O c h e n t a y d o s

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"¿Puedes confiar en mí? Por favor, acércame con fuerza y abrázame."



Soltó un suspiro mientras sentía como las manos de Nayeon peinaban sus cabellos con delicadeza.

Miró a través del espejo frente a él como Jihyo jugaba con su hijo y Tzuyu terminaba de arreglar el desorden de la habitación. Apretó los labios y cerró los ojos, buscando escapar un momento de toda aquella realidad.

Es tu destino...

Muchas cosas habían pasado. La tensión entre Gyeonsang y Kusan era más fuerte que nunca a pesar de que los antiguos reyes habían sido capturados y ejecutados.

Kim Hyojong se había entregado. Él se había entregado luego de ver a su esposa e hijo enfermos, las heridas que habían sido provocadas al momento de huir no habían sido atendidas como debían serlo y los había llevado al borde de la muerte. Abdicó a la corona con la única condición de la seguridad de su familia, condición que fue aceptada al inicio por el Rey de Kusan.

Pero las palabras son llevadas por el viento a lugares lejanos, hasta dar en el vacío.

Kim Taehyung había hecho tratar a la reina y al príncipe, los había acogido por unos días y luego tuvo que tener una seria conversación con los antiguos reyes del territorio que ahora le pertenecía.

No podía dejarlos con vida, o al menos no sin castigo alguno. Podrían revelarse en cualquier momento y eso era algo con lo que él no quería lidiar. La decisión había sido sencilla para los Kim de Gyeonsang, no lo pensaron demasiado. Su prioridad era solo una: salvar a su hijo.

Kim Hyunah y Kim Hyojong habían sido ejecutados gracias al pedido de la propia gente de Gyeonsang.

El antiguo príncipe heredero ahora había pasado a ser cuidado por Kusan, su nueva y única familia desde aquel día. Era el último acto de compasión que Kim Taehyung podía ofrecerle a dos padres resignados a su final.

Y ellos... Bueno, los Min eran los que mejor lo pasaban entre los tres reinos por el momento.

— Está listo, mi señor.

La voz de Nayeon le hizo abrir los ojos. Giró su rostro y le agradeció con una sonrisa antes de ponerse de pie y caminar hacia su pequeño. Se agachó un poco y lo tomó en brazos, recibiendo sus risas como el mejor regalo en todo el mundo.

Alzó la cabeza cuando la puerta fue abierta. Su sonrisa se congeló cuando vió a su alfa entrar. Sus ojos viajaron automáticamente hasta las manos de su Rey, notándolas algo manchadas y lastimadas.

— Déjennos solos, por favor. Jihyo, cuida a Jijoon. Ahora los alcanzo.

Ante las palabras de su Omega Luna las tres mujeres asintieron al instante. La beta tomó en brazos al príncipe heredero y lo sacó de la habitación a pesar de sus lloriqueos por no haber podido acercarse a su padre luego de no haberlo visto desde la mañana.

❝REMEMBER❞ [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora