LXX "Winchester"

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Frío... un frío desolador y silencioso. Obscuridad... la más negra y lúgubre que había presenciado jamás.

Y, de pronto, apareció una Luz... tan cálida y llena de vida que casi podia sentirla en mi piel. Abrazandome, brindándome palabras hermosas, destilando bondad en el verde color de sus orbes, y dándome una sonrisa perfecta.

Luego, de un momento a otro, de forma rotunda y sin ningún tipo de aviso u advertencia, otra vez, nuevamente, me cubrieron el frío y la obscuridad.

Vale POV

Cuando volví en sí no pude abrir mis parpados, estos se encontraban con una pesadez que comenzaba a molestarme.

Al cabo de unos minutos, mis otros cuatro sentidos se agudizaron.

Olfato: Humedad.
Oído: Tuberias y Goteras.
Tacto: Soga rasposa atandome de piernas y manos.
Gusto: Boca seca, sabor a tela.

Gracias al tacto, también descubri que la supuesta "Pesadez" en mis parpados es en realidad una benda fuertemente atada.

Estoy completamente inmovilizada.

Bien, recuerdo estar en el monte Tibidabo para... encontrarme con Di Carluccio.

Recuerdo una rama quebrandose.

Y un golpeteo de arma.

Dardos tranquilizantes. Blaz me había contado de ellos.

Un punto exacto de mi cuello dolía, justo a un lado de la yugular, ahí había impactado el dispositivo.

Por la sequedad de mi boca, es probable que hubiese dormido mucho más de diez horas.

Por el ruido a tuberías y goteras, sumado al aroma de la humedad, seguramente estoy en alguna especie de cuarto bajo tierra, sino es una grabadora y un aromatizante extraño que pretenden despistarme, claro.

Estas semanas los alemanes estuvieron instruyendome por si algo así pasaba, gracias a ellos puedo analizar mi situación de manera más inteligente.

--¿Mpfhm?-- solté.

Nadie respondió.

Suspiré pesadamente, intentando encontrar algún sentido a lo que estaba sucediendo.
Luego de unos minutos, escuché sonidos de metal pesado y un chirrido fuerte.

Habían abierto una puerta.

Escuché pasos, pasos femeninos pero firmes, seguramente de unas botas militares. Sentí una leve brisa y luego escuche una voz cercana a mi oído.

--Te quitaré las vendas, si gritas, no servirá de nada, estamos en un cuarto subterráneo.

Si, lo intuí idiota.

Escuche como desataban lentamente el lazo de la venda en mis ojos y luego el de mi boca.

Al abrirlos luego de un considerable esfuerzo, me encontré cara a cara con una pelirroja que me observaba amenazante.

¿Ésta es la pelirroja que atacó a Lucía? ¿La esposa de Di Carluccio?

--Mucho gusto, Valentina Villanueva, por fin nos conocemos.-- sonrió, o lo intentó, ya que algo que pareció una mueca, en vez de una sonrisa.

--El gusto es mío señorita.-- contesté, manteniendo mi vista en sus ojos.

--¿Sabes cuanto he pasado para llegar hasta aquí?.

--¿Oh, si?, ¿Tan complicado es encontrar a una multimillonaria en estos días?

La mujer alzó la comisura izquierda de su labio en un rápido movimiento, como una sonrisa. Estoy segura que no le agrado mi comentario.

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⏰ Última actualización: Aug 17 ⏰

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