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(Pov Kairi)

No me dí cuenta en que momento caí rendida en la cama de la pequeña habitación que me dieron.

Cuando desperté había una chica mirándome con cierta molestia, molestia que era bastante evidente.

—Hasta que por fin te dignas a despertar.— Sus palabras iban cargadas de una furia silenciosa.— El Señor Nobile quiere hablar contigo.— La miré con desinterés, quién es ella para hablarme así, ni siquiera la conozco.—Ve pronto.— Al retirarse cerró la puerta con bastante fuerza.

Vaya manera de comenzar. Me vestí y fui en busca de Nobile, al subir me di cuenta que el aire que circulaba no era nada agradable, era bastante frío.

Tartaglia notó mi presencia, se dió cuenta que mi ropa no era tan abrigadora por lo que me puso su gran abrigo.

—Por si no lo sabías, en esta nación hace frío.— Me dirigió una pequeña sonrisa burlona.

—Puedo notarlo Tartaglia.— Comencé a preguntarme cuanto tiempo estuve dormida, ya que cuando me rescataron me comentó que no estabamos taaan lejos de Liyue.—Oye ¿Cuanto tiempo dormí?.— Él me miró y comenzó a calcular mentalmente.

—Dormiste casi tres días completos. En tu comida le pusimos un somnifero para que pudieras descansar mejor, el clima de este lugar es bastante demandante y con tu cuerpo débil hubiera sido fácil enfermarte.— Me puso su mano en la cabeza y desordenó mi cabello, odio eso.- Espero que no te haya molestado, pero era por tu bien.

— Muchas gracias por tu amabilidad y por favor quita tu mano de mi cabello o te corto la mano.— Le dirigí una mirada cargada de enojo y con eso entendió muy bien el mensaje.

— Pequeña pero bastante salvaje. Interesante.—¿Enserio tenía que decir eso?.— Kairi, debo confesarte algo de vida o muerte.

En ese momento la pequeña atmósfera de tranquilidad se transformó por completo en una sería.

—Te escucho.— Lo observé con total atención.

El me miró con una cara bastante rara, su cara se oscureció un poco y tenía una sonrisa algo siniestra. Me asusté un poco.

—Porfavor Kairi no te asustes, no te hare nada malo. Tengo algo que confesarte.— Me mostró una insignia que creo que ya había visto, la puso en mi mano y me percaté de lo que significaba era un...—Al parecer ya lo entendiste, soy un Fatui, pero no un simple Fatui que encuentras en cualquier lugar. Pertenezco a los Once Heraldos de los Fatui. Soy conocido como el 11° Heraldo, Nobile.

Mi mente quedó en blanco, ya sabía como eran los Fatui pero desconocía en su totalidad que tenian una organización con gente más poderosa. Mi mente me gritaba que huyera pero no puedo hacerlo, si me lanzo al agua moriré congelada o si no muero congelada moriré en manos de Nobile. Estoy acabada.

(Pov Tartaglia)

Su cara era de total terror, su frágil cuerpo temblaba y podía ver como cayó una gota de sudor.
Mi intención no era asustarla, creo que me excedi.

—Kairi, deja de pensar y escuchame.— Me miró con miedo.—No te mataré.

—¿Entonces que quieres de mi? no tengo nada que ofrecerte tu lo tienes todo.

—Te llevaré a la base de los Fatui y te reclutaré, trabajarás para mi y los demás heraldos.— Agarré su mano y la besé.— Así dare por saldada la deuda que tienes conmigo por salvarte.— Sonreí quitándole la importancia que tiene mi petición.—¿Qué opinas?

(Pov Kairi)

Se muy bien que si me niego estaré flotando en el agua muerta. Además, ¿Qué puede salir mal si me uno a una de las organizaciones más temidas de todo Teyvat?. Este podría ser mi nuevo comienzo aunque no puedo engañarme a mi misma, es un comienzo totalmente distinto al que tenía planeado.

—Acepto lo que me pides. Me convertiré en una recluta y les serviré.—Me miró como si estuviera orgulloso de mis palabras.— Les serviré con todo mi ser.— Levanté mis hombros restándole importancia al asunto.— Además es la única opción que me queda después todo.— Lo miré a los ojos.— Espero que no me defraude tu petición.

Tartaglia silvo ante mi gran arrebato de valentía.

—Espero mucho de ti, nueva recluta.— Me sonrió con una inocencia que me hizo helar la sangre.

El Sexto Herlado de los FatuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora