XVII "Noche Buena... ¿o no?" (1/2)

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Vale POV

--¿Enserio le invitaste a cenar con nosotros?-- pregunte sorprendida.

--Claro, me ha caído muy bien, además está sola, nadie se merece pasar sólo la Navidad--contesto Bruno serio-- damos todos los años la misma fiesta el la mansión, ya estoy aburrido de ver rostros conocidos.

--Ya estoy-- se escuchó una voz que venía de la puerta del baño.

Me giré 180 grados para ver a la portadora de esa hermosa voz otra vez. Ahora estaba segura de que Lucía no era de este mundo, esta niña iba vestida jodidamente sexy, esta niña era jodidamente sexy y en estos momentos estoy reconsiderando la charla que tuve con Lidia y Carlota sobre mi sexualidad, y mucho.

 Ahora estaba segura de que Lucía no era de este mundo, esta niña iba vestida jodidamente sexy, esta niña era jodidamente sexy y en estos momentos estoy reconsiderando la charla que tuve con Lidia y Carlota sobre mi sexualidad, y mucho

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--Va-vale, vamos-- dije tomando mi bolso y saliendo por la puerta.

Bruno salió detrás mío y me hablo en el oido.

--Controla tus hormonas Valentina-- menciono sonriendo y se adelantó para llegar a su carro.

Lo seguí con la mirada, algo confundida por sus palabras, no entendía que estaba insinuando... o si lo entendía pero no podía asimilarlo de parte de mi hermano.

Lucía llegó a mi lado en el estacionamiento y subió conmigo a mi Lamborghini.

--Estas muy guapa-- dije sin despegar mis ojos del camino.

Ella se mostró sorprendida y soltó una sonrisa ladina.

--Vos estas hermosa-- menciono rozando mi mano.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y frene de golpe.

--MIERDA-- dije retomando el control del carro y siguiendo con el camino.

--¡Valentina Dios mío!, te dije que tenía que manejar yo-- dice riendo.

--¡Jamás!-- le contesté contagiandome de su risa.

Unos minutos más y llegamos a la mansión, era grande, como la recordaba, un edificio con piscinas, más de 50 habitaciones y demás cosas.

Al entrar en esta un hombre nos recibió tomando nuestros abrigos y me saludo con el típico "señorita Valentina" que todos usaban para referirse a mi.

Gire a ver a Lucía y sus ojos verdes brillaban como nunca, supongo que por las luces, veía a todas partes como un buho, su cara reflejaba sorpresa he inocencia y su boca estaba en una perfecta "o" que le hacía verse preciosa.

Continuamos caminando hasta llegar a la sala en la que estaban varios invitados y familiares nuestros.

--Os estabais tardando mucho-- saludo mi tío Ernesto.

--Lo que importa es que ya hemos llegado, así que sentaos todos y que empiece la cena-- contesto mi hermano sonriendo.

Varios familiares se acercaron para saludarme, y a Lucía. Mis primos de aproximadamente 20 años no dejaban de mirarle embobados y yo ya estaba fastidiandome.

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