III "Aragon"

433 21 0
                                    

Valentina POV

Llegue cerca de las 9:57 AM a la empresa, estaba observando los imponentes edificios de cristales que parecían negros, estos eran dos, el central al cual llamaban "A" y el secundaria que era un poco mas pequeño al que llamaban "B".

Llegue cerca de las 9:57 AM a la empresa, estaba observando los imponentes edificios de cristales que parecían negros, estos eran dos, el central al cual llamaban "A" y el secundaria que era un poco mas pequeño al que llamaban "B"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando me decidí a retomar mi camino, sentí un descuidado empujón en el hombro que hizo caer lo que tenía en las manos, sumado al Capuccino que minutos atrás había comprado.

—¡Mierda!— Grité, intentando desesperadamente sostener las gafas de sol sobre mis ojos, mientras que mi otra mano se estiraba hasta alcanzar la pequeña cajita negra.

—¡P-Perdón!— Contesto una mujer con cabello rubio sin detenerse y comenzó a correr más rápido dentro del edificio.

—"Idiota"— Pensé, probablemente en voz alta.

Después de este desafortunado hecho, camine lo más tranquila por los pasillos de la empresa hasta la oficina de mi hermano.

—Hola Ingrid.

—Buen día señorita Valeria, pase, su hermano la espera.

—Es Valentina.— Hablé con fastidio.

Me adentre por la puerta de madera negra que daba a la inmensa oficina de mi hermano. El estaba muy concentrado en sus papeles y no levantó la mirada.

—¡Hey!— Saludé.

—¡Vale!, no te había visto, perdona, es que con todo el curro que tengo no puedo despegar la vista del escritorio.

—¿Haz llamado por mí?

—Exacto, necesito que hablemos de algo, pero para eso hay que esperar a alguien.

—¿Cuánto tiempo?—Dije observando mi reloj, el cuál marcaba las 10:09.

Justo en ese momento un hombre con el cabello blanco y de unos cincuenta y tantos de edad entró por la puerta con un fólder en sus manos.

—Ya está aquí— Contestó Bruno, parándose de su asiento y recibiendo al hombre.—Bienvenido, tome asiento señor Fonollosa.

El hombre se presentó y comenzó a platicar del testamento de nuestros padres.

—Como veréis, señoritos Villanueva, os vengo a dar conocimiento sobre el testamento de sus padres.—Arrugué el ceño con extrañez, al igual que Bruno. Ninguno tenía idea de que nuestros padres tuviesen un testamento.—En él pone lo siguiente.— Nos pasó una hoja de papel a cada uno y nos dispusimos a leer.

"Hijos, esto es por el bien de vosotros y el de la empresa. Vuestros bisabuelos levantaron esta empresa desde abajo con sangre, sudor y lágrimas, y durante generaciones se ha mantenido en la cúspide de las empresas periodísticas, hasta llegar a nuestras manos y ahora, a las vuestras. Por lo tanto deseamos que nuestros hijos, Bruno Julián y Valentina Sofía cumplan con este acuerdo, el cuál los obliga a ambos a trabajar para sus veinticinco años, si alguno de los dos no trabaja para la edad establecida será desheredado y lo que inicialmente le correspondía se le será otorgado a su hermano/a. En el caso de que ninguno de los dos trabaje para la edad deseada, la empresa pasará a manos del Estado, y las ganancias serán donadas. El trabajo tiene que ser dentro de la empresa ya que debéis continuar el legado, la condición es que ninguno puede ayudarse, tendrán que hacerlos solos, el que tenga que trabajar deberá cumplir con los puntos que sigue cualquier empleado normal, tendrán que dejar sus lujos y trabajar mínimamente nueve meses para obtener su herencia. Suerte hijos, siempre estaremos con ustedes."

ARAGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora