Narra: Yisel.
Es inexplicable poder explicar la sensación que siente una madre al alzar ah su pequeña. Verla sonreír de una manera tan sonriente y saber que todo está bien.
Que su salud es estupenda y poder posar tu mano en su pecho, y sentir los tiernos y tan perfectos latidos de su adorable corazón. Y es que era un hecho, me había enamorado completamente de mi princesa. Y si antes de que naciera significaba mucho para mi, ahora lo significa todo.
Mi hermosa y tan tierna Camil. Sus manitos son extremadamente pequeñas, todo en ella era tan pequeña. Pero tan hermoso ah la misma vez.
¿Acaso podía ser más perfecta?.
Narra: Oliver.
—Hola—ella me regala una gran sonrisa. Ya había pasado dos días de que dio a luz, había tenido mucho trabajo. Y esto me impidió conocer ah la pequeña Camil Duarte, antes. Yo me acerco ah la rubia y le doy un muy cálido abrazo.
—¿Como éstas?. ¿Como te sientes?—me alegraba verla tan bien. Sobre todo, feliz.
—Estoy realmente feliz. Me advirtieron varias veces lo que se sentía, pero tenerla aquí con migo. ¿Sabes?. No lo se, se siente como más real—me confiesa sonriente. Soy feliz que sea feliz, pero que la niña se llame Camil. Realmente me inquieta, y es que la rubia prácticamente tomo el lugar de su madre cuando ella falleció. Y se volvió en la figura materna que su hermana menor necesitaba. Y creo que saber que en cualquier momento ella moriría, la inclinó ah llamar ah su hija de la misma manera. Y si, podía sonar algo muy bonito y toda la cosa. Pero el punto aquí es que el bebé no era su hermana, y este nombre podía crear una obsesión.
—Mirala—ella retira la rosada manta del rostro de la bebé. Permitiéndome la ver. Era completamente hermosa, y si, tenía muchísimos rasgo ah Camil. Pero también ah Yisel, pero sobre todo. Ah Sam—¿No es hermosa?—ella caricia su mejilla derecha con delicadeza. La bebé se encontraba dormida boca abajo, acostada alado de su linda madre—me recuerda tanto a Camil cuando era solo una bebé—y eso era lo que más le temia. No era para nada sano, sobre todo para la bebé. Que naciera creciendo con el peso de tener la personalidad de mi ángel. Eso es algo que en mi caso, no me gustaría. Y estoy seguro que ah la hermosa bebé. Tampoco—Mi princesa. Mi Camil Thompson, digo—me observa y sonríe con la boca abierta—Camil Duarte.
—Camil—sabia que no tenía derecho ah opinar con respecto ah esto. Pero si Yisel ya estaba asiendo esto, no me imaginaba lo que aria cuando Camil muriera—perdón por no venir antes. He tenido mucho trabajo—le explicó.
—Te entiendo perfectamente. Además, se que el poco tiempo que te queda, se lo dedicas completamente ah mi hermana, y realmente te agradezco por eso. En este momento no puedo cuidarla como me gustaría hacerlo.
—No te preocupes por eso. Tu sabes perfectamente lo que tu hermana significa para mí, y realmente disfruto cuidarla. Estar pendiente de ella y asegurarme de que está bien, realmente me llena de paz—le confieso con tranquilidad. Y tan feliz de ver que Camil ya era la misma de antes, tan feliz y llena de vida—lo que ahora me preocupa. Eres tú—Yisel ya era como mi familia, como una hermosa hermana mayor. Y por eso me sentía con la obligación de cuidarla, cosa que ella hizo por mi sin dudarlo. Cuando Camil desapareció.
—¿Yo?—me observa un poco confundida. Probablemente lo que hiba ah decirles, no le agradaría en absoluto. Pero eso era algo necesario—¿Y eso ah qué se debe?. La cirugía salió estupenda, yo estoy grandiosa. Al igual que la bebé—no sabía cómo decirle esto.
—Lo se. Y realmente me alegra que todo allá salido así de bien, y que ustedes dos. Estén aquí con nosotros, con tan envidiable salud. Pero ciertamente, hay algo que realmente me inquieta. Y no me deja tranquilo.
—¿Acaso ocurre algo grave?. Oliver. ¿Se trata de Camil?. ¿No es así?. ¿O me equivoco?. ¿Empeoró?—la tranquila y tan serena rubia recién parida. Se encontraba ahora realmente alterada y con sus manos temblorosas.
—Ya te lo dije. Se trata de ti, no de ella—esta solo se relaja y me observa con aún más confusión.
—No lo comprendo. ¿Que es lo que no te deja tranquilo?.
—El nombre de la bebé—le soy franco. Esta se queda callada por un par de segundos, para luego pronunciar las siguientes palabras.
—No logro comprenderlo. ¿Que tiene de malo que se llame Camil?. El un nombre hermoso, unos de los favoritos de mi madre. Y es ese justamente, el magnífico nombre que tiene mi hermanita—aun y en sus palabras. La protegía, y es que ah nadie le podía quedar una duda. Yisel Thompson, ama ah su hermana. Siempre ha estado hay para mi ángel, poniendo primero la prioridades de Camil. Antes que las de ella.
—El nombre no tiene nada de malo. Si no lo que tú tratas de hacer con eso—ahora tenía la apariencia de una mujer inquieta, la cual prefiere evitar el tema de conversación—y viendo la forma en la cual actúas. Me inclina ah pensar, que tu sabes perfectamente ah lo que me refiero.
—Sabes perfectamente que siempre e hecho lo posible para que mi padre te acepté. Te he tratado como si fueras parte de la familia.
—Realmente te agradezco por ello. Pero en este caso, considero inrrevelante mencionar dichas cosas. Esto se trata de la bebé. Y el hecho de que desees que sea como tú hermana, comprendo perfectamente el hecho. De que la amas profundamente y no desees perderla, pero comparar ah tu hija con tú hermana. Es un grandísimo error, y es que no sólo tú te estás asiendo daño. Si no que también se lo estás asiendo ah tu hija.
—¿Que debería hacer?. Haber, dímelo. Porqué tu puedes continuar con tu vida fácilmente, pero yo no. Se trata de mi hermana, si alguien realmente va ah extrañarla. Esa soy yo—no serie inmaduro y debateria quien quiere más ah Camil. Y es que yo la amo con todas mis fuerzas, al igual que Yisel.
—Se que no es fácil. Nadie lo ha dicho que lo sea, pero debés aprender ah soltar.
—¿Que?—me pregunta con los ojos llorosos.
—Aprender ah soltar.
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Mi Ángel [Terminada].
De TodoCamil es una hermosa joven de veintidós años. Su padre es un poderoso senador, Camil encuentra el amor en los brazos de Oliver Vega, un joven periodista de veintisiete años.