Min Yoongi, rey y alfa líder del reino de Seúl.
Park Jimin, un omega que llega a su vida para cumplir una misión.
"- Alfa...todos tenemos secretos..."
¤ Pareja principal: Yoonmin
¤ Drama / Angst / Romance
¤ Omegaverse AU
¤ Mpreg.
¤ Mención de otr...
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"No quieres salir lastimado por mirar demasiado cerca..."
El pasillo del Palacio estaba lleno de sirvientes que iban de un lado a otro. El cálido sol del otoño recién iniciado abrigaba a cada persona del reino en aquella mañana.
— Oh, por todos los dioses ¡El Rey Jimin está aquí!
La exclamación de aquel chico, visiblemente joven y nuevo en sus labores, no pasó desapercibida para las doncellas que iban tras su señor. Im Nayeon sonrió al notar la emoción de sus compañeros por ver luego de meses a su Rey pasear entre ellos, aunque la emoción quizá se debía a otra cosa. O dos, de hecho.
Miró de reojo a Jihyo y Tzuyu, ambas caminando delante de ella con los brazos ocupados. Soltó un suspiro y regresó su vista al frente al mismo tiempo que jugueteaba con el anillo en su dedo anular.
Min Jimin logró observar a aquel jovencito antes de verlo desaparecer corriendo, avergonzado por haber sido descubierto y sobre todo por haber perturbado la tranquilidad de la familia real en, los que eran evidentes, sus primeros días de trabajo.
Sonrió amablemente a los curiosos antes de frenar sus pasos, asomándose por la puerta del jardín.
— ¿Ese es el Rey? — preguntó Tzuyu con una sonrisa encantada al ver la escena.
— Sí, ese es mi Rey. — respondió Jimin en un susurro, suspirando como un mocoso enamorado al ver a sus dos amores en el jardín, rodeados de soldados que miraban la escena con sonrisas discretas.
— Antes de que vaya a enfrentarlos a ambos, por favor déjeme acomodar su capa. Siento que me van a cortar la cabeza si lo ven salir desabrigado. — dramatizó Nayeon acercándose.
El Omega Luna se dejó hacer. Esperó paciente a que su Dama de Compañía le acomodara las vestimentas antes de mirar a sus otras dos doncellas, decretadas como niñeras por él mismo hace ya un par de años.
— No se acerquen demasiado, por favor. Siento que a Yoongi le va a dar un infarto al verme, no quiero que empeore si las ve a ustedes cerca a esos guardias con espadas.
— Nos mantendremos a una distancia prudente, majestad. — aseguró Jihyo sonriéndole.
Satisfecho, el omega avanzó hacia el jardín.
El sonido de las espadas de madera hacían a los guardias estar atentos a la falsa pelea entre padre e hijo. El príncipe Min Jijoon, heredero de seis años, mantenía una sonrisa alegre mientras intentaba esquivar los, muy débiles, ataques de su padre, el Rey.
Min Yoongi fingió recibir un golpe con la espada de su hijo, haciendo una mueca antes de soltar su espada falsa en señal de rendición. — Me venciste de nuevo, príncipe. — declaró con una sonrisa muy mal disimulada.