Narra: Camil.
Había intentado ser la misma de antes, pero saber que mi vida se podría acabar en cada momento, me estaba lastimando gravemente. Y es lo peor, ya que solo lograba lastimar aún más ah las personas que me rodean, ah lo que han estado para mi en todo momento y me han brindado de su amplio amor y comprensión.
No deseaba ver triste ah nadie, y sabía que mi actividad solo estaba lastimando ah Oliver. Aún grado de cambiarlo, aún era atento y me cuidaba de más, pero la luz de sus ojos había desaparecido, y pensar que yo era la causante de que esa luz de sus ojos se halla extinguido. Me lastimaba aún más.
Pero aquí nos encontrábamos, ah las cuatro de la madrugada, ah Yisel sele había adelantado una semana el parto. Y estaba dando ah luz, Sam estaba adentro con ella, mientras que nuestro padre. Estaba apunto de hacer un hueco en el piso de la clínica, caminando de un lugar ah otro.
Este sería su primera nieta. Es el primer embarazo de Yisel y realmente estaba nervioso por que todo saliera bien, yo obviamente esperaba lo mismo. Pero antes de que nos autorizarán poder verla. Me levanto del asiento y me acerco al pelinegro con tristeza en su mirada.
Simplemente se encontraba afincado en la pared y cruzado de brazos. Que al verme se aleja de la pared guarda sus manos en sus bolsillos.
—Hola. ¿Todo bien?—era increíble ver la manera en como se preocupaba por mi. En verme bien, tranquila y feliz. Ah pesar de que el no lo este, Oliver siempre se preocupa en hacer lo mejor por mi y mis emociones.
—Si. Aunque eso también me gustaría preguntarte yo ah ti. ¿Todo está bien?—me había comportado en una total idiota. En especial con el.
—Si. ¿Porqué lo preguntas?.
—Porque eh sido una idiota todo este tiempo.
—No digas eso—el niega mientras que me regala una pequeña sonrisa con la boca cerrada. Era tierno que apesar de comportarme como una completa imbécil, y no solo en la calle. Si no que también en la casa, el continúe tratando de que no me sienta culpable. Y lo entiendo, quizás tiene miedo de que me vuelva ir. De que esta vez sí me valla y no me vuelva ah encontrar jamás, nuestro amor era como una arma indestructible. Mi corazón realmente lo ama, y con irme no deseaba lastimarlo. Creí que se olvidaría de mi después de un tiempo, pero eso no ocurrió. Y solo nos lastimamos mutuamente con mi desición.
—Vamos. No existen maneras de que lo niegues, yo lo veo. Tu lo ves y todos lo hacen.
—Es algo temporal—y esa era la cosa. Me estresa cuando mi cuerpo se encuentra sin fuerza. Cuando mi único alivio es estar tendida en una cama, ya que no puedo estar más tiempo de pie por mis pocas fuerzas. Siento como mi alma está perdiendo su fuerza y eso es justamente, lo que más me duele. No deseo dejarlos jamás, pero esto consiente que eso es algo remotamente imposible, más. Considerando mi lamentable caso.
—Se que piensas que mi mal humor mejorara al momento de que mi salud se recupere. Pero esta es la cosa, siento como mi cuerpo pierde las fuerzas cada día que pasa—se aleja de mi y me da la espalda. Se que este es un tema que no le gusta platicar, pero esto es algo necesario. Y más considerando mi pésima actitud todos estos días—Oliver. Perdón—las lágrimas amenazan con hacerse presente. Este se da la vuelta, sus ojos se encontraban cristalizados. Y era algo asombroso, ya que en muy pocas ocasiones lo había visto de esta manera. El toma mi rostro en sus manos y me observa con determinación.
—Esta es la cosa. Que no tengo nada que perdonarte. Esto con tigo en esto, se que piensas que si estoy con migo. Solo me causarás dolor, pero quiero decir que no es así—me sonríe con nostalgia—Camil Thompson. Tu eres sin duda alguna, la mujer de mis sueños. Mi diosa, mi todo, antes de que te conociera, y te metieras en mi vida y corazón. Era feliz, pero si de algo estoy seguro. Es que ahora que estoy ah tu lado. Soy muchísimo más feliz, tu complementas mi vida. Siento que solo te alejas de mi, porque piensan que eres una villana que destruirá mi corazón al momento de morir. Y es un hecho de que me destrozaras cuando eso ocurra. Pero yo....—las palabras de Oliver fueron detenidas por un Sam con la respiración acelerada, saliendo del quirófano. Oliver suelta mi rostro y yo me doy la vuelta para así observar de frente ah mi cuñado. La atención de todos se encontraban en el rubio que aún no decía nada de lo que había ocurrido adentro del quirófano. Con mi hermana y mi sobrina.
—Estan bien—solo tuvo que decir eso para que ah todos nos regresará el alma al cuerpo. El pelinegro me abraza con alegría, y yo hago igual para ser franca. Estaba tan feliz por mi hermana. Ya era mamá, y lo mejor. Es que por lo menos tuve la dicha de conocer ah mi pequeña y por ahora, única sobrina. O por lo menos, la conoceré muy pronto, cuando el doctor me lo autorice.
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—Oh—mi hermana abre su boca de impresión al verme. Yo me acerco ah ella y le doy un tierno, no tan fuerte abrazo. Pero eso sí, repleto de mucho amor y cariño—estas aquí—luce un poco demacrada. Pero no la culpo, un pequeño cuerpo salió de su cuerpo. Son las nueve de la mañana, casi las diez. Deje que descansará, para así poder verla y ver cómo estaba.
—¿Como éstas?—le pregunto con una sonrisa con la boca cerrada.
—No te voy ah mentir. Me duele toda, estoy extremadamente cansada. Pero sin duda alguna, soy feliz.
—Me alegra oír eso. ¿Y adónde está la princesa?. Esperaba conocerla—mi hermana estaba apunto de responderme. Cuando la puerta es abierta y una enfermera entra ah la habitación con una preciosa bebé. Quede cautivada. Era completamente hermosa, no tenía cabello. Pero por el color de sus cejas, creo que puede ser rubio. Posee unos hinoptizantes y tan preciosos ojos azules, es increíblemente hermosa, la enfermera me la entrega y la cargo con suma delicadeza. Una lágrima sale sin ni siquiera avisar, me sentía tan en paz. Tan plena y feliz, está pequeña niña me había regresado el brillo.
—¿Como se llama?—pregunto con tanta alegría.
—Sam y yo decidimos que el nombre perfecto para nuestra princesa sería. Camil—no lo podía creer. Era la pequeña Camil Duarte.
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Mi Ángel [Terminada].
RandomCamil es una hermosa joven de veintidós años. Su padre es un poderoso senador, Camil encuentra el amor en los brazos de Oliver Vega, un joven periodista de veintisiete años.