camara 713

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Habían llegado a un edificio, blanco como la nieve, que se alzaba sobre las pequeñas tiendas. Delante de las puertas de bronce pulido, con un uniforme carmesí y dorado, había...
-Sí, eso es un gnomo -dijo Hagrid en voz baja, mientras subían por los escalones de piedra blanca. El gnomo era una cabeza más bajo que Harry. Tenía un rostro moreno e inteligente, una barba puntiaguda y, Harry pudo notarlo, dedos y pies muy largos. Cuando entraron los saludó. Entonces encontraron otras puertas dobles, esta vez de plata, con unas palabras
grabadas encima de ellas.

Entra, desconocido, pero ten cuidado Con lo que le espera al pecado de la codicia, Porque aquellos que cogen, pero no se lo han ganado, Deberán pagar en cambio mucho más, Así que si buscas por debajo de nuestro suelo Un tesoro que nunca fue tuyo, Ladrón, te hemos advertido, ten cuidado De encontrar aquí algo más que un tesoro.

-Como te dije, hay que estar loco para intentar robar aquí -dijo Hagrid.


Dos gnomos los hicieron pasar por las puertas plateadas y se encontraron en un amplio vestíbulo de mármol. Un centenar de gnomos estaban sentados

en altos taburetes, detrás de un largo mostrador, escribiendo en grandes libros de cuentas, pesando monedas en balanzas de cobre y examinando piedras

preciosas con lentes. Las puertas de salida del vestíbulo eran demasiadas para


contarlas, y otros gnomos guiaban a la gente para entrar y salir. Hagrid y Harry

se acercaron al mostrador
-Buenos días -dijo Hagrid a un gnomo desocupado-. Hemos venido a

sacar algún dinero de la caja de seguridad del señor Harry Potter.


-¿Tiene su llave, señor?


-La tengo por aquí -dijo Hagrid, y comenzó a vaciar sus bolsillos sobre

el mostrador, desparramando un puñado de galletas de perro sobre el libro de


cuentas del gnomo. Éste frunció la nariz. Harry observó al gnomo que tenía a la

derecha, que pesaba unos rubíes tan grandes como carbones brillantes.


-Aquí está -dijo finalmente Hagrid, enseñando una pequeña llave

dorada.


El gnomo la examinó de cerca.


-Parece estar todo en orden.


-Y también tengo una carta del profesor Dumbledore -dijo Hagrid,


dándose importancia-. Es sobre lo-que-usted-sabe, en la cámara setecientos

trece.


El gnomo leyó la carta cuidadosamente.


--- nosotros venimos a la cámara 618, venimos a retirar, y aquí esta la llave.- dijo la señora sheffield con una sonrisa
-Muy bien -dijo, devolviéndo la carta a Hagrid-. Voy a hacer que alguien

los acompañe abajo, a las tres cámaras. ¡Griphook!


Griphook era otro gnomo. Cuando Hagrid guardó todas las galletas de

perro en sus bolsillos, él y Harry siguieron a Griphook hacia una de las puertas de salida del vestíbulo.


-¿Qué es lo-que-usted-sabe en la cámara setecientos trece? -preguntó

Harry.


-No te lo puedo decir -dijo misteriosamente Hagrid-. Es algo muy

secreto. Un asunto de Hogwarts. Dumbledore me lo confió.


Griphook les abrió la puerta. Harry, que había esperado más mármoles, se

sorprendió. Estaban en un estrecho pasillo de piedra, iluminado con antorchas.


Se inclinaba hacia abajo y había unos raíles en el suelo. Griphook silbó y un

pequeño carro llegó rápidamente por los raíles. Subieron (Hagrid con cierta


dificultad) y se pusieron en marcha.

Al principio fueron rápidamente a través de un laberinto de retorcidos


pasillos. Harry trató de recordar, izquierda, derecha, derecha, izquierda, una

bifurcación, derecha, izquierda, pero era imposible. El veloz carro parecía conocer su camino, porque Griphook no lo dirigía.

(Tn) en hogwarts, 1T, la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora