Narra: Oliver.
Era tan real, y a la misma vez tan irreal. Cientos de sentimientos encontrados y todos creados por una persona, una preciosa chica que cambia tus planes sin pensar.
Esa era Camil Thompson, una chica tan hermosa y capaz de enamorar a cualquiera con tan solo una sonrisa. Una espléndida mujer con dulzura en su mirar, ella no era una simple chica. Ella lo significaba mucho más, ella era mi todo.
Lo único por lo que me levantaba cada mañana, mi ángel. Mi reina, mi todo.
Pero siempre hay una piedra en lo que debería ser perfecto. Sus ojos ya no brillaban con la misma intensidad que lo hacía antes, lo podía ver con tanta claridad. Era una nueva Camil, la cosa aquí era.
¿Podrá nuestro amor recistir está nueva personalidad?.
Narra: Escritora.
Todos daban lo mejor de sí. La joven chica de casi veinticuatro años, se encontraba de regreso. Todos dieron lo mejor de sí para asegurarse de que la preciosa chica estuviera feliz en todo momento, pero la cosa aquí era muy distinta.
Ella estaba muriendo, y lo peor del caso. Es que Camil se daba cuenta de ello, así que se sumergió en las historias de amor que les ofrecían las obras de William Shakespeare, intentaba apagar esa tristeza que solo la consumia cada vez más, al pasar los días. Tristeza que la atrapaba cada vez más.
Y es que se permitió otra oportunidad, una oportunidad que no les dio muchas ventajas. Y aunque ella allá regresado, se puso reglas así misma. Complicando aún más su vida.
Volviéndola mas miserable que nunca, creía que al apartar a todos de ella. Lograría quedarse sola, no deseaba que sufrieran.
No toleraba la idea de verlos miserables, los amaba. Pero sabía que los estaba matando con su muerte, o eso era lo que ella profundamente creía.
¿Y es que acaso nosotros nunca moriremos?. ¿Porqué temerle ah la muerte?.
Si existe una vida después de esta o no. ¿Porqué tanto temor?. ¿Porqué tanta tristeza?. ¿Porqué el empeño de tomar decisiones por los demás?. Y es que nos volvemos ciegos sin nisiquiera darnos cuentas.
Creemos que le estamos asiendo un bien a las personas que nos aman, cuando la verdad. Es que solo lo herimos más por nuestra decisiones, por nuestra falta de visión al ver las cosas con poca claridad. Sin pensar o visualizar tus necesidades y las de lo que te aman. Nadie dijo que la vida era fácil.
¿Pero saben que?. Tampoco es complicado, pasamos tanto tiempo quejándonos de las pequeñas cosas insignificantes. O de las cosas que simplemente, no tenemos control en nuestra vidas. Que olvidamos vivir, olvidamos amar. Reír y ser tan felices como si nunca hubiera un fin.
Pasamos tanto tiempo culpando al tiempo. Diciendo que es él, el que pasa demasiado rápido y no nos permite vivir como lo deseamos. Cuando los únicos culpables que hay que culpar, es a nosotros mismo. Por desperdiciar esos pequeños, pero tan significantes momentos. En tonterías, y es que lo que creímos que sería insignificantes. Se convierte en lo más hermoso en el momento de recordar viejos recuerdos.
-La nueva Camil-lo que se suponía ser una cena familiar. Terminó siendo un campo de guerra, y fue Sam precisamente. El primero en explotar.
-Amor.
-No-el rubio consideraba de muy mala educación el hecho de que su cuñada los estuviera evitando a todos. Y estuviera leyendo en la mesa-ya es suficiente. Esto no es nada justo, ni para ti. Ni para Oliver, o para mi. Ni mucho menos para ella.
-Pues que crees Sam. La vida es así, no te da exactamente lo que deseas. Es más, solo te destruye más y más-no se limitó a soltar su furia. Que más que enojo era frustración, decepción y tanta importancia. Su corazón realmente amaba al de Oliver, y por esa razón odiaba aún más a la vida. Sabía que no podría tener un futuro con el, tantos planes que solo deseaba realizar a su lado. Se encontraban destrozados.
-No. No. No, no te equivoques. La vida no es culpable de que cosas malas ocurran, o en tu caso. Que no puedas ser feliz.
-Sam-los nervios de su esposa se encontraban de punta. La rubia lo único que deseaba era tener una linda y relajada cena familiar, ya habían pasado por demasiadas cosas. Como para ponerle más tensión a sus vidas.
-No. Lo lamento mi amor, pero no lo acepto. No acepto que te comportes de esa manera tan inmadura.
-¿Inmadura?-la discusión aumento un poco más-¿Ahora yo soy inmadura?.
-Por supuesto que lo eres. Desde que llegaste no has hecho más que comportarte como una petetica niña malcriada. En vez de disfrutar estos momentos, este tiempo que aún tienes. Lo desperdicias, y además de todo. Nos alejas de ti, de tu vida y de todo lo relacionado con tigo. Se que esto te mata, que te duele en el alma el hecho de que probablemente morirás. Pero haces muy mal, desperdiciar este tiempo que aún te queda. Aislada de todos nosotros, de todo lo que te hace feliz. ¿Sabes?. Hay personas que matarian por estar en tu lugar, por estar un solo segundo más con su familia y amigos. Y tu qué lo tienes, lo desperdicia-la chica sabía que Sam tenía la razón. Así que solo se levanto de su asiento y sin más se marcho.
La lluvia se intentificaba cada vez más y más. El agua empapa todo su cuerpo, pero ya nada le importaba. Para ella todo había terminado.
Narra: Camil.
-¿Pero que es lo que haces?-y la verdad es que no sabía cómo alejarme de el. Pero tampoco sabía cómo manejar el hecho de que me vea morir de esta manera tan horrible.
-Solo vete. Ya estoy harta, estoy exhausta de que sea siempre lo mismo. De que esto nos este matando-sabia que esa maldita enfermedad. Me mataba y al mismo tiempo, al el igual.
-Ya hablamos de eso.
-Si. Pero creo que debemos hablar una vez más. Oliver, mírame. Ya no sabes quién soy. ¿Y sabes por qué lo se?. Porqué yo tampoco se, en que me he convertido-con rapidez se acerca a mi y toma mi rostro en sus manos. Si oscuro cabello se encontraba todo mojado, al igual que su ropa.
-No quiero que vuelvas a decir eso. Camil Thompson, se perfectamente quien eres. Eres la mujer que decidí amar, y ah la cual amaré por el resto de toda mi vida-las lágrimas amenazaban con hacerse presente.
-Tarde o temprano te cansaras. Y conocerás ah una mujer digna de ti, una que se sienta suficiente para recibir todo tu amor. Y que su corazón no pueda fallar el día de mañana, como si nada. Sin ningún aviso o algo parecido-el besa mis labios con fuerza.
-No hay mujer en la faz de la tierra, que se compare con tigo.
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Mi Ángel [Terminada].
RandomCamil es una hermosa joven de veintidós años. Su padre es un poderoso senador, Camil encuentra el amor en los brazos de Oliver Vega, un joven periodista de veintisiete años.