Capítulo 39

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Madison

-¿Y porque tienes que cuidarlo tú?-. Indagó Nate frunciendo el ceño.

Solté un suspiro cansado, realmente estaba cansada de toda la situación estos dos hombres me iban a volver completamente loca en algún momento de mi vida. Habían pasado ya dos semanas desde que Max estaba en mi casa debido al accidente que tuvo, yo era quien lo cuidaba y le ayudaba en algunas cosas que él no podía hacer como moverse de la cama al sofá que estaba a un lado de él, claro que yo no lo cargaba porque ese hombre me tiraba al suelo por lo pensado que era, un fisioterapeuta había venido a casa para poder ayudarlo a que movilizara un poco su pierna, no del todo ya que aún tenía los clavos y no podía moverse pero lo que no deseaban era que perdiera movilidad por ello hacia los ejercicios, pero el terapeuta que venía se tuvo que ir ya que tuvo problemas familiares y se fue así que el hospital mandaría a otra persona para ayudarlo.

Y con respecto a Nate, bueno, cuando se enteró que Max estaba en mi casa bajo mi cuidado le molestó y yo no entendía el porqué ya que Nate y yo no teníamos nada, para ser sincera ya no me sentía como antes cuando salía con él ojiazul, esa pasión que sentía se estaba desvaneciendo poco a poco o al menos eso era lo que sentía. Nate había cambiado era diferente al hombre que estaba conmigo y que le decía cosas lindas, ahora eran pocas las veces que me las decía ya que lo único que me decía era porque Max seguía en mi casa y porque lo tenía que cuidar yo, estaba completamente descontrolado a cada nada estaba molesto y decía cosas que me molestaban ya que no le hacían llorar pero si enojarme. Comenzaba a cansarme.

Me crucé de brazos para mirar a Nate que tenía las manos sobre la barra de la cocina con cara de pocos amigos y la mía de seguro estaba igual o peor que la de él.

-Nate ya te lo dije, Olga no puede cuidar de él y a mí no me cuesta trabajo hacerlo además es el padre de mis hijos-. Justifique y me gire para mirar la comida.

-Pero él no es tu responsabilidad Madi-. Lo ignore-. Madi...Madison-.

Resoplé con desesperación, no deseaba verlo comenzaba a sentir un poco de desesperación, sé que sonaba algo estúpido de mi parte haber dejado que Nate entrara a mi casa a pesar de que Max estaba en mi casa y en el cuarto de huéspedes, pero le había llegado de sorpresa según él para invitarme a comer a mí y a los niños pero claramente Derek se negó por completo a salir a comer con el ojiazul ya que su padre estaba en casa. Mi hijo era el más feliz del mundo porque papá estaba en casa y podía pasar tiempo con él, Max parecía diferente, lo veía tan diferente como si ese accidente le hubiera cambiado algo dentro y en él, pero no debía hacerme ilusión porque en cuanto él se recuperará volvería hacer él mismo y los que más me preocupaban eran mis hijos.

Sentí sus manos tomar mi cintura para pegarme hacia su cuerpo pero me sentía aprisionada y no deseaba que él me tocara, así que quite sus manos de mi cuerpo para volverme a él.

-Nate tengo cosas que hacer, quiero que te vayas, si-.

Ambos nos miramos a los ojos, él mordió su labio para al final asentir con la cabeza y dar media vuelta ve irse de mi casa. Las cosas no estaban yendo bien con él desde aquella vez que estuvimos en la cabaña, algo había cambiado y yo no lo sentía bien creo que esa vez que hicimos él amor no fue amor, no lo sentí amor sino lo sentía mal como un momento más y nada más ¿Qué estaba pasando? No lo entendía pero todo había cambiado yo me sentía diferente.

El sonido del timbre me saco de mis pensamientos, mire a la estufa para bajar el calor del fuego e ir a la puerta.

Al abrir la puerta me encontré a un hombre con un uniforme de médico y un abrigo por el frío ya estábamos a unos cuántos días para que la navidad y el invierno entraran así que entendía perfectamente porque ese hombre tenía ese gran abrigo.

-Hola soy Liam Clein soy el fisioterapeuta del señor Walker-. Sonrió al final de su presentación.

-Hola, yo soy Madison por favor pasa-.

Me hice a un lado para el hombre entrara por completo a mi casa, se quedó parado en medio de la estancia admirando todo a su alrededor hasta que su vista deparó en mí y yo solo me sentía un poco tímida porque debía decir que él no era feo, era atractivo y unos lindos ojos azules. Me acabo de percatar que todos los hombres que me rodean tienen ojos azules, qué cosa.

-Venga lo guiaré en donde está Max-.

-Muchas gracias señora Walker-.

Solté una risita negando con la cabeza.

-Por favor no me llame así, dígame Madison-.

-Esta bien, pensé que era esposa del señor Walker-.

Negué con la cabeza, ambos caminamos por el pasillo hasta llegar a la habitación en donde se encontraba el padre de mis hijos, abrí la puerta un poco para que no le viera Max del todo, pero mis ojos estaban puestos sobre el fisioterapeuta.

-Si necesita algo llámeme-.

-Lo tendré en cuenta Madison-.

Aquel hombre se adentró a la habitación y yo solo me quedé ahí parada mirando a la puerta como tonta ¿Me estaba coqueteando? No, no lo creo digo ¿Porqué todos hacen eso? O más bien ¿Desde cuando le gusto a todos? No lo entendía pero la verdad es que me tenía muy sorprendida que un hombre le coqueteara porque hace unos días fui al supermercado para hacer la despensa y un chico de al menos unos veinte años me coqueteo de una forma muy especial, digo no era la gran cosa pero no podía alcanzar una caja de cereal y el chico se acercó a mí para poder ayudarme y comenzó hacerme plática y cuando menos me di cuenta me dio su número de teléfono para que lo llamara y saliéramos a tomar una copa o un café ¡¿Un café?! No lo podía creer y yo me sentí tan halagada y tan especial de que alguien me coqueteara ¿Tengo el toque? ¿Será?

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