Max
Estaba corriendo por todo el hospital, había llegado como maldita alma que llevaba el diablo, tuve que salir del trabajo lo más rápido que pude ya que estaba en un operativo y me había llamado Gabriela diciendo que ya había llegado el momento ¡No lo podía creer! Jamás me había sentido tan nervioso cómo está vez, con los otros dos me sentí bien pero esta vez era todo tan diferente ya que Madison había tenido un pequeño aborto y eso a los dos nos asustó de que perdiéramos a nuestro bebé pero por suerte no pasó solo que ella debió haber tenido más cuidado en su estado y no haber estado viajando por lo del libro, entendía que era muy importante pero lo que me preocupaba era nuestro bebé.
Estuve con ella un poco durante su trabajo del libro y debo decir que era algo cansado pero todo se mejoraba cuando llegaba la hora de ir a la habitación ¡Amaba los embarazos! Hacían que las las mujeres se pusieran mucho más caliente de los normal ¡Benditas hormonas! Madison me hizo suyo, joder.
Llegue al puerta de la habitación de Madison y entre al instante y al hacerlo la vi ahí tan bella como siempre acariciando su abultado vientre que estaba por explotar, alzo la mirada y me sonrió al verme ahí parado con una cara de preocupación que le causaba un poco de gracia. Tomé un poco de aire acercándome a mi esposa, tomé su mano para llevarla a mis labios dejando un beso en sus nudillos.
-Hola princesa ¿Como estás?-. Bese nuevamente sus nudillos.
Madison sonrío.
-Fantástica, solo vine por un chequeo y el doctor dijo que el bebé estaba en posición-. Sonrió.
-¿Sin contracciones?-.
Negó con la cabeza.
La puerta se abrió dejando a la vista a Douglas, Carmen y Lupita, la hijastra de el padre de mi chica, su madrastra traía algunos globos que decían Soy niña, soy niño. La verdad es que ni Madison ni yo sabíamos lo que era nuestro bebé puesto que no se dejaba ver, pero para el día del babyshower lo hicimos de forma neutral no deseábamos encasillar a nuestro bebé en sí era niña o niño, lo único que nos importaba es que llegara a este mundo bien.
Douglas se acercó a su hija para besarla en la frente y sonreírle de manera paternal, Lupita también la saludo con un pequeño beso en la mejilla diciendo lo feliz que estaba por la llegada del bebé, todos estaban felices por este gran momento...hasta que en la puerta apareció Carol. Todos se quedaron en silencio a verla ahí parada con un oso de peluche ¿Que hacía ella ahí? Madison y yo nos miramos sin entender lo que estaba pasando ahí.
La miradas de Douglas y Carol eran una completa poesía al pasado, él la desvió primero que ella.
-¿Mamá?-. Se veía sorprendida.
¡Y quien no lo iba a estar! Digo, yo no le había dicho a nada a Carol sobre el embarazo de Madison, ni siquiera había vuelto hablar con Madeline porque ella se había ido a Francia a estudiar arte y exponer sus cuadros, se alejó de todo y todos, pero yo nunca he hablado con Carol Max que aquella noche en la que le pedí me dijera en donde podía encontrar a mi esposa, pero nada más, por lo que no entendía que hacía ella ahí.
Aquella mujer aclaró su garganta avanzando hacia la cama donde estaba recostada Madison.
-Hola cielo-. Sonrió levemente-. Yo...bueno...yo solo venía a traerte algo yo...creo que debo irme-.
Ella dejó el oso de peluche en la mesa que estaba su lado de la cama de Madison para dar media vuelta e irse, pero Madi la detuvo.
-Mamá, no te vayas por favor-. La mujer se giró a verla-. Por favor, te quiero conmigo-.
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A MediaNoche |+18|
Romance-¿Porqué haces esto? ¿Porqué no puedes dejarme en paz?-. Pregunté frustrada y sintiendo las lágrimas inundar mis ojos. -Porque sigues siendo mía y de nadie más-. Dijo en un tono sombrío que conocía perfectamente bien. Trague nerviosa de ver la forma...