la capa

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Ron, ahíto de pavo y pastel y sin ningún misterio que lo preocupara, se

quedó dormido en cuanto corrió las cortinas de su cama. Harry se inclinó a un


lado de la cama y sacó la capa.


De su padre... Aquello había sido de su padre. Dejó que el género corriera

por sus manos, más suave que la seda, ligero como el aire. «Utilízalo bien»,

decía la nota, Tenía que probarla. Se deslizó fuera de la cama y se envolvió en la capa.

Miró hacia abajo y vio sólo la luz de la luna y las sombras. Era una sensación


muy curiosa.

«Utilízalo bien.»


De pronto, Harry se sintió muy despierto. Con aquella capa, todo Hogwarts estaba abierto para él. Mientras estaba allí, en la oscuridad y el silencio, la


excitación se apoderó de él. Podía ir a cualquier lado con ella, a cualquier lado,

y Filch nunca lo sabría.

Ron gruñó entre sueños. ¿Debía despertarlo? Algo lo detuvo. La capa de su padre... Sintió que aquella vez (la primera vez) quería utilizarla solo.


Salió cautelosamente del dormitorio, bajó la escalera, cruzó la sala común y pasó por el agujero del retrato.


-¿Quién está ahí? -chilló la Dama Gorda. Harry no dijo nada. Anduvo

rápidamente por el pasillo.

¿Adónde iría? De pronto se detuvo, con el corazón palpitante, y pensó. Y


entonces lo supo. La Sección Prohibida de la biblioteca. Iba a poder leer todo lo

que quisiera, para descubrir quién era Flamel. Se ajustó la capa y se dirigió


hacia allí.


La biblioteca estaba oscura y fantasmal. Harry encendió una lámpara para ver la fila de libros. La lámpara parecía flotar sola en el aire y hasta el mismo Harry, que sentía su brazo llevándola, tenía miedo. La Sección Prohibida estaba justo en el fondo de la biblioteca. Pasando con cuidado sobre la soga que separaba aquellos libros de los demás, Harry levantó la lámpara para leer los títulos. No le decían mucho. Las letras doradas formaban palabras en lenguajes


que Harry no conocía. Algunos no tenían títulos. Un libro tenía una mancha negra que parecía sangre. A Harry se le erizaron los pelos de la nuca. Tal vez se lo estaba imaginando, tal vez no, pero le pareció que un murmullo salía de los libros, como si supieran que había alguien que no debía estar allí. Tenía que empezar por algún lado. Dejó la lámpara con cuidado en el


suelo y miró en una estantería buscando un libro de aspecto interesante. Le llamó la atención un volumen grande, negro y plateado. Lo sacó con dificultad,


porque era muy pesado y, balanceándolo sobre sus rodillas, lo abrió.

Un grito desgarrador; espantoso, cortó el silencio... ¡El libro gritaba! Harry lo cerró de golpe, pero el aullido continuaba, en una nota aguda,

ininterrumpida. Retrocedió y chocó con la lámpara, que se apagó de inmediato. Aterrado, oyó pasos que se acercaban por el pasillo, metió el volumen en el estante y salió corriendo. Pasó al lado de Filch casi en la puerta, y los ojos del celador; muy abiertos, miraron a través de Harry. El chico se agachó, pasó por debajo del brazo de Filch y siguió por el pasillo, con los aullidos del libro


resonando en sus oídos.


Se detuvo de pronto frente a unas armaduras. Había estado tan ocupado


en escapar de la biblioteca que no había prestado atención al camino. Tal vez era porque estaba oscuro, pero no reconoció el lugar donde estaba. Había

armaduras cerca de la cocina, eso lo sabía, pero debía de estar cinco pisos más arriba.

(Tn) en hogwarts, 1T, la piedra filosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora