Max
Su mano acariciaba mi pecho jugando levemente con el vello que estaba ahí, solo miraba al techo pensando, pensando y pensando, ers lo único había hecho en los últimos meses, solo pensar luego de estar con alguna chica que me encontraba en algún bar cuando tenía las ganas de ir a beber algo o a veces cuando iba hacer algunas cosas en el supermercado había chicas que me coqueteaban de una forma muy descarada y yo solo podía sonreír y seguirles el jugo, claro que cuando estaba con mis hijos las mujeres no entraban en mi vida, tampoco era un maldito descarado como para tener sexo con una desconocida mientras ellos estaban en la habitación de a lado, no, uno no sabía que tipo de persona enferma podría hacerle algo a sus hijos, así que esa era mi ley por así decirlo.
Mujeres en mi casa mientras mis hijos estaban no entraban.
Los fines de semana me dedicaba a ellos y a estar con ellos, bueno a menos de que surgiera algún imprevisto en el trabajo tenía que llamarle a mi pequeña vecina para que los viniera a cuidar, hasta eso confiaba en esa niña ya que su madre iba a vigilarla para asegurarse de que también estuviera bien, pero en si los fines trataba de estar la mayor parte del tiempo con ellos, eran lo mejor de mi vida me habían traído felicidad y eso era lo mejor además de su madre.
Me había enamorado de Madi desde el momento en que la conocí en aquella fiesta de Halloween de un amigo en común, él nos había presentado y así poco a poco el amor comenzó a surgir, cada cosa que viniera de Madi para mi era lo más interesante, ponía atención a cada detalle de lo que decía y hacía no quería perderme nada, decidí que después de mucho tiempo de salir, ser novios era momento de pasar a la siguiente etapa, matrimonio.
Los primeros meses era pasión, deseo, juegos, sensualidad y luego Madison se embarazo de Derek, jamás la había visto tan feliz como aquel día que regresando del trabajo ella me recibió con una caja en sus manos envuelta en un delicado papel blanco con una cinta dorada, al abrirla me encontré con esa prueba de embarazo que era positiva, claramente, sus ojos le habían brillado tanto como cuando le pedí matrimonio. La llegada de nuestro hijo fue una de las mejores sensaciones que pude experimentar, éramos tan felices.
Pero con el tiempo comencé a enfrascarme en mi trabajo, deseaba ser más que un simple oficial, deseaba más que eso y el trabajo me exigía más y más que me olvide de la necesidades de mi esposa, pero ella nunca dijo nada jamás me puse a pensar en lo que ella necesitaba de que si me molestaba que no se dedicará al cien al hogar si me molestaba que estuviera tan, metida viendo libros y escribiendo parecía que la llevaba a otro mundo, muchas veces dormía solo porque ella seguía ahí metida. Pero los dos estábamos haciendo mal las cosas, ella en su mundo de historia y yo en mi mundo crimines y persiguiendo pistas, al final ni nos dimos cuenta de que nuestra relación estaba yéndose a la mierda. Creíamos que teniendo otro bebé sería la solución a nuestros problemas y así volveríamos a sentirnos como cuando nos sentimos cuando Derek y sentí que todo estaba yendo bien, pero no fueron así las cosas.
Todo por una noche de copas y molesto por la fuerte discusión que habíamos tenido y harto de todo.
-¿En que tanto piensas?-. Pregunto Mia.
Mia Anders, solo era una compañera de trabajo que obviamente ella y yo solo teníamos una relación ocasional, pero al parecer tendría que deshacerme de ella al igual que lo hice con Arizona una chica un poco más joven que yo y que solo teníamos sexo pero al parecer ella se estaba tomando muy enserio que el acostarnos nos estábamos volviendo algo más, pero no, con ella, salía después de mi separación y todos creían que era mi novia, pero no, yo no tenía novias y Mia al parecer también se estaba pensando que éramos algo más que personas que cogen cuando tienen ganas.
La mire por unos cuentos segundos y así levantarme de la cama para comenzar a recoger mi ropa y vestirme, tenia que ir por mis hijos ya era viernes así que tenía que ir por ellos.
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A MediaNoche |+18|
Romance-¿Porqué haces esto? ¿Porqué no puedes dejarme en paz?-. Pregunté frustrada y sintiendo las lágrimas inundar mis ojos. -Porque sigues siendo mía y de nadie más-. Dijo en un tono sombrío que conocía perfectamente bien. Trague nerviosa de ver la forma...