Madison
Tomaba mi café mañanero o más bien mi café de medio día mientras revisaba algunas de las tareas que mis alumnos me habían entregado, era la historia de Alejandría, algunas estaban bien, perfectamente bien redactadas, otras estaban cien por ciento sacadas de Internet, osea copiadas tal cual ni si quiera estaban corregidas ni nada uno de mis alumnos literal había copiado todo de Wikipedia tenía los números de las referencias de donde había tomado la información, teniendo libros que hablan del tema o buscar en otro lado la información requerida las sacan de Wikipedia y ni siquiera lo hacen bien, increíble que sean historiadores y que no sepan buscar información. Tal vez en mis tiempos también hice algo de trampa para buscar información, pero aprendí y entendí que todo es por Internet, se lo dije a los chicos y parece que ni entienden del todo mis instrucciones.
-Hola hermosa-.
Alce la mirada Maggie tomo asiento adelante de mi con una sonrisa como siempre, ella ers uns chica muy alegre jamás la había visto triste e incluso molesta, bueno solo una vez la vi triste cuando habia terminado su relación con su último novio, la vi tan decaída que muchos que ls conocían jamás la habían visto así, le costó un poco de trabajo salir de aquella tristeza pero cuando decidió que ningún hombre se merecía sus lágrimas volvió s vivir y desde hace dos años esta perfecta, salí de vez en cuando a un bar a beber algo con algunos amigos o se iba por un café para pasar tiempo consigo misma, y cuando me divorcie de Max al poco tiempo que ella había salido de su depresión le toco a Maggie sacarme de esa triste faceta que estaba viviendo. Era como quien dice una buena amiga de las que no te traiciona ni te hace daño.
-Hola querida-. Sonreí de vuelta.
-Uy, alguien tiene un lindo semblante esta mañana-. Me miró con picardía.
Reí levemente negando con la cabeza.
Pero era verdad luego de mi fin de semana que se me dio se basó en placer, vino, escribir y dormir me sentía bien, pero más porque no pude evitar volver a jugar con el dildo, esa cosa a pesar de ser de plástico y de un buen tamaño daba mucho placer tanto que no pude evitar ir a una tienda de sexo y ver algunos juguetes que llamaron mi atención, en cierto punto fui al centro comercial primero para comprar algo de comida para mis hijos, quienes por cierto estaban felices porque su padre por la tarde los había llevado a comer hamburguesas, bueno más bien a Derek ya que mi hija a penas le estaban brotando los demás dientes y que por la noche su padre había tenido una emergencia por lo que la vecina, una niña de quince años los cuidaba cuando él tenía trabajo, bueno, segundo después de comprar mis cosas mire todas tiendas del centro y me morí primero de vergüenza al entrar a la tienda sexo pero después se me pasó.
-¿Porqué lo dices?-.
Maggie empujó su silla para quedar un poco más cerca de mi y verme a mis ojos.
-Tienes un aire relajado, un brillo en los ojos... ¿Tuviste sexo?-. Puso cara de sorpresa, pero de alegría.
Mis ojos se abrieron por completo y negué con la cabeza, mierda ¿Tan bien me veo? Mire a mis compañeros que algunos estaban metidos mirando su celulares o sus computadoras con los audífonos puestos.
-No, no, no tuve sexo... Solo fue un buen fin de semana, solo eso-.
-¿Así? ¿Porque? A caso Max dejo de ser un idiota-.
-No, Max es un idiota y no dejará de ser un idiota-. Rodé los ojos.
Maggie y yo dejamos el tema de lado sobre si Max era un idiota o no, pero cambiamos el tema por completo ya que a veces no era del mi agrado el tema de mi ex marido, bueno, ya lo toleraba un poco más porque antes si me molestaba y mucho.
-Buenos días profesores-.
Todos miramos a la puerta de la sala de maestros y ahí estaba el director Moriel que como siempre sonreía cuando hablaba con nosotros, era un buen hombre de al menos unos sesenta años, cabello abundante perfectamente bien peinado, alto y buena porte.
-Buenos días director-. Saludamos todos al mismo tiempo.
-Buenos días a todos nuevamente, el motivo de mi visita es para presentarles al nuevo profesor de economía-.
Entonces de la puerta apareció un hombre, vaya, que hombre tenía un perfecto bronceado además de que se veía que hacía mucho ejercicio, cabello corto pero bien arreglado además de una barba de igual forma bien recortada y ojos claros.
-Que tal, buen día a todos-. Sonrió el hombre.
-Él es Nate Brooks, espero le den una buena bienvenida a la universidad, Madi-. Me llamo el director.
Me puse de pie alisando mi falda para caminar hacia el director y más cerca del nuevo profesor de economía, ambos nos sonreímos.
-Dígame director-. Sonreí con amabilidad.
-Podrías mostrarle al profesor Brooks las instalaciones por favor, tengo una reunión con la universidad de Chicago-. Asentí con la cabeza y el director volvió a Nate-. Profesor lo dejo en las excelentes manos de la profesora Madison y nuevamente bienvenido a la universidad de Washington-.
El director se despidió de todos deseandonos un buen día.
Mire a Nate que solo me Sonreía un poco y yo a él.
-Bueno, pues bienvenido a la universidad, soy Madison Bernanke profesora de historia-. Me presente y estire mi mano para estrecharla con él.
-Es un gusto conocerte, he oído de ti por tus libros-.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, solo había pasado una vez que unas mujeres me habían visto en el supermercado y se acercaron a mi para pedirme que les firmará el libro, fue tan lindo ese momento, pero jamás me había pasado que un hombre me dijera eso era algo tan raro pero al mismo tiempo era lindo.
-Es una excelente escritora, además ed divorciada-.
La voz de Maggie se hizo presente, me quedé congelada cuando dijo mi situación sentimental, me gire a ella para mirarla mal y lo único que ella hizo fue guiñarme un ojo para así salir corriendo de la sala. Que vergüenza, negué con la cabeza y me gire nuevamente hacia el hombre que estaba detras de mi.
-Lo siento por eso, ella es así no le hagas caso-. Sonreí avergonzada.
-Descuida... ¿Vamos a ver las instalaciones?-.
-Claro que si, vamos-.
Voy a matar a Maggie, la voy a matar.
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A MediaNoche |+18|
Romance-¿Porqué haces esto? ¿Porqué no puedes dejarme en paz?-. Pregunté frustrada y sintiendo las lágrimas inundar mis ojos. -Porque sigues siendo mía y de nadie más-. Dijo en un tono sombrío que conocía perfectamente bien. Trague nerviosa de ver la forma...