35. yo amo el vóley.

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Fargan tenía la conciencia pérdida, se sentía culpable, y terriblemente borracho, bebía desde aquel bar a altas horas de la noche pecaminosa -Una más- pedía por cada botella, aunque sabía que estaba siendo irresponsable al respecto.

Nunca tuvo madera de líder, ni madera de policía, ni siquiera de niño tenía el sueño de convertirse en aquello, fue obligado por su propia madre para complacer un título que no había pedido. Ni siquiera culpaba a los demás de decepcionarse de él, porque tenían la razón, no se merecía el puesto ni mucho menos el cargo, en realidad lloraba y se asustaba por la mayoría de cosas.

-Fargan- escuchó de forma distorsionada, el alcohol cubrió sus sentidos, parecía ver borroso, hasta que finalmente se acostumbraba a la luz artificial del foco que prácticamente no era mucha y aún así le molestaba la vista -¿Qué haces aquí?

Dijo con voz aguda, pero ni siquiera podía reconocerle, dejó a un lado su pequeño vaso -¿alexby?- pero no era él, quizás le seguía pensando, pero en realidad era un rubio con un gorro medio verdoso pegado a su cabeza.

-¿Ah? Soy Willy- respondió con una sonrisa atontada, se sentó a un lado pidiendo unas cuantas cervezas para él, fue atendido, en el lapso de tiempo que esperaba miró a fargan con una ceja alzada.

-¿tienes algo? Hace unos meses que no nos hablamos- fargan de verdad necesitaba que alguien le consolara, que le dijera cosas buenas que podía rescatar de sí mismo -El trabajo me tiene horrible.

Dijo más no calló, Willy pusó su mano en su antebrazo haciendo que dejará el whisky de lado -Creo que esta no es la mejor solución para que te desestreses.

-Fargan, ¿desde cuando eres policía?- con uno de sus dedos índices rascó una punta de su cabeza sudorosa -Creo que hace 4 años.

-Vaya, eso es mucho, felicidades...¿tú te sientes feliz por eso?- fargan jadeó mirando al suelo que ni siquiera era plano, se sentía mareado, unió sus brazos jugando con sus dedos torciendolos levemente.

-No- respondió antes de dejar caer su cabeza en el hombro de willy, quien lo sujetó por su brazo y dejó que se recargara -Creo que lo estas haciendo bien.

Pero no creyó en sus palabras, nunca lo hizo en realidad, se había engañado y se estaba engañando.

(...)

Era una tarde como cualquiera a las 6:30 del 2009 en España, rubius despeinó sus castaños cabellos desordenando su flequillo largo -¡osito!- gritaron a la distancia, y de inmediato supo quien era.

-Vegetta- susurró recibiendo un abrazo fuerte, lo sujetó por la espalda dando un giro además de levantar sus pies del suelo por un segundo -Escuche de tu madre, ¿estas bien?

Vegetta tenía el cabello corto, en realidad era negro por naturaleza, rubius se alejó unos pasos presionando sus manos contra los bolsillos de su pantalón -Sí, estoy bien, ella era una mierda después de todo.

-¡Rubius, no seas grosero!- respondió, sin embargo tomó aire -¿Quieres ir a la playa a hablar sobre eso?

-Oye, no es necesario que te preocupes por mí, vegetta, soy una mierd...- no terminó la oración, vegetta exclamó -¡no lo eres, eres el chico más dulce, considerado y fuerte del país! Aunque a veces me des miedo.

Sonrió sorprendido, dejó escapar una pequeña lágrima detrás de su mejilla -Creo que...creo que yo no soy una buena persona, vegetta.

-yo creo que serás un buen adulto- no le gustaba ser contenido, pero en realidad, en esas fechas estaba encaprichado con el chico, aunque puede que haya sido enamoramiento, era un niño, ni siquiera sabía lo que era el amor de un padre.

-Me tienes mucha fé- vegetta negó con la cabeza -Lo digo porque lo sé, ¡soy un brujo después de todo! Sé que vas a ser una buena persona.

Hubiera deseado que vegetta si fuera brujo en aquel entonces, rubius se despertó de aquel sueño combinado con un recuerdo, estaba acostado en el sillón de la sala hecho bolita cruzando sus pies "¿me amas, rubius? ¿Sabes qué pude aprender del vóley? Yo amo el vóley, pero si el vóley fuera una persona yo nunca, nunca la echaría de mi casa medio desnuda, ¿y sabes qué más? Una persona que ama a otra no la lastima."

Cállate, no era verdad, el amor no existe, porque todo es una mierda, la cabeza de rubius funcionaba de forma caótica, comenzó a llorar limpiando sus ojos con esfuerzo como si no quisiera hacerlo, rasguñó sus ojos rojos por el llanto, porque aunque no lo aceptara era lo mismo que su papá y en el fondo ni siquiera quería cambiar eso.

En el fondo disfrutaba de eso, disfrutaba de verles sufrir, pero luego volvía el arrepentimiento, el sentimiento de culpa que llenaba su corazón lo escondía con ego, con palabras sin sentido, con engaños, sí quería a sus amigos, los quería, pero en el fondo; él no sabía que era lo que era querer a alguien.

Porque nunca supo cuanto vegetta le quiso hasta que lo analizó, y no se quiso imaginar cómo fue para luzu descubrir que abusaba de quackity, pero no importaba, porque su karma era quackity en sí, quackity significaba todo, significaba que hizo caer a rubius en un ciclo tóxico.

Pero no le importaba, quackity estaba ahí para él, incluso si no lo supiera, era un apoyo emocional, le quería por ello, quackity representaba que rubius era una mierda de persona, pero que podía amar, eso pensaba, que aún siendo una mierda podía querer a alguien.

No, no era así, extrañaba a quackity, extrañaba a vegetta, a luzu, a alexby, a fargan, a lolito, a Mangel, a Willy. Los extrañaba tanto que daría su sangre para volver en el tiempo y decirles que lo internaran en un puto hospital psiquiátrico.

Rasguñó sus piernas que sangraron, hubiera deseado no teñir su cabello de un blanco rubio, porque ese día fue el día en el que aquel rubius que defendía la moral murió, ese día él se suicidó.

Ese día, rubius era una nueva persona, y esa nueva persona; no era una buena, no era una persona decente, no era común, no era ese rubius.

Ghost boy -Omegaverse. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora