No me importan las tradiciones Hurrem, sabes por qué te estás quedando aquí ¿Por qué haces esto?

Por primera vez su rostro parecía tener una expresión que no fuera la sería, pero era una expresión entre incrédula por mi pregunta y algo dolida.

- Mentiroso - murmuró bajo, pero la escuché, alzó la vista y su mirada desafiante está ahí - es un mentiroso, dijo que no iba a lastimarme, pero lo hizo - sus ojos se comenzaban a humedecer y yo ya quería tirarme al piso y ponerme de rodillas para pedirle perdón - dijo que sería la única para usted, pero fue igual y peor de mentiroso que su padre - se seco la lágrima que están corriendo por una de sus mejillas sonrojadas - quiero irme, no quiero verlo nunca más - termino de decirme.

- No te dejaré ir Hurrem y lo sabes muy bien, todo tiene una explicación lo prometo - trate de acercarme de nuevo, pero ella retrocedió a mi tacto, como si ser tocada por mi fuera lo peor del mundo.

- ¿Que dirá? ¿Lo mismo que su padre? ¿Las costumbres? No quiero oír eso de nuevo, ya tuve suficiente de eso durante todo mi vida - me dijo y la seriedad de su voz no hizo más que asustarme, ella estaba decidida y si yo no le explicaba rápidamente la perdería y yo lo sabía.

- No Hurrem, no fue por eso lo juro, lo que pasó fue que yo estaba algo tomado y no pude reconocer a la mujer, pero sentí tu aroma, pensé que eras tú lo juro, cuando me desperté y Vi que no eras tú, inmediatamente quise buscarte, pero ya no estabas en tus apocentos - le dije intentando acercarme de nuevo, está vez dejo que la tocará, pero sus ojos aún indicaban que dudaban de lo que dije.

- Es la excusa más tonta que he escuchado - retiro mi mano de su rostro con fuerza y volvió a retroceder - ¿Me confundió? ¿Como? Ella tiene cabellos negros y ojos negros, mis cabellos son naranjas y mis ojos verdes ¿Confundirme? La próxima vez que quiera inventar algo hágalo mejor su majestad - me dijo mientras intentaba salir de mis apocentos, pero me interpuse en su camino.

- Prometo que no es mentira, por ala, pensé que eras tú Hurrem, lo juro - suplique por qué me creyera.

- Su majestad, por favor quiero irme de sus apocentos, no quiero verlo, prometo que no me iré, pero déjeme salir - me miró a los ojos - si no me deja salir ahora, juro que me iré incluso en contra de su voluntad - me amenazó y yo me rendí.

La veía salir de mis apocentos y con cada paso que ella daba no podía pensar que la había perdido, ella dijo que no quería verme, no se iría, pero ¿Podría soportar su indiferencia? Incluso cuando ella solo era un sueño para mí, nunca fue indiferente conmigo, ahora lo sería y no estaba seguro de poder soportar su indiferencia.

Algo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora