65. Una nueva vida.

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-No lo sé, Quackity, apenas lo conozco, ¿crees que no se pueda sentir incómodo si le pido una cita?- tenía el parlante de su teléfono celular colgando de su hombro pegado a su oreja, con sus manos libres y la cabeza torcida a un lado sujetaba un paquete de papas fritas comiendolas poco a poco.

-No le digas directamente que es una cita a menos de que lo suponga, además, si él está incómodo te lo dirá, y allí es cuando tienes que ir a otra dirección- tragó.

-No estoy seguro, ¿qué debería ponerme, de qué debería hablar o qué debería ser para ser amable?- quackity pensó -Podemos elegir tu vestuario juntos, el tema de conversación es libre, veg, no hay manuales completos que no sean ilusiones para ir a citas.

-¿Nunca habías ido a una cita con luzu?

-No realmente como tal, la primera vez que nos besamos fuimos a la famosa playa y bastó unos minutos para que nos besaramos, pero tuve citas con mi...

Con mi qué?

-Con mi ex, ajá, jaja- su voz se había torcido, como si algo le hubiera inferido -...gracias, quackity, perdón por quitarte media hora de vida.

Rieron -Yo feliz, veg, te quiero.

-Yo a ti- al colgar, se sentía como que había mentido, y claro que no, ¡quería y respetaba a quackity! ¿Por qué sentía que se le olvidaba un detalle importante? No importaba, suspiró tomando la bolsa de papas fritas y yéndose hasta su cama.

Ya estaba anocheciendo, se sentía pesado, se sentía mal, aún tenía en su cabeza cada una de las fotos que habían publicado y deseaba tanto que nadie supiera quienes fueran. Cerró los ojos con fuerza rasgando las mantas que lo enrollaban, uno, dos, tres, contaba internamente deseando con fuerza poder dormir aunque sean 3 horas de lo que llevaba diariamente.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco.

Uno, dos.

¿Por qué estaba soñando a esa hora? Podía sentir que era un sueño, pero no entendía el porqué, no tenía mucha conciencia, se levantó de la silla donde estaba sentado. Tenía que encontrar una puerta, una salida, no quería estar ahí y ni siquiera sabía porqué.

-¿A donde vas, donde quieres ir?- esa voz, esa voz brusca como dulce, que le parecía terrorífica, era de rubius, se dio la vuelta encontrándose con un recuerdo.

Un recuerdo feo, algo que le marcó y nunca supó, no quería verlo pero no podía apartar la vista, rubius tenía 17 cuando él tenía 15 aquella vez, vegetta estaba arreglado como normalmente después del encuentro casual con su novio -Voy a ver a Willy, tengo que atender asun...

-¿Y quien te dio permiso?

«¿por qué tendría que pedirte permiso?» quería llorar.

-...solo será media hora y- rubius se levantó, sosteniendo el brazo del beta y empujandolo hasta el colchón -Te necesito, no quiero que te vayas.

«DÉJALO IR» gritaba pero no podía moverse, era una pesadilla, ¿por qué ahora estaba recordando aquel momento específico? «Por favor, dejame ir»

Nadie escuchaba, ni siquiera su versión jóven que era sometida por rubius en la cama, cerró los ojos -¿cuando me ibas a decir que te acostaste con él?

«Perdón» era quackity, viéndole con la expresión más afligida, su voz rota y dramática, estaba cruzado de brazos «Yo no quiero decepcionarte»

-Pero te acostaste con mi novio, con mi abusador, ¡te acostaste con rubius mientras yo estaba muriendo!- lloraba.

No es real, no era real, solo era una película en su cabeza haciéndole ideas extrañas, no era más que una fantasía de nada, eran sus miedos, uno, dos, tres.

Ghost boy -Omegaverse. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora