Harry Potter

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-Es aquí -dijo Hagrid deteniéndose-. El Caldero Chorreante. Es un

lugar famoso.


Era un bar diminuto y de aspecto mugriento. Si Hagrid no lo hubiera


señalado, Harry no lo habría visto. La gente, que pasaba apresurada, ni lo

miraba. Sus ojos iban de la gran librería, a un lado, a la tienda de música, al

otro, como si no pudieran ver el Caldero Chorreante. En realidad, Harry tuvo la


extraña sensación de que sólo él y Hagrid lo veían. Antes de que pudiera

decirlo, Hagrid lo hizo entrar.

Para ser un lugar famoso, estaba muy oscuro y destartalado. Unas

ancianas estaban sentadas en un rincón, tomando copitas de jerez. Una de

ellas fumaba una larga pipa. Un hombre pequeño que llevaba un sombrero de

copa hablaba con el viejo cantinero, que era completamente calvo y parecía


una nuez blanda. El suave murmullo de las charlas se detuvo cuando ellos

entraron. Todos parecían conocer a Hagrid. Lo saludaban con la mano y le


sonreían, y el cantinero buscó un vaso diciendo:


-¿Lo de siempre, Hagrid?


-No puedo, Tom, estoy aquí por asuntos de Hogwarts -respondió
Hagrid, poniendo la mano en el hombro de Harry y obligándole a doblar las

rodillas.


-Buen Dios -dijo el cantinero, mirando atentamente a Harry-. ¿Es

éste... puede ser...?


El Caldero Chorreante había quedado súbitamente inmóvil y en silencio.


-Válgame Dios -susurró el cantinero-. Harry Potter... todo un honor.


Salió rápidamente del mostrador, corrió hacia Harry y le estrechó la mano,

con los ojos llenos de lágrimas.


-Bienvenido, Harry, bienvenido.


Harry no sabía qué decir. Todos lo miraban. La anciana de la pipa seguía

chupando, sin darse cuenta de que se le había apagado. Hagrid estaba

radiante.


Entonces se produjo un gran movimiento de sillas y, al minuto siguiente,

Harry se encontró estrechando la mano de todos los del Caldero Chorreante.


-Doris Crockford, Harry. No puedo creer que por fin te haya conocido.


-Estoy orgullosa, Harry, muy orgullosa.


-Siempre quise estrechar tu mano... estoy muy complacido.


-Encantado, Harry, no puedo decirte cuánto. Mi nombre es Diggle,

Dedalus Diggle.


-¡Yo lo he visto antes! -dijo Harry, mientras Dedalus Diggle dejaba caer

su sombrero a causa de la emoción-. Usted me saludó una vez en una tienda.


-¡Me recuerda! -gritó Dedalus Diggle, mirando a todos-. ¿Habéis oído

eso? ¡Se acuerda de mí!


Harry estrechó manos una y otra vez. Doris Crockford volvió a repetir el

saludo.


Un joven pálido se adelantó, muy nervioso. Tenía un tic en el ojo.


-¡Profesor Quirrell! -dijo Hagrid-. Harry, el profesor Quirrell te dará


clases en Hogwarts.


-P-P-Potter -tartamudeó el profesor Quirrell, apretando la mano de

Harry-. N-no pue-e-do decirte l-lo contento que-e estoy de co-conocerte.


-¿Qué clase de magia enseña usted, profesor Quirrell?


-D-Defensa Contra las Artes O-Oscuras -murmuró el profesor Quirrell,

como si no quisiera pensar en ello-. N-no es al-algo que t-tú n-necesites,

¿verdad, P-Potter? -Soltó una risa nerviosa-. Estás reuniendo el e-equipo, s-supongo. Yo tengo que b-buscar otro l-libro de va-vampiros. -Pareció


aterrorizado ante la simple mención.

Pero los demás, no permitieron que el profesor Quirrell acaparara a Harry.


En ese momento harry volteo y logro ver a lo lejos una melena conocida, era ella, era___ con su gemelo y los señores sheffield, están sentados a lo lejos y al parecer no se habían percatado de ellos, hasta que ___ volteo y lo saludo con una sonrisa, corrió a el y le dio un abrazo, enseguida caminaron a ellos los señores sheffield y salazar, al parecer a ellos los conocían bien, por que todos los saludaron con una sonrisa, otros con muecas y otros con cara de susto, pronto toda la familia lo abrazo y quedaron en ir con ellos. Al intentar irse tardaron más de diez minutos en despedirse de ellos. Al fin, Hagrid se hizo oir

(Tn) en hogwarts, 1T, la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora