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(Pov Kairi)

Esto ya me preocupa. El estúpido de mi novio no ha dado señales de vida durante casi dos semanas completas y la angustia me está devorando viva.

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(Día 7)

He recorrido toda la ciudad preguntando por Scaramouche y nadie ha visto a alguien con sus características.

Los soldados Fatui que estaban bajo mi mando tampoco saben dónde está.

En verdad Kairi, no hemos encontrado rastro alguno del Sexto.—Me miraba algo preocupado.

¿Dónde estará Scaramouche?

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(Día 10)

Decidí quedarme en casa. Ya no podía estar vagando día y noche buscando a Scaramouche. Además mi cuerpo me pedía a gritos descansar.

En verdad me preocupa no saber nada de él.—Jugaba con el pequeño amuleto que me dió.

Almenos sé qué no está en peligro gracias a este artefacto pero aún así no podía evitar estar preocupada.

Estoy muy segura que Dottore tiene que ver en esto. Scaramouche me dijo que tenía que encontrarse con él.

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Mi cabeza va a estallar de la preocupación que tengo por Scaramouche.
Se qué el maldito Dottore está con él y debe estar planeando algo.

—Kairi.— entró Kuro.— Hemos visto cerca de la academia al Segundo.

—Llevame con él.— El asintió.

Agarré mi espada y el amuleto. Si tengo que pelear contra Dottore por saber dónde está Scaramouche lo haré y no me importa que nuestra diferencia sea abismal.

(Pov Dottore)

Dejé qué el Fatui me viera para así poder hablar con Kairi a solas. Scaramouche ya cayó en la trampa y ahora falta que esta mujer también lo haga.
Además, me informaron que anda buscando por toda la ciudad de Sumeru a su amada marioneta, que romántico.

Escuché los pasos acelerados que estaban acercandose a mi posición.

—¡Dottore!—Su furia se sentía desde mi lugar.—¿Dónde esta Scaramouche?

Me burlé de ella.— Por favor Kairi, yo no soy tu enemigo.— Levanté mis manos en señal de inocencia.— Scaramouche está ocupado y por eso no puede estar contigo pegado como sanguijuela.

Ella desvainó su espada y me la puso en el cuello. La gente comenzó a observar la escenita montada.

—Yo no te creo nada... ¿Dónde esta?—Sentía el filo de la espada. Niña tonta.

—No puedo decirtelo pequeña.— Me reí.—Sabes bien que puedo castigarte por esta ofensa a tu superior.

Se carcajeo ante mis palabras.— No me importa lo que me pase con tal de saber dónde esta.— Los eruditos y guardias de la Academia miraban el espectáculo y ella lo notó.— Pero veo que realmente no hablarás y tampoco lo harás pronto.

— Al fin usas tu cabeza, pero puedo decirte algo realmente interesante.— Quité su espada de mi cuello y acorté un poco la distancia.— Tu amado no podrá verte en mucho tiempo, ya no estará para ti, no tendrán más momentos juntos como planeaban.—Me puse detrás de ella y le susurré al oido.—¿Sabes lo más gracioso? Es que él ya lo sabía y prefirió guardar silencio.

Su pequeño cuerpo se tensó totalmente.— Mientes... Yo no creeré nada de lo que dices.— Se giró y quedamos cara a cara.—Te gusta ver sufrir a la gente y por eso dices estupideces.

El Sexto Herlado de los FatuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora