El gran comedor

1.5K 96 0
                                    

El corazón de Harry dio un terrible salto. ¿Una prueba? ¿Delante de todo el

colegio? Pero él no sabía nada de magia todavía... ¿Qué haría? No esperaba

algo así, justo en el momento en que acababan de llegar. Miró temblando a su


alrededor y vio que los demás también parecían aterrorizados. Nadie hablaba

mucho, salvo Hermione Granger, que susurraba muy deprisa todos los

hechizos que había aprendido y se preguntaba cuál necesitaría. Harry intentó

no escucharla. Nunca había estado tan nervioso, nunca, ni siquiera cuando

tuvo que llevar a los Dursley un informe del colegio que decía que él, de alguna

manera, había vuelto azul la peluca de su maestro. Mantuvo los ojos fijos en la

puerta. En cualquier momento, la profesora McGonagall regresaría y lo llevaría

a su juicio final.

Entonces sucedió algo que le hizo dar un salto en el aire... Muchos de los

que estaban atrás gritaron.


-¿Qué es...?


Resopló. Lo mismo hicieron los que estaban alrededor. Unos veinte

fantasmas acababan de pasar a través de la pared de atrás. De un color blanco

perla y ligeramente transparentes, se deslizaban por la habitación, hablando

unos con otros, casi sin mirar a los de primer año. Por lo visto, estaban

discutiendo. El que parecía un monje gordo y pequeño, decía:


-Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda


oportunidad...


-Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades

que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un


fantasma de verdad... ¿Y qué estáis haciendo todos vosotros aquí?


El fantasma, con gorguera y medias, se había dado cuenta de pronto de la


presencia de los de primer año.


Nadie respondió.


-¡Alumnos nuevos! -dijo el Fraile Gordo, sonriendo a todos-. Estáis


esperando la selección, ¿no?
Algunos asintieron.


-¡Espero veros en Hufflepuff-continuó el Fraile-. Mi antigua casa, ya

sabéis.


-En marcha -dijo una voz aguda-. La Ceremonia de Selección va a

comenzar.


La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas flotaron a

través de la pared opuesta.


-Ahora formad una hilera -dijo la profesora a los de primer año- y


seguidme.


Con la extraña sensación de que sus piernas eran de plomo, Harry se puso

detrás de ___, adelante de ___ estaba su gemelo y detrás de harry estaba ron. Salieron de la habitación,

volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en

el Gran Comedor.

Harry nunca habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido. Estaba

iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro

grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las

mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera

del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La

profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo

detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus

espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas

bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas

tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Harry levantó


la vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. Oyó susurrar

a Hermione: «Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en

la historia de Hogwarts».


Era difícil creer que allí hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera

directamente a los cielos.

(Tn) en hogwarts, 1T, la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora